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Iglesia

Mié 16 Nov 2016

Sociedad civil en Córdoba se capacita para ser gestores de paz

Córdoba, una region que aún sigue sintiendo los estragos del conflicto armado, desea construir un futuro de paz. Por ello, la Corporación Desarrollo y Paz de Córdoba y Urabá (CORDUPAZ) que trabaja con la Diócesis de Montería, y la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) realizaron el taller “Sobrevivientes y gestores de paz” en la localidad de San Bernardo del Viento en el departamento de Córdoba. Este espacio contó con la participación de aproximadamente 20 personas, entre ellas algunos líderes de organizaciones étnico-territoriales provenientes de diferentes municipios de esta zona, se conversó sobre los caminos de perdón, la reconciliación y la construcción de una paz que tome en cuenta las necesidades de la población. Abrieron el evento Juan Diego Gómez Arias, quién viene coordinando los proyectos de CORDUPAZ en Montería, y el periodista Damian Raiser, integrante de la secretaría de la Comisión de Conciliación Nacional, brindando datos básicos sobre sus respectivas organizaciones. El historiador y asesor internacional de la Comisión de Conciliación Nacional, Stephan Miethke, hizo un breve repaso sobre diferentes intentos para resolver el conflicto social y armado a través del diálogo. Insistió en la necesidad de velar como base ética por la dignidad de cada ser humano y demostró que muchas ideas plasmadas en el acuerdo que se está negociando entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP ya se vienen solicitando e implementando desde hace mucho tiempo. Además, hizo énfasis en que hay mucho que pueden hacer todos y cada uno por la reconciliación y la paz, con o sin la existencia y vigencia de acuerdos. En otro momento, presentó el Acuerdo Nacional de Mínimos de Reconciliación y Paz, un documento que es resultado de un proceso de participación con la sociedad civil y organizaciones eclesiásticas en todo el país y muestra a través de ocho puntos, lo que se puede y debe hacer para construir una Colombia reconciliada y en paz. Con especial interés, los líderes de San Bernardo del Viento y alrededores realizaron preguntas sobre los puntos que tienen que ver con la participación política y el desarrollo agrario. Como conferencista principal, se contó con la presencia de la abogada y experta en temáticas de reconciliación Esther Polo. Durante su intervención, realizó una dura crítica hacia el sistema judicial y penitenciario en su estado actual, por lo que pidió pensar en alternativas al status quo. “En las prisiones uno se encuentra con escenarios muy marcados”, dijo la abogada, quien además remarcó que “las cárceles de Colombia parecen cementerios”. Para los presentes, en su gran mayoría dirigentes de comunidades y organizaciones sociales de la zona, fue también de suma importancia la exposición sobre derechos y necesidades de las víctimas, trabas en la atención de las mismas y las formas de exigir una atención adecuada. Entre las preguntas de los participantes destacaron las intervenciones que se refirieron a la memoria histórica y la importancia de la integración de excombatientes a la sociedad. Esther Polo recordó sobre estos puntos que hay muchos victimarios que también son víctimas, por lo que pidió comprensión y apertura para escucharlos: “Tienen miedo a la sociedad. No saben cómo comportarse en ella”. Además, la integrante de uno de los grupos que, acompañados por la Conferencia Episcopal de Colombia, Naciones Unidas y la Universidad Nacional, viajaron a La Habana, Cuba para dar su testimonio ante la Mesa de Conversaciones, destacó la importancia de realizar acciones de perdón y reconciliación. “Querer que el otro sufra igual que me ha hecho sufrir es venganza, no justicia”, dijo la especialista y complementó que "en las casas nuestras y dentro de nosotros hay pequeños laboratorios de guerra” que, según Polo, hay que convertir en laboratorios de reconciliación y paz. El evento que forma parte de la campaña #AccionesConscientes, culminó con un resúmen por parte de los participantes. Al preguntarles de qué forma contribuyen cada día a la paz, contestaron que lo hacen resolviendo problemas con palabras, perdonando y pidiendo perdón, a través de pequeños actos cotidianos, como el no uso de violencia en las casas y la educación de sus hijos. Fuente: Of. comunicaciones Comisión de Conciliación Nacional

