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Iglesia

Dom 2 Oct 2016

Del miedo a la esperanza transformadora

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil - Ahora se abre para Colombia una oportunidad de construir propuestas de paz cuando uno de los actores, entre tantos conflictos, ha decidido con el gobierno de turno terminar su escalada terrorista y guerrera que tanto daño le ha hecho a Colombia. Se comienza a desatar uno de los nudos del conflicto. Y todos los colombianos como artesanos de la paz tenemos la obligación moral de colaborar desde nuestros propios ámbitos a esta construcción. Pienso que es una oportunidad que no debemos dejar pasar. No le estamos apostando a ningún político y a ninguna organización guerrerista como lamentablemente las redes lo están haciendo. Por lo menos mucha gente se ha pellizcado para saber con mayor objetividad que es lo que está pasando. Le apostamos solo a Colombia para que no se siga desangrando entre hermanos. Le apostamos a recuperar conciencia de humanidad más sensible a la grandeza de la dignidad de la persona, de sus derechos y deberes, que por tantos años de guerra se ha revestido de un caparazón que nos ha vuelto más guerreros que personas. En la construcción de una nueva Colombia escuchamos la exhortación del salmista: “Ojalá escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón” Como discípulos misioneros de Jesús renovamos nuestro compromiso de seguir trabajando por la paz de Colombia. Seguimos con mayor énfasis construyendo procesos de evangelización para que Jesucristo sea conocido y amado. “él es nuestra paz y ha derribado el muro que nos separaba, el odio. (Efesios 2,4). No permitimos que nos siembren miedos apocalípticos porque nos encerramos en nosotros mismos y el mundo se sigue dividiendo. Somos seguidores de Jesús que nos invita a ser hombres y mujeres de esperanza transformadora, trabajadores por la justicia y la equidad, abiertos e incluyentes a las nuevas culturas, capaces de amar, perdonar y tener misericordia con los que han sido enemigos, tejedores de fraternidad y respetuoso de las personas aunque piensen distinto. En este momento nos caen muy bien las palabras de Pablo a 2Timoteo 1, 7 “Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza” para ayudar a nuestro querido pueblo Colombiano al perdón, la reconciliación y la solidaridad. Finalmente no podemos ser ingenuos para desconocer los riesgos de toda negociación entre personas. Sabemos que los acuerdos no son perfectos. Pero que se acabe la guerra fratricida con uno de los principales actores del conflicto en Colombia es ganancia para todos. Por eso nosotros seguidores de Jesús, príncipe de la paz, oramos para que el Espíritu Santo nos ilumine a todos y podamos, tomados de las manos, sacar adelante este ejercicio de reconstrucción de un país que no quiere de ninguna manera repetir la absurda historia de guerras en el pasado. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Mié 28 Sep 2016

Iglesia anima a informarse para un voto consciente en el plebiscito

La Iglesia católica presentó hoy la campaña "Acciones Conscientes. Tu compromiso con el futuro”, la misma busca informar a los colombianos sobre los acuerdos firmados, para que tengan una visión objetiva al momento de votar en la consulta popular el 2 de octubre. El presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, invitó una vez más a los colombianos a asumir una actitud consciente al momento de votar en el plebiscito, sin importar si es por el SÍ o por el NO. “Yo creo que se puede estar de un lado o de otro sin necesidad de odio y sin necesidad de un espíritu negativo, el objetivo final de todos los colombianos es la paz (…) Es muy importante que se tome consciencia de lo que se está haciendo (…) Hay que escoger los medios para llegar a la paz y no es el odio el camino para este fin”, señaló el Prelado. Auido: Intervención Mons. Luis Augusto Castro El también arzobispo de Tunja mostró su satisfacción por los avances en el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc e indicó que la Iglesia estará atenta a dar seguimiento en la implementación de los acuerdos. “Haremos seguimiento de la implementación de los acuerdos. Por eso, es muy importante que esta campaña sea visible para todos, ya que ofrece un espacio de reflexión e información sobre el plebiscito”, aseveró. El prelado al referirse al tema de los diálogos que el Gobierno iniciaría la próxima semana con el ELN, se mostró optimista y explicó que la Iglesia a petición de este grupo guerrillero y con el aval del Gobierno estará atenta a facilitar los acercamientos para este fin. “Ha habido signos positivos que indican que quieren sentarse en la mesa de negociación. Y nosotros como Iglesia católica buscaremos apoyar las conversaciones. Lo hacemos por petición del ELN, no sin antes haberle pedido permiso al presidente Santos, quien se mostró muy positivo con la noticia”, añadió. La campaña pedagógica 'Acciones Conscientes. Tu compromiso con el futuro', es una iniciativa de la Conferencia Episcopal de Colombia, a través Comisión de Conciliación Nacional que busca generar una comprensión práctica sobre los puntos contemplados en los acuerdos y motivar la participación responsable, informada y a conciencia de los colombianos en el plebiscito por la paz. En Twitter: @aconscientes En Facebook: /AccionesConscientes En Youtube: Acciones Conscientes #AccionesConscientes En Internet: http://www.comisiondeconciliacion.co/accionesconscientes

Jue 22 Sep 2016

Organización española premia la labor del Banco de Alimentos de Bogotá

El Comité Técnico de los premios por la calidad de la información reportada, organización española que se dedica a exaltar las buenas prácticas empresariales en América Latina, reconoció la labor social que realiza el Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Bogotá. En esta séptima edición se recibieron 432 iniciativas, de las que finalmente 20 fueron valoradas por el Comité Técnico en la categoría de entidades sin ánimo de lucro. “Juntos contra el hambre mediante un desarrollo sostenible”, fue el nombre con el cual el Banco de Alimentos dio a conocer la labor que durante 15 años ha venido desarrollando en la capital colombiana. En este tiempo esta entidad ha logrado entregar más de 140.000 toneladas de alimentos y bienes, beneficiando a más de 258.000 personas a través de más de 2.500 organizaciones sociales de base; con el apoyo de más de 11.000 voluntarios, 7.000 estudiantes universitarios y 1.600 donantes entre empresas y personas naturales.