Lun 14 Nov 2016

La seriedad y la risa

Por Monseñor Gonzalo Restrepo - Toda nuestra vida es un conjunto de aconteceres y circunstancias que nos llevan a la seriedad y a la risa. No podemos estar siempre serios, tampoco podríamos estar siempre riéndonos. La vida es una mezcla de seriedad y de risas. Podríamos decir que nuestra vida es una “tragicomedia”, no del todo trágica, tampoco totalmente cómica. Somos los actores, unas veces de tragedias y otras de comedias. Siempre estamos actuando, unas veces lo hacemos bien y otras no tanto, pero siempre tenemos que actuar. Lo importante es que nuestra acción, en la tragedia, en la comedia o en la tragicomedia, esté adornada con unas características que nos permitan estar perfeccionando siempre nuestro papel en todas las obras que tengamos que actuar. Y, ¿cuáles son esas características? Algunas de ellas son las siguientes: Obra siempre con rectitud y autenticidad. No pretendas ser o aparentar lo que no eres ni llegarás a ser. Nunca escondas la verdad de lo que eres y de lo que no eres. Sé transparente con todas las personas. Piensa que no eres el único actor y que a tu lado hay muchos otros actores que requieren tu atención. Nunca camines por la vida como si fueses el único, el más destacado y prestigioso de los actores. No te quedes representando siempre la misma escena. Hay muchas escenas en tu vida, unas de dolor y otras de alegría, unas de fracaso y otras de éxito, escenas de angustia y escenas de esperanza. Debes tener el coraje de saber salir de las escenas y darlas por concluidas para iniciar otras, de lo contrario, tu obra, tragedia o comedia, quedará inconclusa. Serás siempre un actor maravilloso y encantador, si representas bien tu papel, pero si le ayudas a los demás actores a que ellos también lo representen de la mejor manera. Así entre todos, darán una excelente función y todos quedarán felices. Cuando olvides realizar tu papel o te equivoques, no dudes en repasar tu guión y en enmendar las fallas; sólo así se llega a ser gran actor. Algún día terminarán tus días en esta empresa de la vida donde realizas tus papeles como actor. Lo importante es que sepas comprender cuándo ha llegado este día y sepas cancelar todas tus deudas, quedar a paz y salvo y salir bien librado. No permitas que tu imagen se oscurezca, se manche o se borre por no reconocer a tiempo lo que has de reconocer, o por no salir cuando debes de salir. No busques fama, ni dinero, ni poder. Si te llegan acéptales y manéjales con tino y cuidado. Pero no corras detrás de ellos porque si así lo hicieras te traerán muchas dificultades, decepciones y desilusiones. Actúa con sencillez y decoro, con armonía y delicadeza, con serenidad y sobriedad, con fortaleza y constancia. En ello encontrarás la felicidad. Lo demás son los oropeles de la vida que entre más brillantes y atractivos, son menos satisfactorios y más alucinantes, menos reales y más aparentes. La apariencia sólo conduce a la desilusión y al fracaso, al sinsentido y a la falsedad. Quien no camina en la verdad jamás podrá ser un buen actor, ni tendrá la realización personal del cumplimiento de su papel. En la tragedia y en la comedia, en la seriedad y en la risa, en las angustias y las esperanzas, lo que tienes que hacer siempre es actuar con la verdad y con la autenticidad de lo que eres y lo que queres llegar a ser. Éxitos. Seguramente nos estaremos encontrando como actores diferentes en la realización de varias obras. A lo mejor no nos reconocemos, pero nuestra señal seguirá siendo, la sinceridad, la autenticidad y el servirnos mutuamente. + Monseñor Gonzalo Restrepo Arzobispo de Manizales

Vie 11 Nov 2016

Pongámonos "de acuerdo"

Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo - A partir del plebiscito para refrendar los acuerdos del Gobierno Nacional con las FARC-EP, estamos viviendo en Colombia un momento importante y decisivo. Todos nos hemos venido haciendo conscientes de la necesidad de la paz, que es mucho más que ausencia de guerra y mucho más que un pasajero programa político. Hemos entrado en un proceso de diálogo entre diversas fuerzas políticas y sociales; hemos llegado a un punto de partida para trabajar juntos en un propósito de reconciliación y de desarrollo común. Si la paz es la realización integral de las personas y el auténtico desarrollo de la sociedad que ellas conforman, estamos ante un proyecto siempre en construcción. Por tanto, quisiera que recordáramos algunos valores que es preciso mantener vivos e incorporar cada vez más plenamente a nuestra realidad social, cultural y política. Deben guiar todo lo que pensemos, juzguemos y hagamos; se requiere asumirlos constantemente en una educación personal y ciudadana; hay que lograr que sean parte de un acuerdo general establecido por todos. 1. La verdad. Es la luz que puede guiar todo camino y hacer auténticas y libres las relaciones entre personas. Ordinariamente, en cualquier conflicto lo primero que se pierde es la verdad. Si se quiere superar una confrontación con mentiras y trampas no se hace otra cosa que poner bases a nuevos y más graves enfrentamientos. 2. La libertad. Es el mayor don que puede tener una persona o un pueblo. Es falso cualquier proyecto que quiera garantizar la dignidad y los derechos de la persona humana e implementar un progreso integral en la sociedad sin libertad. Por tanto, hay que cuidar y desarrollar la democracia como un sistema que defiende y promueve la libertad de todos. 3. La unidad. En todo ser humano hay una dimensión asociativa por la necesidad de ayuda mutua. A ella se opone otra fuerza necesaria que lleva a que cada uno se afirme a sí mismo. En este movimiento se inscribe la creación y el funcionamiento de una nación. Conscientes de esta realidad, es preciso integrar la riqueza de nuestras diferencias en función del proyecto común. Destruir la unidad es un suicidio. 4. La honestidad. Es el resultado de los tres valores anteriores realizados en cada persona. Ser honesto es hacerse auténtico, es no dejarse esclavizar ni siquiera por las propias pasiones, es estar unificado por la rectitud de intención. La ausencia de este valor es el origen de la corrupción en las ideas, en los proyectos sociales y en la administración de los recursos. 5. La responsabilidad. Es la posibilidad que tenemos de responder positiva y creativamente a una llamada o a una misión personal o comunitaria. Es la forma de realizar nuestra vida y de aportar al bien de todos. Contra la responsabilidad están el egoísmo, la indiferencia y el mal proceder que nos aíslan o nos llevan a destruir el proyecto común. Es imposible una nación en paz si hay irresponsabilidad, indolencia o mal espíritu en sus ciudadanos. 6. La esperanza. El que siembra, el que construye, el que se proyecta hacia el futuro tiene que hacerlo en esperanza; es decir, en la confianza de conseguir los mejores resultados y de lograr las máximas metas. Sin esperanza no se hace nada; no se puede vivir. La esperanza no es dejar que lleguen por sí mismos los mejores resultados, sino realizar todo lo que nos corresponde con pasión y confiarlo todo a la sabiduría y a la bondad de Dios. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 7 Nov 2016