Mar 20 Sep 2016

La paz es un arte

Por Mons Omar de Jesús Mejía Giraldo - El hoy de nuestra existencia, es trabajar por la paz. La paz si es posible, pero cuando la asumimos como tarea de todos, cuando la construimos paso a paso, cuando somos conscientes que necesitamos que todos, todos, todos… nos sintamos artesanos y no simples receptores o espectadores pasivos y sobre todo, cuando como personas de fe somos conscientes que éste don preciado es un regalo que debemos pedir a Dios con esperanza y confianza. 1.La iglesia diocesana, constructora de paz Desde siempre el ser humano ha necesitado construir una sociedad en paz. Basta sólo observar la historia bíblica y comprobamos que la paz es necesario armarla entre todos y no es responsabilidad, deber o derecho, solo de unos cuantos, no. La paz es tarea de todos. En el paraíso el hombre es desobediente a Dios y pierde su armonía…, Caín asesina a su hermano Abel, es condenado a estar vagabundo purgando su pena… El pueblo de Israel es infiel a Dios y termina siendo esclavo de Egipto y de las grandes potencias del momento… Los profetas tienen la tarea de anunciar al “mensajero de la paz”, al Mesías, al Señor. Miremos lo que anuncia Miqueas 5,5: “Y Él será nuestra paz”. Cuando Jesús, el Señor, mensajero de la Paz, artífice de la Paz, hace su morada entre nosotros, estaba en pleno apogeo el proyecto de “Pax romana”, iniciado por Augusto Cesar (Lc 3,1-6). Con esto, quisiera, desde luego, valorar enormemente el esfuerzo que hacen los gobiernos y la sociedad civil por construir la paz. Todos queremos la paz. La paz es posible. Pero es necesario que entre todos la armemos, que entre todos la construyamos. El Papa Francisco utiliza una expresión oportuna: “Artesanos de la Paz”. De esto se trata, de una paz que se edifique sobre el cimiento de la ética y la moralidad, de la honestidad y el respeto, del perdón y la reconciliación, del amor y la fraternidad. Con mucha frecuencia nos preguntan: ¿Para la iglesia cuál es el proyecto de paz? ¿La iglesia qué opina del proceso de paz? ¿Qué le va a aportar la iglesia a Colombia para la construcción de la paz? Estas y muchas otras preguntas surgen de los periodistas y de la comunidad. Por favor, no se nos olvide que todos los bautizados somos iglesia y por lo tanto, cuando hablamos de iglesia, estamos hablando de una responsabilidad de todos. Además, para la iglesia, es bien claro que con el concilio Vaticano II, se insertó en su corazón, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, donde la iglesia como “Instrumento Universal de Salvación” (LG 1), se quiso poner acorde con las circunstancias de la época, optó por ser más dialógica y así poder convocar a toda la sociedad a un diálogo más abierto, buscando construir una sociedad fraterna y en paz. Es necesario retomar la constitución dogmática “Gaudium et Spes”. El concilio además, con el objetivo que se propicie una mayor fraternidad entre todos, nos invita a abrir las ventanas de la fraternidad y construir entre todos: Católicos, hermanos separados, las grandes religiones, ateos, agnósticos y personas de buena voluntad un ambiente de paz y fraternidad. De igual manera es necesario valorar enormemente todos los aportes de los Pontífices: Juan XXIII, Pacem in Terris; Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, sus mensajes de paz…; Juan Pablo II, todas sus encíclicas sociales, los mensajes de paz de cada año (enero 1), populorum progressio, en fin… De igual manera Benedicto XVI, su primera encíclica, “Deus Caritas est”, es toda una encíclica, donde el Papa, propone la construcción de la Paz, como ejercicio fundamental de la iglesia en la vivencia de la caridad cristiana. El Papa Francisco, con su carisma y entrega es el gran mensajero de la paz en el mundo actual. Durante su pontificado, siempre nos ha hablado e insistido sobre la necesidad de construir un mundo donde reine la paz. Algunos apuntes del Papa sobre la paz: "Es el diálogo el que hace la paz. No se puede tener paz sin diálogo". "El perdón, el diálogo y la reconciliación son las palabras de la paz. A las guerras en enfrentamientos armados se suman guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios también destructivos de la vida, de las familias y de las empresas” (Dic. 12 2013. Primer mensaje de paz). "Hay que derribar los muros de la desconfianza y del odio promoviendo una cultura de reconciliación y solidaridad". "Quien habla de paz y no la hace está en una contradicción. Y quien habla de paz y favorece la guerra con la venta de armas es un hipócrita". 2. El acuerdo paz Se ha firmado un acuerdo de paz entre el gobierno nacional y las farc., ¿se firma realmente la paz? Seguramente que el acuerdo va a significar muchísimo para éste momento histórico de Colombia y en mundo; desde luego que la firma cuenta, pero, ¿será éste el fin del conflicto? Tengamos en cuanta lo siguiente: La paz no depende solo de la voluntad de dos partes... La paz es construcción de todos. La paz es un proyecto a largo plazo. “La paz es un arte”. La paz es un camino. La paz desde la fe es un don de Dios. Todos, todos…, debemos trabajar por la paz… ¿Cuál debe ser entonces el aporte de la iglesia? Evangelizar, anunciar a Jesucristo, el mensajero de la paz. La iglesia posee la enorme tarea de hacer bien lo que le ha encomendado el Señor: “Vayan por todo el mundo, anunciando el evangelio”; es decir, la iglesia debe anunciar buenas noticias, la iglesia tiene que ser constructora de comunidades fraternas y en paz. La iglesia debe preocuparse en todo tiempo y lugar por hacer bien lo que siempre ha hecho y lo que debe saber hacer: “ser fraterna y acogedora…” La iglesia tiene que ser instrumento universal de salvación” (LG 1). La iglesia no puede olvidar la tarea de ser mensajera e instrumento del Señor para ejercer la misericordia, la compasión y la solidaridad. La iglesia es hogar de perdón y reconciliación. Todo lo que la iglesia realiza en bien de la persona humana es y tiene que ser construcción de paz. La iglesia no se puede dar el lujo de ser indiferente frente a la paz, pero tampoco puede enredarse en situaciones políticas y quedarse anclada en proyectos meramente humanos. La iglesia no puede olvidarse que su vocación es eterna, trascendental. La iglesia debe recordar continuamente que su alianza es con el Señor y con Él, la alianza es estable y permanente; desde esa alianza eterna, la iglesia sabe que el compromiso por construir la paz, lo asume porque es su vocación, porque es un mandato, porque es un compromiso con Dios y por lo tanto con el ser humano, con la persona, con el hombre, la creatura que Dios ha amado en sí misma, porque es su “imagen y semejanza”. Por eso, la iglesia sabe que evangelizando está construyendo sociedad y en la medida que edifica comunidades justas y fraternas, le está aportando a la “dignidad de vida” de las personas y por lo tanto, una persona, que siente que su vida es digna vive en paz. La iglesia vive del amor de Dios y desde el amor de Dios ama y sirve a los hermanos. La Madre Teresa de Calcuta solía decir: “El fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. La iglesia es servidora de la verdad y por eso es servidora y constructora de paz. La iglesia sabe que su trabajo por la paz es un proyecto de su vocación a lo eterno; por eso, la iglesia para trabajar por la paz, no puede esperar que sea un “mandato del político de turno”, no. La misión implícita de la iglesia es anunciar a Jesucristo “el Príncipe de la Paz”. 3. En Colombia todos tenemos la tarea de ser “Artesanos de la paz” Ésta expresión del Papa Francisco le ha dado la vuelta al mundo. Es un término que debemos acuñar con todo su imperativo categórico en el Caquetá y en Colombia. Todos conocemos ya sea por información o por vivencia propia lo que ha significado la situación de violencia en nuestra región. Sin embargo, tenemos que decir que éste es un país y un departamento que cuenta con innumerables riquezas, no sólo naturales, sino humanas y culturales. ¡Cómo no valorar el esfuerzo Magno que muchísimas personas a lo largo y ancho de la geografía de nuestra querida Colombia y nuestro querido Caquetá han realizado, para con ello contribuir al desarrollo armónico de ésta bella región del continente americano. “La Paz en el en Colombia, en el Caquetá”. Quisiera sobre todo insistir en que La Paz la construimos entre todos y a través de los pequeños detalles de cada día. Aprovechó la Palabra de Dios para decir algo al respecto, dice Jesús en el evangelio: “El que les dé a beber un vaso de agua, porque siguen al Mesías, les aseguro que no se quedará sin recompensa” ( Mc 9, 41). Ésta tiene que ser nuestra convicción, todo aquel que aporte desde su vocación, profesional o misión algo por construir La Paz no se quedará sin recompensa. ¿Y cuál será la recompensa final de todo aporte en función de construir La Paz? La respuesta está dada, el resultado del aporte generoso de cada día, a través de los pequeños detalles será la misma Paz. Pero bueno ¿y qué es La Paz? Desde la convicción de fe, La Paz es un don, lo dice Jesús en el evangelio: “Mi paz les doy y mi paz les dejo” (Jn 20,19-21), “no la doy como la da el mundo”. La Paz recibida como don termina en una “decisión y convicción ética” que implica responsabilidad social y comunitaria. Por eso, desde la fe, debemos también y con mayor razón aportar en la construcción de paz. Desde la humanidad misma, La Paz es una construcción entre todos, por eso, debemos insistir que aunque, en Colombia y en el Caquetá puedan existir convicciones religiosas diversas, pensamientos diferentes, no podemos estar divididos en la lucha por construir La Paz. Otro elemento fundamental a tener en cuenta es saber también qué La Paz es mucho más que ausencia de guerra. La Paz no es simplemente un fin, La Paz es un camino, que tenemos que recorrer todos unidos, unos y otros pensando y construyendo un mismo ideal: la fraternidad y la hermandad. ¿Y cómo construir La Paz? ¿Qué aportes podemos dar cada uno para vivir en paz? Lo primero, primero..., es creer que La Paz es posible. Aunque La Paz, desde luego, cuenta con las circunstancias de cada momento, por ejemplo, el “instante vital” de hoy: los acuerdos del gobierno y las FARC; es necesario comprender que La Paz va muchísimo más allá que los meros acuerdos. Los acuerdos son insumos necesarios para La Paz, si. Pero es urgente comprender que para construir una nación y un departamento en paz, todos debemos sumar en función del bien común y no restar. Todos debemos trabajar por ser justos y honestos… Todos debemos luchar con atrevimiento por erradicar la corrupción… Vamos todos a aportar herramientas para La Paz, con humildad propongo lo siguiente: Conversión de corazón: Desarmemos los espíritus. Conversión en el lenguaje bíblico es volver a la originalidad con la cual salimos del corazón de Dios: “Desde el principio Dios nos creó hombre y mujer, con el fin de constituir una sola carne” (Cfr Mc 10, 2-16). Conversión es entonces respetar la unidad y la unicidad de cada ser humano y aún más, la unidad y la unicidad de cada criatura. En este sentido podemos entender entonces que para construir La Paz es necesario volver a valorar enormemente, como dice el Papa Francisco, ésta casa común, la creación, la que todos debemos amar y respetar como amamos a nuestras propia madre y hermanos (Cfr Laudato si, 1,2). Para armar la paz es necesario respetar los derechos de los demás y vivir con responsabilidad los deberes de cada ciudadano. Perdonar: Perdonar no es decir borrón y cuenta nueva, ni pensar, aquí no ha pasado nada, no. Perdonar es reconocer la situación que nos ha llevado a herirnos mutuamente. Perdonar es superar la conflictividad entre tú y yo. Perdonar es superar las pequeñas dificultades de cada día. Por ejemplo: el perdón se vive en cada instante y circunstancia de la vida, se logra cuando una pareja de esposos, van a su lecho de descanso en la noche, después de haberse perdonado y reconciliado, por las pequeñas fallas dadas mutuamente durante el día. ¿Y cómo se da cuenta alguien que ya está empezando a perdonar? Cuando ya no se le desea el mal a la otra persona; cuando se tiene la capacidad de hacerle el bien a la persona que causó la herida; cuando la persona herida es capaz de orar por la persona que le causó el mal. El perdón es sobre todo un don de Dios. Decía alguien: “Perdonar es muy difícil”, cierto, aún más, humanamente, perdonar es imposible. Para perdonar se necesita la gracia de Dios. De ahí la gran importancia de la fe. “Porque para Dios nada es imposible” (Lc 1,37). Todo es posible para quien vive