Los retos de la construcción de paz en Colombia

Por Monseñor Juan Carlos Barreto - Frente a las cercanas posibilidades de éxito en la negociación entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC, y el próximo inicio de los diálogos públicos con el ELN, es importante tener en cuenta el panorama hacia el futuro para que en Colombia realmente se establezcan las bases para la construcción de la paz integral. Identificar los aspectos necesarios para esta nueva etapa de la historia es fundamental, pues el ignorarlos o reconocerlos superficialmente, induce inevitablemente a repetir errores y sufrir nuevos fracasos. Algunos elementos esenciales para garantizar una auténtica construcción de paz son: 1. PONER FIN A LA GUERRA “Un reino en guerra civil va a la ruina” (Lc 11,17) Las escandalosas cifras del conflicto son argumento suficiente para tomar la decisión de detener la guerra. Cerca de ocho millones de víctimas entre desplazados, desparecidos, asesinados, secuestrados, torturados, mutilados y con muchas otras afectaciones violentas, indican el nivel de degradación al que se ha llegado por la persistencia de la guerra. La solución militar, la cual será necesaria mientras haya indisposición al diálogo por parte de los actores armados ilegales, exige un alto precio en vidas humanas e inversión económica. Por lo tanto, la solución negociada al conflicto es más humanizante y menos costosa. El paso que se ha dado en las negociaciones de la Habana garantizan el fin de la guerra con uno de los actores principales del conflicto. En este mismo sentido, se valora la decisión del ELN de iniciar los diálogos públicos con el Gobierno Nacional. La continuidad de las bandas criminales y los paramilitares, plantean la necesidad de establecer nuevos diálogos y procesos de sometimiento a la justicia. La paz no se limita a detener la guerra, pero comienza con este paso absolutamente necesario e importante. 2. REINTEGRACIÓN SOCIAL DE EXCOMBATIENTES “Su padre, conmovido, corrió, lo abrazó y lo besó efusivamente” (Lc 15,20) Abandonar el camino de las armas implica que los excombatientes de los grupos armados ilegales se reintegren a la Sociedad Civil. Por consiguiente, si se acepta la opción negociada al conflicto, quienes toman esta valiente decisión deben ser acogidos positivamente por la comunidad nacional. Es un discurso de doble moral la petición de que dejen las armas pero se las arreglen como puedan para sobrevivir. Lo que se requiere es un esfuerzo grande para que quienes renunciaron a la guerra puedan vivir en paz y dejen vivir en paz a sus conciudadanos, lo cual exige una sólida conciencia de brindarles oportunidades para una exitosa reintegración a la sociedad con acceso a educación, empleo y protección. La tarea en este sentido exige responsabilidad por parte del Estado colombiano, solidaridad ciudadana y transparencia de los excombatientes. 3. RECONCILIACIÓN “Ve primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5,24) Las inevitables y abundantes heridas de la guerra pueden suscitar dos caminos: el de la venganza o el de la reconciliación. La venganza encierra muerte y desolación y nos hunde en el abismo de una guerra sin fin. El camino de la reconciliación nos abre el panorama de una nueva y esperanzadora etapa en la historia. La fe cristiana es maestra en la reconciliación y debe ofrecer el apoyo al país en estos momentos tan definitivos de la historia colombiana. No es un camino fácil, pero es la única vía para avanzar en la construcción de una paz estable y duradera. Los maravillosos ejemplos de muchas víctimas nos deben animar a recorrer este sendero. La reconciliación no sólo abarca el reconocimiento de responsabilidades por parte de los victimarios y la disponibilidad al perdón por parte de la víctimas, sino que exige la participación de esa gran parte de la sociedad que de alguna manera ha sido espectadora del conflicto armado, y que en ocasiones ha sido indiferente ante el sufrimiento de las víctimas, complaciente ante la barbarie de los victimarios o ha estigmatizado a quienes han sufrido el rigor de la guerra. 4. ATENCIÓN INTEGRAL A LAS VÍCTIMAS “Acercándose, vendó sus heridas” (Lc 10,34) Aunque ya se cuenta en el país con la Ley de Víctimas, es una realidad que su atención integral ha sido insuficiente. Es el momento para restablecer sus derechos y ofrecerles lo que necesitan a nivel de verdad, justicia, reparación y no repetición. Las víctimas del conflicto armado deben estar al centro de las iniciativas de construcción de paz en Colombia. No se trata de tener consideraciones que se inspiran en sentimientos de lástima. Realmente es importante que sean reparadas en todos los campos y se constituyan en protagonistas de una nueva etapa histórica. Por el bien de nuestra patria la meta debe ser la superación de las categorías de víctimas y victimarios. 5. AGENDAS REGIONALES DE PAZ “Recorría todas las ciudades y pueblos” (Mt 9,35) El tradicional centralismo político del sistema de gobierno en Colombia ha generado crecimientos regionales inequitativos. Mientras algunas regiones absorben los recursos del país y alcanzan altos niveles de prosperidad, en otras regiones el abandono estatal ha consolidado el empobrecimiento de millones de hombres y mujeres. Las regiones deben generar sus propios modelos de desarrollo a partir de agendas regionales de paz y desarrollo. Para este propósito hay que fortalecer liderazgos regionales honestos y competentes, y unas sanas y maduras relaciones con el nivel central. Es triste ver que en Colombia, alcaldes y gobernadores deben mendigar ante el Gobierno Nacional los dineros y las obras que requieren los habitantes de sus regiones. 6. PEDAGOGÍA PARA LA PAZ “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (Mt 5,9) Los acuerdos de paz con los grupos armados ilegales constituyen un logro muy importante para la sociedad colombiana. Sin embargo, la paz integral va mucho más allá. La paz empieza en el corazón de las personas y se traduce en paz familiar, escolar, con los vecinos, entre sectores de la sociedad, habitantes de barrios y veredas, sana convivencia entre grupos religiosos y étnicos, regiones y países. Las diferentes violencias existentes exigen construir pedagogía para la paz. En Colombia, esta es una asignatura pendiente pero debe ocupar un lugar privilegiado en los esfuerzos de la Iglesia Católica y de todas las Iglesias, de las familias, de la academia de las organizaciones sociales y del Estado. Sin pedagogía para la paz, hay pocas esperanzas de cambios estructurales en Colombia. 7. CAMBIO DEL MODELO ECONÓMICO “Vivían unidos y tenían todo en común” (Act 2,44) Aunque siempre existirá un sector de la población que optará por la vía del delito y la criminalidad, los estudios sociológicos demuestran que muchas personas entran en la perspectiva de la delincuencia al no encontrar oportunidades de estudio, trabajo, sana recreación y construcción de empresa. El modelo económico colombiano, inspirado en el capitalismo, es el responsable de la pobreza y la injusticia en que viven muchos colombianos. Esta constatación es una invitación a trabajar por el cambio de tal modelo, hasta lograr un país con un sistema económico más equitativo, solidario y con altos niveles de inversión social. Este desafío es un compromiso que la Sociedad Civil colombiana debe asumir, sin confundirlo con el modelo de socialismo totalitarista que tanto daño ha causado en muchos países. 8. SUPERACIÓN DE LA ANTICULTURA DE LA ILEGALIDAD Y LA CORRUPCIÓN “Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz” (Lc 16,8) La ilegalidad y la corrupción son el principal cáncer de la sociedad colombiana. Los innumerables ejemplos que sostienen esta afirmación dan cuenta de la profunda crisis humana de nuestra sociedad, de nuestras instituciones y de nuestra tradición política. La corrupción administrativa, el narcotráfico, la minería irresponsable, el contrabando, la extorsión, la trata de personas, la evasión de impuestos, la deshonestidad frente al trabajo, son signos del desgaste de una sociedad en la que ni el evangelio de Cristo ni los valores éticos han hecho una incidencia profunda. Colombia debe despertar ante esta tiranía de los corruptos e ilegales para que la actual y las nuevas generaciones puedan gozar de un país en paz. 9. FORMACIÓN POLÍTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL “Los reyes de las naciones las dominan… No sea así entre ustedes” (Lc 22,25-26) La indiferencia política, la ignorancia frente a la realidad social, la falta de amor por el bien común y la anticultura de la corrupción son pesadas cargas de la débil democracia colombiana. La inmensa cantidad de personas que venden y compran votos, otros que han decidido no participar en la política, muchos que se quejan de sus malos gobernantes pero no disponen de mecanismos de veeduría ni de reclamación, configuran una sociedad sin formación política. Llegó la hora de generar ciudadanos comprometidos y formados en la verdadera participación política, inspirados en los Derechos Humanos y la Doctrina Social de la Iglesia; sólo así combatiremos la politiquería y el dominio de las élites mafiosas y corruptas. Nos queda un largo y hermoso camino para recorrer en búsqueda de la paz integral. El Dios de Jesús, el Padre misericordioso, nos acompaña. + Juan Carlos Barreto B. Obispo de Quibdó