desde la fe. Mario Benedetti, poeta uruguayo, decía: “El perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora”. Fe y esperanza: La fe, decía el Papa Francisco, es “mirar la vida con los ojos de Dios”. En la Sagrada Escritura, Dios siempre, siempre..., manifiesta la esperanza en el hombre. La fe y la esperanza, junto con la caridad, son las tres virtudes teologales que no pueden faltar en la construcción de La Paz. Debemos creer en el otro, tenemos que creer que el hermano quiere y puede cambiar. Es necesaria la esperanza, porque sin ésta virtud no tiene sentido la vida, el ser humano tiene que vivir esperanzado en que un mundo mejor y más fraterno siempre será posible. Sin caridad, no hay operatividad de la fe y la esperanza, porque es la caridad la virtud que finalmente engloba todas las virtudes humanas y sociales. Es la caridad, la virtud que hace creíble las demás virtudes humanas, sociales y religiosas. Unidad: Uno de los mayores retos que tenemos en Colombia y en el Caquetá, si queremos vivir en paz es el de creer en el otro y en los otros, creer en todas las instituciones y organizaciones que queremos aportar en la construcción de región. La unidad no es simplemente la suma de esfuerzos, es un inicio, pero no es suficiente. Unidad es capacidad de apostar todos por un mismo ideal. Unidad es interesarnos todos, por un proyecto común. El gran reto que tienen nuestro líderes y gobernantes es precisamente el de luchar por la unidad, para que entre todos construyamos un Caquetá en paz. Inversión social de contexto. Somos Amazonia. No podemos olvidar que la Amazonia es el gran pulmón del mundo y por bondad de Dios, por circunstancias mil y sobre todo por amor e identidad regional estamos en el Caquetá, puerta de entrada a la gran Amazonia, constituida por nueve países. Tenemos una gran responsabilidad histórica, estamos en el norte de la Amazonia y todo lo bueno o malo que hagamos los del norte, repercutirá en los del sur. La responsabilidad es inmensa y desafiante. Tenemos que respetar, amar y trabajar todos unidos por preservar este paraíso Amazónico, así le sumamos todos a La Paz. Oración. “Pidan y se les dará, llamen y se les abrirá, busquen y encontraran”, con ésta sentencia Jesús el Señor, invita a sus discípulos que tengan confianza en el Padre celestial, quien como ser bueno, dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Sin oración no hay vida cristiana auténtica. La oración es para la persona de fe como el aire que respira. La oración es el medio a través del cual hacemos contacto con el Padre misericordioso. Por eso, una de las mayores convicciones que hemos de profesar siempre, siempre…, es la de la oración. Dice la novena de navidad: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Pedir con fe, pedir confiando, pedir con insistencia, pedir con esperanza, esto es lo propio de nosotros. Tenemos que creer en el poder de la oración. Tenemos múltiples caminos pedagógicos para la oración, pensemos por ejemplo: En la Santa Misa, centro y culmen de nuestra vida cristiana. La oración con la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, debe ser nuestro texto de cabecera, allí contemplamos al príncipe de la paz. Si vivimos realmente desde la Palabra y para la Palabra de Dios, construimos paz. Es la Palabra de Dios la mejor herramienta para construir el edificio de la paz. Pensemos simplemente en las bienaventuranzas (Mt 5), “bienaventurados los que trabajan por la paz”. El santo rosario, la historia de amor y devoción a la Santísima Virgen María, es una herramienta maravillosa que muchas personas y culturas han tenido en cuenta en la lucha por la paz. Se trata de un instrumento sumamente sencillo y eficaz. En el santo rosario contemplamos el misterio de la muerte y resurrección del Señor, “príncipe de la paz”. En el santo rosario contemplamos la misión de María, proclama las maravillas que Dios ha hecho en ella. Oremos, oremos con el santo rosario, veremos cuanto bien nos hace y cómo a través de ésta preciosa oración construimos paz y fraternidad. Sanación interior. Si algo se convierte en una exigencia fundamental en éste momento histórico es el trabajo mancomunado por la paz interior o sanación de corazón. En Colombia y específicamente en el Caquetá existe mucho dolor y mucho es mucho. La violencia que se ha sembrado en nuestra región ha hecho que incluso por generaciones se viva sumidos en el dolor. Hay dolor por la desaparición forzada de seres queridos, por desplazamientos forzados, por abusos generalizados de las fuerzas que se han diputado y se siguen disputando el territorio… Con mucho dolor nos encontramos al compartir con las gentes del Caquetá: padres asesinados, madres asesinadas, hijos asesinados y desaparecidos, abusos sexuales, violencia intrafamiliar, violencia entre amigos y vecinos… Discernimiento y diálogo. Ninguno nació aprendido, nadie está hecho. El ser humano es un ser en continua evolución. “Es la vida la que lo forma a uno”. Nadie puede decir que posee un dominio absoluto del mundo, ni siquiera del mundo más próximo. ¡Cuantas veces, un simple mugre en el ojo, nos genera molestia y nos quita la paz!. Discernimiento y diálogo quiere decir, que debemos estar continuamente abiertos a las circunstancias de cada momento histórico, de cada “instante vital” del mundo, de la iglesia, de las comunidades y sobre todo de cada persona. El mejor acompañamiento es el que se hace “cuerpo a cuerpo”. “Nadie es perfecto, pero quien quiere ser nadie”. Absolutamente todos estamos en construcción… Todos aprendemos de todos. Discernimiento y diálogo para leer los signos de los tiempos, para saber cuál es el camino a seguir. Discernimiento y diálogo para descubrir el querer de Dios en el hoy de la existencia. Realmente, realmente, sólo se cuenta con el momento presente. Por eso, debemos vivir el presente con esperanza y optimismo. No podemos ser aves de mal agüero. No podemos ser profetas del pesimismo. Somos agentes evangelizadores y evangelizar es dar buenas noticias. No se nos olvide lo que decía el Papa Pablo VI: “La iglesia existe para evangelizar”. Tenemos que ser constructores de una nueva civilización, la civilización del amor, de la paz, de la cultura ciudadana, de la cultura de la vida. Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia

Lun 19 Sep 2016

Polarización

Por Mons. Ricardo Tobón - La fuerte polarización que está viviendo el país a raíz del próximo plebiscito sobre los acuerdos de La Habana es un problema serio, que amenaza la vida nacional. La sociedad se define, en efecto, como un conjunto de personas ligadas de manera orgánica por un principio de unidad que supera a cada una de ellas. Es una asamblea que perdura en el tiempo, recoge la herencia del pasado y prepara a cada uno de sus miembros para el porvenir. El ser humano posee la tendencia a asociarse de forma espontánea para alcanzar conjuntamente aquellos objetivos que individualmente exceden su capacidad (Cf CCE, 1880-1882). Se explica que algunos están por el Sí porque la paz es un bien deseable para todos, porque se acepta que el diálogo es el mejor camino para llegar a la paz, porque se sabe que es preciso encontrar la forma de que todos podamos caber en el país, porque hay disposición para perdonar a fin de lograr una mejor convivencia de todos los ciudadanos, porque después de sufrir tanta violencia se vive en la esperanza de que termine o se aminore el conflicto. Otros optan por el No porque hay temor de que no se diga la verdad sobre todo lo que se proponen los acuerdos, porque hay desconfianza en el Presidente y en las FARC, porque se ven signos que coinciden con el proceso seguido por países vecinos en su camino hacia el socialismo, porque el pueblo no ha podido asumir unos compromisos hechos en un gran hermetismo y que no responden a sus criterios y expectativas, porque se piensa que hay un atropello a la justicia o al Estado de derecho. Para superar esta grave polarización es necesario, en primer lugar, que se conozca plenamente la verdad. La mentira, tanto cuando retiene como cuando falsea la información, es un verdadero cáncer de la sociedad; en efecto, tergiversa la realidad, genera desconfianza y es una injusticia que aprovecha la buena fe de los demás en favor de los intereses propios y ocultos. La mentira más temprano que tarde provoca nefastas consecuencias. La polarización desaparece cuando hay una meta, un gran ideal, un propósito común con el que la mayoría está de acuerdo. Cuando se presenta un proyecto que se necesita y que abre horizontes de bienestar para todos, hacia él convergen como de forma natural las voluntades. Por tanto, hay que proponer el bien común tan válidamente que todos estén dispuestos a trabajar juntos y a renunciar por él a algunas cosas. La polarización queda sin consistencia cuando se tiene la seguridad de que lo que se va a hacer cuenta con la aprobación y el aporte de todos sin forzar las cosas con presiones jurídicas o publicitarias. Un pueblo no se compromete con lo que no ha asumido porque antes no lo ha analizado o no tiene la certeza de que se realizará honestamente y sólo en función del bien común. Para que cese la polarización hay que crear las condiciones para el perdón y la reconciliación. No tiene lógica que una propuesta de paz acreciente la violencia. La violencia está en la sociedad porque primero está en el corazón de cada persona. Para romper el círculo vicioso de la confrontación se requiere la lucidez y la generosidad que lleven a los ciudadanos a acogerse, en un acto de benevolencia, los unos a los otros. Es necesario, finalmente, alcanzar de Dios la gracia de que nos abramos todos a su plan sobre Colombia y que así cesen las visiones y los proyectos personales que nos dividen y nos enfrentan. Si seguimos buscando la victoria de un grupo sobre otro por las armas o por la astucia nos quedaremos engendrando nuevas formas de agresividad; entonces, los procesos de paz pasarán por encima de cada uno de nosotros, que seguirá produciendo odio, injusticia y violencia. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mié 14 Sep 2016