Vie 4 Nov 2016

Iglesia informa sobre reuniones con la FARC-EP y negociadores

Por invitación del Gobierno Nacional, la Iglesia Católica, a través de algunas comisiones del episcopado sostuvo reuniones con representantes de la Guerrilla, en La Habana, y luego con los negociadores del proceso de paz en Bogotá. Así lo informó monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), durante una rueda de prensa que se realizó este viernes en instalaciones del episcopado y donde también participó monseñor Francisco Javier Múnera Correa, Vicario Apostólico de San Vicente del Caguán. El máximo jerarca dijo que en estas reuniones la comisión de la Iglesia tuvo en cuenta los siguientes puntos: 1. Que se incorpore al devenir de la negociación un horizonte explícito de reconciliación. 2. La incorporación de los acuerdos al bloque constitucional debe contar con un único y verdadero blindaje. 3. La Iglesia entiende la necesidad de una justicia transicional como justicia especial, pero conectada de alguna manera a la justicia ordinaria del país. 4. Invitó a las FARC-EP a entender que una aceptación de los resultados de las urnas, conduce al fortalecimiento de la democracia y de las instituciones. 5. Por encima del enfoque de género, la Iglesia invita a entender la importancia del enfoque de familia, y a entender la gravedad de la reincorporación de los niños que han estado en la guerra, la cual debe hacerse de una manera seria y responsable. 6. Dar a las víctimas el debido tratamiento y la debida reparación. Finalmente la comisión entregó a los señores de las FARC-EP los mensajes del episcopado emitidos a partir de la asamblea del pasado mes de julio y les informó sobre el trabajo realizado con los sacerdotes que ejercen su ministerio pastoral en las zonas veredales y de concentración Castro Quiroga comentó que el pasado 2 de noviembre una comisión de Iglesia, presidida por el Cardenal Rubén Salazar Gómez se reunió en la curia arzobispal con representantes del Gobierno donde informaron a la Iglesia sobre temas tratados con representantes del NO: propiedad privada, participación política de las FARC-EP, narcotráfico, restricción de la libertad, elegibilidad, enfoque de género, enfoque de familia y bloque de constitucionalidad. Los obispos señalaron que tras esta reunión se puedo evidenciar que el equipo del Gobierno tiene una serie de instrumentos muy importantes con base a las propuestas que ha presentado la sociedad colombiana. “Hay posiciones donde habrá más cercanía y otras que exigirá grandeza”, manifestó monseñor Francisco Javier Múnera Correa. Descarga el documento