A los sacerdotes, religiosas, seminaristas y fieles laicos

Por Mons Luis Adriano Piedrahita Sandoval - El escuchar de nuevo el domingo pasado, 24º del tiempo ordinario, la parábola del hijo pródigo, me he animado a escribir algunas reflexiones que tienen que ver con el proceso que los colombianos vivimos en la actualidad de cara al plebiscito del próximo dos de Octubre. Las propongo como un aporte al descernimiento responsable que estamos llamados a hacer ante nuestra participación en tan importante evento ciudadano. ¿No es ésta parábola, me pregunto, una radiografía, de lo que puede estar sucediendo con algunos ahora, identificándose con el hijo mayor, que se resistía a que su hermano menor fuera aceptado de nuevo y reintegrado a la vida de la familia? En este proceso de discernimiento no podemos, como creyentes, dejar de lado la Palabra de Dios que está destinada a iluminar las circunstancias personales y sociales de nuestra vida de cristianos, lo que quiere decir que ella debe contar efectivamente, más allá de las consideraciones meramente humanas o políticas que se nos puedan ocurrir. La comisión permanente de la Conferencia Episcopal de Colombia emitió un comunicado el nueve de septiembre reafirmando el pensamiento de los obispos, que invitan a los fieles a interesarse por esta jornada y a participar en la consulta de manera responsable, con un voto informado y en conciencia, que exprese libremente su opinión. Se trata de una posición sobre el tema que “en modo alguno significa neutralidad de la Iglesia y los obispos frente a la construcción de la paz, ya que la reconciliación y la paz están en la entraña misma del Evangelio”. A la luz de este principio y con todo respeto a la opinión que cada uno de ustedes pueda formarse en el santuario sagrado de la conciencia individual, me permito invitar fraternalmente a colocar el énfasis en principios que son propios de nuestra fe cristiana. Uno es el de la valoración de la paz como un don preciado, del que el Señor Resucitado nos hizo sus depositarios: “Les dejo la paz, mi paz les doy; no se las doy como la da el mundo” (Juan 14,27). Sabemos que dicha paz no nos la van a dar los acuerdos de la Habana. Pero podemos entender este momento como una oportunidad que tenemos para que los colombianos nos empeñemos con especial compromiso en la construcción de la paz que viene de Dios. En este sentido van las recomendaciones que hizo la Asamblea Plenaria del Episcopado el mes de julio, de erradicar las raíces de las diversas violencias que padecemos: El alejamiento de Dios, la crisis de humanidad, la desintegración de la familia, la pérdida de valores y el relativismo ético, los vicios del sistema educativo, la ausencia del Estado o su debilidad institucional, la inequidad social, la corrupción. Son éstos los retos que tenemos todos como llamados a ser artesanos de la paz. Es bueno que nos preguntemos qué es mejor: ¿o vivir en la guerra o vivir en la paz? ¿Siete u ocho mil hombres armados creando violencia, o esos mismos desarmados y reintegrados a la vida civil? Otro es el énfasis que hemos de hacer en el futuro más que en el pasado. Del pasado debemos conservar la experiencia negativa de la violencia, guardar memoria, reparar las víctimas y los daños causados en la medida de lo posible. Pero, más importante, a mi manera de ver, es mirar el horizonte amplio y despejado del futuro. Esa era la mirada de Jesús: Como la mirada del Padre aquel que tuvo para con su hijo indisciplinado, del que se desatendió de su mal comportamiento para ofrecerle una vida renovada. A la mujer adúltera que se acogió a su misericordia solamente le exigió lo siguiente: “Vete y no peques más”. Otro es el énfasis que hemos de colocar en la justicia de Dios que es precisamente misericordia, más que en la justicia humana, que se queda en la mera retribución. Ese es precisamente el mensaje central de la parábola de Jesús: El hijo mayor no entendía la generosidad del Padre porque juzgaba según la justicia meramente humana, una justicia retributiva, de dar a cada uno lo que se merece; era incapaz de pensar de otra manera. Por el contrario, Dios no pasa cuentas, no hace preguntas, no pone condiciones, no le importa que le tomen del pelo: ¿Con qué garantías contaba este padre de que aquel hijo pródigo no iba a marcharse cualquier otro día, o no le organizara luego algún otro problema? Los invito a pensar más en las víctimas posibles, el dolor, el sufrimiento, las lágrimas, que sobrevendrán si la guerra continúa. Valoremos el don de la reconciliación que es, por cierto, el núcleo de la acción redentora de Cristo, quien siendo nuestra paz, por medio de la cruz derribó el muro divisorio de la enemistad (Ef 2,14ss), valoremos el mandamiento cristiano del perdón que es por cierto de las cosas que nos identifican como cristianos (Mt 5,46ss), valoremos la oportunidad de la reintegración y de una rehabilitación, la posibilidad de dar un giro a la vida. Pidamos al Señor el don de la paz y nuestro compromiso de construirla; pidámosle la iluminación de las conciencias, la reconciliación de los colombianos, las disposiciones necesarias para erradicar las múltiples raíces de la violencia. + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de Santa Marta