Jue 3 Nov 2016

Sepultar a los difuntos

Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo -Ha causado sorpresa en algunos medios de comunicación la Instrucción “Ad resurgendum cum Christo”, que ha promulgado la Congregación para la Doctrina de la Fe, no obstante que no presenta ningún cambio en la doctrina católica. Deberíamos ver esta orientación como un oportuno llamado en este Año Jubilar y ahora cuando estamos para comenzar el mes de noviembre a practicar dos obras de misericordia; una corporal: enterrar a los muertos, y la otra espiritual: orar por los difuntos. El asombro se deriva del contraste entre lo que siempre ha enseñado la Iglesia sobre la sepultura de los muertos y las diversas costumbres que se han venido imponiendo y que pueden dejar en penumbra la fe en la resurrección. Efectivamente, hoy se ha generalizado la práctica de la cremación que luego termina dispersando las cenizas en la montaña o en los ríos, repartiéndolas entre los parientes, convirtiéndolas en recuerdos conmemorativos o integrándolas en piezas de joyería. Lo primero que la Iglesia afirma es la resurrección de Cristo, “verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo”. Y como conclusión de ello que “Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida”. De esta manera, Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra futura resurrección. Más aún, en el Bautismo, nosotros hemos resucitado con Cristo y participamos ya de su vida celestial (cf Rm 6,4; Col 2,12; Ef 2,6). La Iglesia, en segundo lugar, recomienda insistentemente, de acuerdo con la tradición cristiana, que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios o en otros lugares sagrados. Es como una memoria de la muerte y sepultura del Señor, es una expresión clara de la esperanza en la resurrección corporal, es un signo del respeto y compasión debidos al cuerpo a través del cual se expresó toda la persona y, finalmente, es una ayuda para que la familia y la comunidad cristiana recuerden y oren por los difuntos. No se opone la Iglesia a la creación cuando la exigen razones higiénicas, económicas o sociales, pues la cremación no impide al poder de Dios resucitar el cuerpo. Pero establece que, si por razones legítimas se opta por la cremación, las cenizas deben conservarse en un área especial reservada para este fin en los cementerios o en otro lugar sagrado. Sin embargo, como prescribe el derecho canónico, si la cremación se hace por razones contrarias a la doctrina cristiana, no tiene sentido celebrar las exequias. No está pues permitido conservar las cenizas en el hogar o esparcirlas en el aire o en el agua, con un malentendido panteísta, naturalista o nihilista. La Instrucción nos invita también a mantener el recuerdo de los difuntos y a orar fervientemente por ellos, pues son parte de la comunidad cristiana que cree en la comunión, como dice el Catecismo de la Iglesia, de “los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia”. Hoy cuando el materialismo, el mercantilismo y la superficialidad, dentro de una cultura laicista, llevan a escamotear el misterio de la muerte, a marcar la dicotomía entre cuerpo y espíritu, a querer deshacerse rápidamente de los cadáveres y, en últimas, a negar la vida eterna, invito a los sacerdotes a enseñar la doctrina cristiana y a los fieles a acogerla con creyente acatamiento. La Iglesia, en una lección de humanismo, no hace otra cosa que mostrarnos la dignidad de la persona humana, que se respeta y honra hasta después de la muerte con la celebración de los funerales y la conveniente sepultura. Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mié 2 Nov 2016

Retos de la construcción de paz en Colombia (I)

Por: Mons. Juan Carlos Barreto - Frente a las cercanas posibilidades de éxito en la negociación entre el Gobierno y las FARC, y el próximo inicio de los diálogos públicos con el ELN, es importante tener en cuenta el panorama hacia el futuro, para que en Colombia realmente se establezcan las bases de una construcción de paz integral. Identificar los aspectos necesarios para esta nueva etapa de la historia es fundamental; ignorarlos o reconocerlos superficialmente induce a repetir errores y sufrir nuevos fracasos. Las escandalosas cifras del conflicto son argumento suficiente para tomar la decisión de detener la guerra. Cerca de ocho millones de víctimas indican el nivel de degradación al que se ha llegado. La solución militar implica un alto precio en vidas humanas e inversión económica. La solución negociada al conflicto es más humanizante y menos costosa. El paso dado en las negociaciones de La Habana garantiza el fin de la guerra con uno de los actores principales del conflicto. En este mismo sentido, se valora la decisión del ELN de iniciar los diálogos públicos con el Gobierno. La continuidad de las bandas criminales y los paramilitares plantea la necesidad de establecer nuevos diálogos y procesos de sometimiento a la justicia. La paz no se limita a detener la guerra, pero comienza con ello. Abandonar el camino de las armas implica que los excombatientes de los grupos armados ilegales se reintegren a la sociedad civil. Si se acepta la opción negociada al conflicto, quienes toman esta decisión deben ser acogidos positivamente. Es un discurso de doble moral pedirles que dejen las armas pero que se las arreglen como puedan para sobrevivir. Se requiere un esfuerzo grande para que quienes renunciaron a la guerra puedan vivir en paz y dejen vivir en paz a sus conciudadanos. Esto exige brindarles oportunidades para una exitosa reintegración a la sociedad, con acceso a educación, empleo y protección. Una tarea que supone responsabilidad por parte del Estado colombiano, solidaridad ciudadana y transparencia de los excombatientes. Aunque ya se cuenta en el país con la Ley de Víctimas es una realidad que su atención integral ha sido insuficiente. Es momento para restablecer sus derechos y ofrecerles lo que necesitan a nivel de verdad, justicia, reparación y no repetición. Las víctimas del conflicto armado deben estar en el centro de las iniciativas de construcción de paz en Colombia; deben ser reparadas en todos los campos y constituirse en protagonistas de una nueva etapa histórica. Por el bien de nuestra patria la meta debe ser la superación de las categorías de víctimas y victimarios. DESTACADO: Las víctimas del conflicto armado deben estar en el centro Mons. Juan Carlos Barreto Barreto Obispo de Quibdó Tomado de: Revista Vida Nueva

Mié 2 Nov 2016

Diócesis de Quibdó denuncia grave aumento de violencia en la región

Ante los constantes hechos de violencia que han venido azotando a los habitantes de Quibdó y que han alcanzado un nivel dramático en el presente año, la diócesis de Quibdó expresó públicamente en un comunicado su preocupación sobre esta situación. La jurisdicción eclesiástica manifiesta que los grupos delincuenciales han aumentado así como los homicidios, las extorsiones, el microtráfico, las amenazas y otras formas de violencia que han venido hostigando al municipio de Quibdó. “Los datos disponibles demuestran que las cifras de homicidios, ofrecidas por los diferentes niveles de la institucionalidad, son muy altas y superan el promedio nacional”, expresa el comunicado. Sumado a esto, el documento expresa que a pesar del incremento de la fuerza pública, la situación no parece mejorar puesto que, según denuncias de la misma población, algunos agentes de seguridad actúan como cómplices de los mismos grupos ilegales que delinquen en la región. “Es absolutamente claro que a esta situación se ha llegado por diversos factores, entre los cuales figuran como fundamentales el abandono estatal y la falta de políticas públicas”, asevera el texto. La diócesis de Quibdó hace un llamado a la Comunidad Internacional para que incremente el apoyo al Estado colombiano, ya que el mismo ha argumentado no tener los recursos para solucionar el conflicto social y la situación de violencia en la región. [icon class='fa fa-download' link='']VER COMUNICADO COMPLETO[/icon]