Lun 12 Sep 2016

Nuestro hijo es drogadicto

Por: Mons. Gonzalo Restrepo - Hace unos días nos dimos cuenta de que nuestro hijo, el menor, es drogadicto. No queríamos creer, nos resistíamos a reconocerlo. Le habíamos notado algunas cosas un poco raras y fuera de lo normal; sobre todo, en los últimos días ha estado muy reconcentrado, no quiere hablar con nadie, se le notan los ojos irritados y cuando habla, tiene un cierto “deje” que no es natural. En estoy días, cuando regresé de mi trabajo, lo encontré llorando, sin consuelo, me preocupé muchísimo y me senté a dialogar con él. Me dijo que se sentía muy solo y que como había perdido el entusiasmo por el estudio, no quería hacer nada. No tengo amigos, me siento sin familia, tengo miedo y desconfianza de todos los que se me acercan, ustedes dos, papá y mamá, siempre ausentes y nunca tienen tiempo para conversar, a veces ni los veo. Como madre, me sentí sumida en una gran tristeza y me sentí culpable. Lloré con él y los dos nos abrazamos. Seguimos conversando y yo le pregunté muchas cosas: si tenía novia, cuáles eran sus amigos, cómo se encontraba en la universidad, que hacía cuando llegaba a tan altas horas a la casa o cuando no llegaba, por qué no quería hablar con nadie, y ahora qué lo aquejaba para estar tan triste, si debía dinero, si lo estaban amenazando, en fin, quise entrar en su interior, y él, en medio de sollozos, me dijo que nada de lo que le estaba preguntando era su problema. Mamá, me dijo, estoy perdido, me siento desprotegido y con muchos temores; creo que yo no sirvo para nada ni voy a salir con nada en la vida, nadie me quiere, estoy solo. Quiero decirte que “soy drogadicto”, me desespero cuando no tengo dinero para comprar el paquetico, y por eso les he robado a ustedes y hasta en la calle; no sé por qué no estoy en la cárcel. Lo único que no he hecho es matar, pero creo que en mi estado, estoy a un paso de ser asesino. Mentiras he dicho todas las que quieras, he engañado a muchas personas y también las he involucrado en esto. No sé por que te estoy diciendo todo esto, porque también a ustedes mis padres les he perdido la confianza y hasta el respeto. Yo sé que los quiero mucho, pero la fuerza de la droga supera en mí todos los sentimientos y los deseos. En este momento me siento en el abismo y quisiera ayuda, pero creo que yo no seré capaz de salir adelante. Hijo mío, le dije, tienes unos padres y unos hermanos que te hemos querido mucho. Cuenta con nosotros; y él me respondió, no mamá, no quiero que nadie sepa, papá me mataría y mis hermanos me despreciarían. Tengo miedo y desconfianza de todos. Trataremos el caso con prudencia, le dije, pero déjame ayudarte. Ahora duerme y descansa. ¿Qué haré? No lo sé. Por lo menos pude acercarme a mi hijo y me comunicó su problema. Señor dame las luces para ayudarle, muéstrame el camino para recorrerlo con él y sacarlo adelante. Toda la noche me la pasé llorando y pidiéndole al Señor que me acompañara en este momento de dolor. Al final me tranquilicé y comprendí que empezaría a dar pasos y tuve la confianza de que saldríamos adelante. Una convicción profunda llenó mi corazón de paz: si lo acompañamos, si lo comprendemos, si no lo dejamos solo como hasta ahora, si le manifestamos el amor que le tenemos pero que pocas veces se lo expresamos, si manejamos este problema desde él y desde sus sentimientos, desde su vida y sus necesidades, desde sus temores y sus expectativas, yo creo que saldremos adelante. Señor acompáñanos e ilumínanos en este momento de dolor para todos. Yo sé que saldremos adelante y todos aprenderemos muchísimo de esta nueva experiencia, con tal de que la vivamos unidos, en familia y con el calor de hogar y que tu presencia no nos abandone jamás. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales

Vie 9 Sep 2016

Alegría - Misericordia

Por Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Estamos ahora en la altura del capítulo 15 de San Lucas, conocido como el texto de la misericordia. Dice la Palabra que se acercaban a Jesús los publicanos y pecadores para escucharlo y se acercan también los letrados y fariseos para murmurar. Ambos tienen la intención de estar atentos ante las palabras del Señor; sin embargo, cada grupo tiene su interés. Los publicanos y pecadores seguramente se han sentido tocados por su misericordia, ellos han visto que muchos de sus conocidos han sido transformados por su gracia y sanados integralmente por Él. En cambio los fariseos y letrados continúan anclados a la ley, siguen siendo cerrados a la misericordia de Dios; confían meramente en sus argumentos y en las seguridades humanas. Éstos se encuentran en su lugar de confort y por lo tanto no quieren permitir que la gracia toque sus corazones, porque los desinstala y los incomoda. Éste hecho da píe para que Jesús, el Maestro y Señor, manifieste una lección de misericordia y de alegría por el ofrecimiento del poder salvador de Dios Padre. La lección consiste en describir tres parábolas cuya enseñanza fundamental se fundamenta en el siguiente esquema: “pérdida”, “búsqueda”, “hallazgo” y “alegría compartida”. La primera parábola es la de la oveja perdida, que el pastor busca, encuentra y comparte la alegría con sus amigos. La segunda es similar, pero ahora la protagonista es una mujer, que tiene diez monedas y se le pierde una; parece ser que Jesús, el Maestro y Señor, quiere enseñarle a los fariseos y letrados la importancia de la mujer en la historia de la salvación. Finalmente encontramos la parábola del “hijo pródigo”, cuyo protagonista es el Padre. El esquema de las tres parábolas nos puede servir como punto de referencia en la meditación del misterio de nuestra vida. No se nos olvide lo siguiente: “De Dios venimos y a Dios tenemos que volver”. Dice San Agustín: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón vive inquieto hasta que descansa en ti”. Hemos partido de los brazos misericordiosos de Dios Padre, no vayamos a perder nuestro norte y si por algún motivo nos sentimos perdidos, por favor, retomemos la actitud del hijo menor: recapacitemos y volvamos a los brazos del Padre. Hermanos, vivir lejos de Dios no es ningún negocio, hacer ruptura con él trae graves consecuencias, porque perdemos el conducto normal de la gracia. Los invito a buscar afanosamente al Señor, Él nos está esperando y con seguridad que al hallarlo, no tardará en darnos su misericordia e inundarnos con su poder, su amor y su alegría. Solamente el amor de Dios, que es un amor estable y duradero, un amor que plenifica, nos garantizará vivir la alegría de la vida cristiana. Dice la Palabra: “Les digo que habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. Así define el diccionario la alegría: “Sentimiento grato y vivo producido por un motivo placentero que, por lo común, se manifiesta con signos externos”. En la parábola de la oveja perdida observamos la inmensa alegría del pastor al hallar la oveja perdida, porque la ha recuperado sana. ¿Somos como el pastor, sentimos alegría al ver que un hermano nuestro vuelve a la gracia? ¿Luchamos por anunciar el evangelio y compartir nuestra alegría de la fe con los demás o vivimos tranquilos y acomodados en nuestra fe? El hermano que abandona la fe en Dios es de gran valor y debemos ir en busca de él para recuperarlo y si es necesario incluso se le debe pedir perdón, por nuestro anti testimonio. No se nos olvide las siguientes palabras de Santa Eufrasia: “Una vida vale más que el mundo entero”. Hermanos, la conversión que nos pide el evangelio de hoy no es solamente la del pecador, sino también y sobre todo, la conversión de nosotros los “cristianos – católicos”, quienes nos hemos adormecido en nuestro celo pastoral y ya no salimos a buscar a las ovejas; es decir, no salimos a buscar a las personas perdidas, no tenemos tiempo para los demás. El mundo nos ha encapsulado en lo técnico y electrónico, andamos con tanta prisa y tan ensimismados, que no tenemos tiempo para escuchar al otro. No tenemos tiempo para atender bien al paciente, al penitente, al alumno, al campesino, al jefe, al empleado… Lo más grave aún, muchas veces, no somos acogedores con quienes algún día se fueron y ahora quieren regresar. No podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando a que la oveja vuelva sola y sin hacer nada para provocar su conversión. Como aquel pastor y como aquella mujer no podemos dormir tranquilos mientras una oveja esté perdida. Como el Padre de la parábola, debemos estar siempre dispuestos a recibir a tantos hermanos nuestros que hoy quieren volver, al regazo maternal de nuestra iglesia, porque se han dado cuenta que se han quedado con una visión recortada de la Palabra de Dios, se han quedado sin sacramentos y sin la maternidad de la Santísima Virgen María. Una de las grandes claves de la evangelización de hoy se encuentra en la acogida. Como cristianos debemos crecer más y más en ser más acogedores y fraternos en compartir más nuestra vida y nuestros sentimientos. Si de verdad, verdad, queremos construir una sociedad más fraterna y en paz, necesitamos ser acogedores. El acoger al otro es el primer gesto de la misericordia. Cuando el “hijo prodigo vuelve a casa, lo primero que sintió fue la acogida cariñosa y sin limites de su Padre. Por favor, vivamos nuestra vida sin envidias, sin resentimientos, sin dolor. La imagen de nuestra fe en Dios no puede ser la que nos presenta el hijo mayor. La imagen modelo para nosotros es la del Padre: acogedor, fraterno, desprendido, cariñoso, expresa su amor sin limites, todo lo ofrece. Como dice Fausto en la canción soñando con el abuelo: “No hay que dar de lo que sobre, sino lo que está faltando”. Así es el Padre, así debe ser nuestro compromiso. No vivamos nuestro presente llorando el pasado, ni llorando el porvenir; vivamos nuestro presente al estilo del “hijo menor”, cuando decidió regresar al Padre lo hizo inmediatamente y lo único que encontró fue alegría y misericordia. El corazón alegre hace tanto bien como un medicamento. Vivamos, vivamos con alegría hermanos, que Dios nos ama y nos ofrece su misericordia Tarea: Continuar con la lectura del libro del Eclesiástico. Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia