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Actualidad

Mar 8 Sep 2020

Directora de PJ Colombia en informativo #EntérateLive

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través de la pastoral de jóvenes (PJ), ha sido la encargada de presentar en esta ocasión el informativo #EntérateLive, un espacio digital de la Región Andina (conformada por Perú, Ecuador, Bolivia y Colombia) en el que se comparten saberes, proyectos y sueños en el campo juvenil. En la reciente entrega, Manolo Castro, integrante del Equipo Nacional de Pastoral Juvenil, compartió con la Hermana Arelis Gaviria, directora encargada de los departamentos del Estado Laical y Lugares Eclesiales del Episcopado Colombiano, las principales acciones y proyección de esta Pastoral en el país. Durante el encuentro, la religiosa paisa, consagrada hace 22 años a la comunidad de las Hermanas Franciscanas Misioneras del Niño Jesús, quien es también docente, se refirió a la gratitud y expectativa con la que ha asumido el servicio encomendado, destacando el trabajo articulado que se ha logrado en torno a la propuesta de un Plan Nacional que muestra el rumbo de la Pastoral Juvenil en Colombia. En esta línea, precisó como desafíos, en el contexto actual, la formación a nivel local, regional y nacional y el acompañamiento en tiempo de pandemia. ““la PJ Colombia no se ha detenido (…) Es nuestro propósito, en todo escenario, acompañar a los jóvenes en sus sueños y proyectos (...) A ellos,que son terreno sagrado y vivo de la fe de Dios, les animamos a crecer cada vez más en la Palabra de Dios y en su misión que es la de anunciar a Cristo, que murió y resucitó por nosotros”. Principales actividades desde la hora cero del confinamiento “La PJ de Colombia no ha parado, antes bien se ha dado a la tarea de repensarse y reinventarse, desde el Equipo Nacional, el Equipo Asesor, el Equipo Nacional de Formación, el Equipo Nacional de Comunicaciones, manteniendo reuniones semanales con el fin de darle continuidad a los procesos y actividades programadas, siempre acompañados por el presidente de la Comisión Episcopal del Estado Laical, monseñor José Roberto Ospina, y la directora encargada”, resaltó uno de los integrantes del Equipo Nacional de la PJ. Dentro de las actividades con los jóvenes se destaca: el desarrollo de concursos, tertulias, festivales, asambleas diocesanas, eventos culturales, live streaming, que han contado con la participación de invitados especiales como religiosas, sacerdotes y laicos que evangelizan a través de redes con Facebook y Tik Tok.

Vie 4 Sep 2020

Microcurso gratuito: Cibermisión, Evangelio sin barreras

La Fundación Universitaria Católica del Norte, desde el Centro de Estudios Teológicos Benedicto XVI, presenta el Microcurso: Cibermisión, Evangelio sin barreras, “un espacio de formación que pretende ofrecer herramientas de contexto para que todos los bautizados, llamados a ser discípulos misioneros, comprendamos el actual lenguaje de la cibercultura y, a través de ella, llevemos el mensaje del Evangelio”, explican los organizadores. El curso, que es gratuito y con posibilidad de certificación, inicia el próximo 21 de septiembre, tendrá una duración de 12 horas y contará con el apoyo, en diversos procesos, de las Obras Misionales Pontificias - Colombia. Comprenderá, además, 2 módulos de aprendizaje: 1. Fundamentos básicos para la evangelización en la Cibermisión 2. La Cibermisión desde las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) como nuevo areópago de la evangelización [icon class='fa fa-download fa-2x']Más información aquí[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x']Inscripciones aquí[/icon] Contacto: P . Luis Fernando Rojas Chavarría, coordinador Centro de Estudios Teológicos Benedicto XVI – UCN Cel: 310 436 60 61

Vie 4 Sep 2020

Comisión de Conciliación de Buga lidera campaña para ayudar a prevenir Covid-19 en la zona rural

En el contexto de la nueva fase de aislamiento selectivo de distanciamiento y responsabilidad individual que vive el país frente a la pandemia, la Diócesis de Buga, a través de su Comisión de Conciliación Regional (CCR) liderada por monseñor José Roberto Ospina Leongómez, con el apoyo de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN), presentó virtualmente la campaña de comunicaciones: ‘En la zona rural al coronavirus le vamos a ganar’, que busca contribuir a la prevención del contagio de coronavirus en las áreas rurales del municipio de Guadalajara (Buga). La iniciativa, en su fase inicial, está compuesta por una serie de piezas gráficas y audiovisuales con contenido pedagógico y de sensibilización sobre las medidas de bioseguridad básicas para la población campesina, frente a sus actividades agrícolas y de comercialización. La difusión de este contenido se realizará a través plataformas digitales, puntos físicos estratégico de la zona rural, medios de comunicación comunitarios, diocesanos y masivos, a nivel local y regional. El proceso de réplica también contará con el apoyo de diferentes líderes campesinos que han hecho parte de estas y otras actividades que anima esta Comisión de Conciliación Regional. La Secretaría de Agricultura, la Secretaría de Salud y diferentes instituciones educativas del municipio, de las que hacen parte algunos de miembros de la CCR, también se han sumado a esta propuesta, “que se hace aún más necesaria partiendo del reconocimiento de la precariedad del sistema de salud con el que cuentan estas áreas en diferentes regiones del país, que puede elevar el nivel de riesgo de la población campesina frente al coronavirus”, precisan los creadores de la campaña. De acuerdo con el Jorge Arturo González, miembro de la Comisión Regional, la primera fase de la campaña se ha proyectado para dos meses, pero a mediano y largo plazo se espera poder animar, desde ese organismo, otros procesos relacionados con el fortalecimiento del servicio de salud en esta población, desde áreas como la telemedicina. [icon class='fa fa-download fa-2x']Piezas audiovisuales aquí[/icon] La CCR de Buga y su acompañamiento permanente a las comunidades rurales Esta actividad se enmarca en un decidido proceso de acompañamiento que desde hace varios años viene haciendo en este territorio la Iglesia Católica mediante la CCR y la CCN a las comunidades rurales, que ha dado frutos como la “Política Pública de Desarrollo Rural Integral” (acuerdo municipal 056 de 2019) y la estrategia de “Nodos de desarrollo rural para la paz”. De ahí, que el próximo 12 de septiembre la Comisión de Conciliación Regional de la Diócesis de Buga, en alianza con Uniminuto y el Instituto Mayor Campesino (IMCA), y gracias al apoyo solidario de Adveniat, la organización de ayuda de los católicos en Alemania, ponga en marcha un Diplomado en Educación Rural Pertinente. Mediante esta actividad gratuita, que se realizará bajo metodologías virtuales y de presencialidad intermitente, dichas instituciones buscarán facilitar a los participantes conocimientos y herramientas para el liderazgo en procesos educativos, útiles para la vida y la transformación de los contextos rurales, sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales de la región que contribuyan al desarrollo integral de la población rural en el marco de reconciliación y paz y la Política de Desarrollo Rural.

Mar 1 Sep 2020

‘Ritual de reconciliación’, una escultura colombiana en los jardines del Vaticano

José Augusto Rivera, un artista colombiano comprometido con la paz, hace un llamado al reencuentro, la resiliencia y al perdón a través de sus obras. En este momento prepara su escultura “Ritual de reconciliación”, la cual será ubicada en uno de los jardines del Vaticano. Rivera creció en Berbeo, Tolima, un municipio que hace décadas era el destino de quienes migraban a causa del conflicto armado. “Allí tuve la fortuna de nacer, ese pueblo y región me dieron a mí unos aportes invaluables para lo que sería mi carrera como artista. Yo crecí oyendo a los abuelos contar historias de Antioquia y Medellín, al punto que, para mí, Medellín era la capital del mundo. Esto me permitió dejar volar la imaginación”, aseguró José Augusto Rivera para el canal televisivo Telemedellín. Desde niño su madre le inculcó el amor por el arte. Acuarelas, papeles y pinceles eran los regalos que Rivera recibía y con los que empezó a forjar su carrera sin siquiera saberlo. Pero fueron las dificultades de su vida, el entorno y el país lo que hicieron al artista de hoy en día. “Mi padre tenía un almacén y era el representante de los medios de comunicación allí, en las horas del mediodía yo era el encargado de recibir los periódicos y revistas en la estación del cable para llevarlos y venderlos, entonces me tocaba leerlos para saber qué decían. Así conocí todo lo que pasaba en la década de los 50, lo que se vivía en los campos… Me enteré de cosas terribles siendo apenas un niño”, comentó. Su pueblo también ha sido víctima del conflicto armado y a él, infortunadamente, le tocó ver escenas tan fuertes como asesinatos y cuerpos desmembrados. Fue esto lo que hizo que tomara la determinación de trabajar por la paz y la trasformación social a través de su arte. ‘Ritual de reconciliación’ es una obra que empieza a gestarse hace 5 o 4 años atrás, cuando aún el Gobierno Nacional y el grupo exguerrillero FARC-EP se encontraban en diálogos en la Habana para lograr la firma del Acuerdo de Paz. Según José Rivera, “supe que debía hacer una escultura que representara ese momento y así resultó. Es la representación de unos seres humanos que se reúnen después de la tragedia para reconfortarse, renovar sus vínculos, proyectar la vida, revivir las historias, consolidar los principios y continuar una vida tranquila y pacífica”. Esta hermosa y pequeña escultura de 17 cm fue conocida por los líderes de la región de Urabá mientras se llevaba a cabo un evento en donde desmovilizados de las FARC-EP pedirían perdón a las víctimas de la masacre que se dio en La Chinita. Fue en este espacio donde el entonces Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, maravillado con la obra le pidió al artista llevarla a Bogotá para buscarle otros destinos. Así fue como desde el Senado de la República se aprobó entregar esta obra al Santo Padre como un reconocimiento a su compromiso con el proceso de paz. La escultura reposa hoy en una de las oficinas del Vaticano, razón por la que José Rivera propuso hacerla monumental para los jardines de la sede principal de la Iglesia Católica. Por medio de un oficio, el Papa Francisco expresó su gratitud y la importancia de esta obra, mencionando también en qué lugar se ubicaría el nuevo monumento. Desde entonces la obra ha evolucionado con el paso de los años, pero su mensaje sigue siendo el del reencuentro y la reconciliación. Ahora, en un tamaño más grande, se pueden observar más detalles de las personas que conforma esta obra. Para el escultor, “cada uno de los personajes tiene una relación estrecha con quienes lo circundan, por ejemplo, hay una cabeza de un bebé que se está inclinando hacia la cabeza del padre que también se está inclinando, ahí hay una expresión de afecto. También hay una adolescente y ella se abraza con los adultos, pero se empina porque ella quiere ser grande para, en plenitud, participar de lo que se está realizando. La relación del perrito con el resto del grupo es muy importante, no es solo lo que el perrito está haciendo sino lo que debemos entender que está sucediendo con la naturaleza. Hay un elemento nuevo y es que yo concebí que esta escultura no tuviera distinción de raza, condición social o política, en esta escultura incluí a una mujer afro y hacer enviar también un mensaje de no discriminación”. Tomado de: https://caritascolombiana.org/

Mar 25 Ago 2020

Diócesis de Barrancabermeja recuerda vida y obra de mons. Jaime Prieto, apóstol de la justicia y la paz

En el décimo aniversario de la partida a la Casa del Padre de monseñor Jaime Prieto Amaya, la Iglesia Católica en Barrancabermeja, a través de su obispo, monseñor Ovidio Giraldo Velásquez, recordó y exaltó su legado como apóstol de la justicia, la paz y el desarrollo integral, durante dieciséis años de pastoreo en este territorio. “Entendió, monseñor Prieto, que la unión con Dios, el vivir en referencia a Él como una rama agarrada al tronco, requería la valoración de la vida, la justicia, la equidad, la paz, la fraternidad y la comunitariedad (…) Supo, nuestro recordado obispo, que el primer paso era la escucha, el diálogo, crear canales de encuentro y de reconocimiento de los habitantes del territorio para encontrar y construir con ellos los senderos de la reconciliación, la paz y el desarrollo integral y sostenible”, destacó monseñor Giraldo Velásquez . Durante la celebración eucarística del 25 de agosto de 2020, en memoria de quien en vida “supo afanarse primariamente por la evangelización y el acompañamiento pastoral”, se animó a la comunidad a “seguir cultivando su legado en la nuestra región”. “La vida y la obra de monseñor Jaime Prieto nos ayuda a entender la tarea que hoy nos corresponde, nos alienta y compromete, sobre todo, por su confianza tan grande en el amor de Dios, en su providencia, en su misericordia y en su fidelidad a su promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde no haya ya más llanto ni infamia, donde las lanzas se transformen en podaderas y ya nadie más se adiestre para la guerra”. Monseñor Jaime Prieto Amaya falleció el 25 de agosto de 2010, siendo obispo de la Diócesis de Cúcuta.

Mar 25 Ago 2020

"Hemos llegado a un punto escandalosamente doloroso"

Esta ha sido la expresión de Monseñor Elkin Álvarez Botero, secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), tras referirse a las masacres que siguen ocurriendo en varias regiones de país. El prelado en diálogo con la agencia católica ACIPRENSA lamentó lo que está pasando y advirtIó que estos asesinatos no son hechos aislados, sino que tienen que ver con fenómenos que suceden de tiempo atrás. A continuación la entrevista con ACIPRENSA: Mons. Elkin Álvarez Botero, secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), lamentó que con las recientes masacres ocurridas en los últimos días, se ha llegado a un punto “escandalosamente doloroso” en el país. “Creemos que detrás de estas masacres hay una degradación muy alta de la violencia. No sabemos de dónde proviene y las reales causas de esto, pero hemos llegado a un punto escandalosamente doloroso para el pueblo colombiano”, dijo el también Obispo Auxiliar de Medellín en declaraciones a ACI Prensa. Las masacres en el mes de agosto han cobrado la vida de 42 personas. La última ocurrió el domingo 23 en el municipio de Venecia, en el departamento de Antioquia, donde fueron asesinadas tres personas, incluyendo un menor de edad. Mons. Álvarez dijo a ACI Prensa este lunes que “según lo que hemos conversado con los obispos de las regiones afectadas, estas masacres no son hechos aislados, tienen que ver con fenómenos que suceden desde hace muchos años”. Recordó que el Episcopado siempre los ha denunciado, así como lo ha hecho ante “la economía ilícita que genera todo el proceso del narcotráfico”. “No sabemos a ciencia cierta qué grupos están comprometidos en esto, pero probablemente haya grupos armados ilegales de los que ya son conocidos y que están causando terror en la región”, agregó el Obispo. “El Episcopado colombiano ha emitido un comunicado reclamando nuevamente el derecho a la vida que es el derecho fundamental, pidiendo a los grupos armados cesar la violencia y pidiendo al gobierno más intervención y presencia en estas regiones; y pidiendo además que se sigan concretando los acuerdos de paz, para poder seguir trabajando con regiones donde haya más seguridad en la vida de todas las personas”, resaltó el Prelado. Un día antes de la masacre del municipio de Venecia, fueron asesinadas seis personas en el departamento de Nariño y otras dos están desaparecidas. El 21 de agosto ocurrieron dos masacres. Una en el municipio rural de El Tambo, en el departamento del Cauca, donde fueron asesinadas seis personas que habrían sido ejecutadas por miembros de la disidencia de las FARC. La otra masacre ocurrió en el corregimiento El Caracol en el departamento de Arauca, donde la disidencia de las FARC habría sido la autora de los cinco asesinatos. El 18 de agosto tres miembros de la comunidad indígena awá fueron asesinados en el departamento de Nariño. Tres días antes, ocho jóvenes fueron ejecutados en el pueblo Catalina del municipio de Samaniego, también en el departamento de Nariño. El 12 de agosto fueron asesinados cinco menores de edad en el Llano Verde, un barrio en el oriente de Cali, en el departamento del Valle del Cauca. El 2 de agosto fue reportada una masacre de seis personas en el área rural del municipio de Puerto Santander de Cúcuta. El 23 de agosto, el presidente de Colombia, Iván Duque, indicó a RCN que “hay personas que dicen que las masacres volvieron o los asesinatos colectivos volvieron; y es que no volvieron porque no se han ido, desde 1998 tenemos 1.361 incidentes de estos en el país y en nuestro Gobierno llevamos 37, el 2.7% de estos hechos. Estos crímenes deben enfrentarse sin hipocresía y con determinación”. Tras visitar Cali y Samaniego, el mandatario dijo que “lo primero que tenemos que hacer es esclarecer los hechos y que los culpables se conozcan y tengan sanciones ejemplarizantes por los hechos deleznables”. En declaraciones a ACI Prensa, Mons. Elkin Álvarez resaltó que “en las regiones afectadas las diócesis están muy presentes ante este tipo de hechos. La presencia de los sacerdotes en las comunidades es valiosa y muy tenida en cuenta”. “Ha habido acompañamiento a los familiares de las víctimas y también se siguen con todos los procesos de paz a nivel eclesial, buscando la reconciliación y llamando a defender la vida”, concluyó. Fuente: Agencia católica ACIPRENSA

Mar 25 Ago 2020

Frente a la trata de personas, el trato fraterno y solidario

Por: Ilva Myriam Hoyos Castañeda, Consejo Latinoamericano CEPROME. Intervención en el Webinar sobre “La Iglesia Iberoamericana contra la Trata: un crimen contra la humanidad”, realizado el 21 de agosto de 2020 por el Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la protección del Menor (CEPROME), adscrito a la Universidad Pontificia de México, en alianza con el Centre for Child Protection de la Pontificia Universidad Gregoriana, el Consejo Episcopal Latinoamaricano ( CELAM) y la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR). La enseñanza de la actual pandemia No resulta fácil entretejer las paradojas de este tiempo de derechos, a la vez, tiempo de pandemias. Derechos proclamados solemnemente en constituciones y convenciones, pero todavía en camino para ser garantizados de manera efectiva. Pandemias reducidas no sólo a la del Coronavirus, sino a todas las situaciones endémicas que hacen de la sociedad actual una sociedad enferma. El virus del 2020 nos ha colocado frente a situaciones dolorosas, generadoras de miedo, zozobra e incertidumbre. Pero también, nos ha invitado a repensar el lugar que ocupamos en el mundo, a indagarnos sobre la presencia del otro en nuestras vidas y de manera más radical a cuestionarnos respecto del modo de vivir nuestra fe. La actual pandemia ha causado muchos males, pero, en cierto sentido, ha sido una epifanía, una manifestación visible de bienes considerados invisibles. Además, ha dejado mirar y escuchar su voz profética. No hemos sabido reconocer, sin embargo, esas otras pandemias o no hemos querido reaccionar de la misma manera como lo hemos hecho frente al virus que nos ha golpeado a todos indistintamente. Hay pandemias de pandemias y cada una de ellas tiene su propio sello. La pandemia de la esclavitud de los seres humanos Hablemos de una sola de esas pandemias sociales, conocida como “trata de personas”. Intentemos aproximarnos a esa realidad, al parecer, distante, lejana, desconocida y ajena a nuestra propia experiencia personal. Admitamos que la palabra “trata” genera equívocos y resulta necesario desvelar su sentido originario. Viene del verbo “tractare” y significa “tirar” o “arrastrar”. Tiene de suyo un carácter peyorativo enriquecido por el sentido histórico otorgado: se tiran o se arrastan las cosas, aquellas susceptibles de ser descartadas. Literalmente trata es “arrastrar” a los seres humanos para comerciar con ellos y usarlos como objeto de compra o de venta, considerarlos mercancía, explotarlos ejerciendo los atributos del derecho de propiedad, es decir, actos de dominio como señor y dueño. Dominar a otro no tiene otro calificativo que esclavitud. Éste es el drama de la trata de personas: esclavizar seres humanos y fomentar la cultura del descarte. La expresión usada, hasta hace menos de un siglo, para significar el tráfico de mujeres europeas hacia Asia o África sometidas a explotación sexual fue “trata de blancas”. A pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional por eliminarla, dado su carácter discriminatorio, todavía sigue utilizándose. La trata no tiene color: no es blanca, ni negra. Tampoco se identifica con un sexo ni tiene exclusividad en uno o dos continentes; es personal y, por tanto, afecta a toda la familia humana. El fenómeno de la trata se nutre de esa condición tan propia de los seres humanos, expresión de nuestra libertad, de movilizarnos o trasladarnos de un lugar a otro. Nos movilizamos porque somos libres. Los traficantes de seres humanos buscan obtener el consentimiento de las víctimas mediante engaños y artimañas, el cual, de llegar a darse, está viciado porque sin libertad no hay consentimiento alguno. Ahí está el quid de la trata: ilusionar engañando. Comprar sueños y deseos, cautivar para silenciar voluntades. Impedir al ser humano tener morada propia y transformar a una persona en un bien de consumo. Para producir el fenómeno de la esclavitud, los tratantes o traficantes de ilusiones de vida construyen redes generando un entramado de vasos comunicantes a través de los cuales cazan, pescan, capturan, sujetan y marcan a sus “siervos útiles”. Frente a los vejámenes o maltratos ocasionados no hay escrúpulo ni arrepentimiento alguno, tampoco derecho oponible. La lógica de la trata se acrecienta encadenando almas y multiplicando el mal. Su lógica del dominio sigue al pie de la letra las reglas de la lógica del mal. En cada una de sus fases, manipula, intimida, violenta o elimina, si el “esclavo” deja de ser útil. En (i) la captación, atrae a la persona con la finalidad de adueñarse de su identidad y dominar su voluntad para fines de explotación; en (ii) el traslado mueve a una persona de un sitio a otro y le desarraiga de su entorno de origen, crianza o habitación. Corta todos los vínculos afectivos para evitar el contacto de la víctima con la familia o amistades o redes sociales de apoyo; y en (iii) la explotación obtiene beneficios económicos o placenteros a través de la participación forzada de la víctima, por ejemplo, en actos de prostitución, servidumbre sexual o laboral, incluidos los de pornografía y producción de materiales pornográficos. Conocidas son sus técnicas: engañar, acallar, silenciar, seducir, aislar no sólo a las víctimas, porque los tratantes de manera sutil han ido logrando el silencio social, la indiferencia, la permisividad, la tolerancia, la apatía y todas aquellas formas perversas que han terminado por negar la esclavitud del siglo XXI, a pesar de que exista mendicidad forzada, matrimonio servil, tráfico de órganos, adopciones ilegales, turismo y explotación sexuales, pornografía y ciberacoso. Si, un conjunto de servidumbre, estructurado en las reglas de un mercado sediento de placer y deseoso de acumular riquezas y de extender el dominio de unos seres humanos sobre otros. Este fenómeno ha fortalecido la delincuencia transnacional organizada que compite a nivel nivel mundial con las drogas y las armas. El sometimiento de las personas, el dominio sobre ellas implica un proceso complejo, propiciado en situaciones, tales como, la desesperación por falta de oportunidades, los deseos de encontrar un mundo mejor, las desventuras por las experiencias familiares y la vergüenza ocasionada por las debilidades humanas. La trata se alimenta de legítimas ilusiones de hombres y mujeres: querer una vida mejor, esperar un futuro distinto, soñar en un mundo de posibilidades. También se nutre de ese desenfrenado consumo, promovido por los mass media, que nos vende la idea de un estilo de vida que no corresponde a la realidad y nos convoca, sin importar la legitimidad de los medios, a buscarlo y alcanzarlo. Los sistemas judiciales tienen, en igual forma, responsabilidad en el acrecentamiento del fenómeno de la trata, porque ante las deficiencias en la tipificación del conjunto de acciones que configuran este delito, han construido un sistema impune y han impedido castigar a los tratatantes y a las mafias que los soportan y han terminado, de manera kakfiana, castigando a las víctimas. Cualesquiera que sean las razones que pretendan aducirse es reprochable el actuar de los nuevos traficantes: despojar a hombres y mujeres de su humanidad, borrar su subjetividad, obnubilar su memoria, despojar su corporeidad, anular su voluntad, cortar sueños y arrebatar sus derechos naturales, inalienables y sagrados. La pandemia del “egoísmo indiferente” El Papa Francisco ha denunciado ese “atroz flagelo”, calificado por él mismo como “trágico fenómeno”, “plaga aberrante”, “herida en el cuerpo de la sociedad contemporánea”, “llaga en la carne de Cristo”, “crimen contra la humanidad” y “una de las heridas más dolorosas de nuestro tiempo”. Ha reconocido, y lo ha hecho ante la comunidad internacional, que enfrentar a las redes de tratantes sobrepasa las competencias de una nación y hace necesaria una movilización de dimensión comparable a ese fenómeno. Además, Francisco no ha perdido oportunidad para hablar sin tapujos, evitando distracciones y eufemismos. Ha denunciado que la causa principal de la trata no está en los traficantes de la carne humana, sino en el egoísmo sin escrúpulos y en la indiferencia hipócrita de habitantes del mundo que disfrutan de los beneficios y servicios de esa cadena completa de explotación e indignidad. Frente a esa dura y dolorosa realidad es iluso pensar que acciones individuales o grupales son suficientes para intervenir en todas las fases de la nueva servidumbre de los seres humanos y que incluso las Orientaciones Pastorales sobre la Trata de Personas, elaboradas por la Sección Migrantes y Refugiados de la Santa Sede, aprobadas por Francisco y dadas a conocer en 2019, resuelven el reto de los católicos frente a un virus peor que el mismo Covid 19: “el egoísmo indiferente”. Ésta es la pandemia de las pandemias, propiciadora de una complicidad cómoda y muda, que enmascara no sólo nuestros rostros, sino nuestras conciencias. Son necesarias declaraciones, convenciones y leyes que tipifiquen el crimen de la trata de personas como delito de lesa humanidad a través de las cuales se tipifiquen de mejor forma sus diversos elementos constitutivos, así como las acciones preventivas para erradicarla haciendo uso, entre otros medios, de campañas o programas de capacitación, formación o sensibilización, fundamentadas en derechos humanos y en el destímulo de la demanda. Sin embargo, no podemos quedarnos con documentos bien intencionados, pero deficientes frente al reto de generar un cambio de paradigma, una transformación social y una conversión personal. El antídoto ante la pandemia de la trata: las relaciones fraternas y solidarias Pero, entonces, ¿Qué debemos hacer los católicos? ¿Cuáles son los desafíos de nuestro actuar? Una aclaración previa. La Iglesia no es experta en la prevención, atención e intervención de la trata de personas. Tampoco lo es en la adopción y en el seguimiento de políticas específicas para hacer frente a esta pandemia. Esas no son sus tareas. Si es su misión brindar una mirada esperanzadora desde la fe, proclamar el Reino de Dios, que es de sanación y salvación, de justicia y paz. A partir de esa mirada es legítimo alzar la voz para gritar: ¡Basta ya del dedo inquisidor que acusa a otro de ser traficante de seres humanos! ¡Basta ya de esconder nuestro rostro haciendo uso de la nueva máscara y dejar de mirar los rostros heridos de las víctimas de los traficantes de esclavos! El grito “basta ya de la trata de personas” encuentra eco en los versos del profeta Isaías: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz, que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Is 5, 20). Repetir una y otra vez “basta” puede resultar siendo una acción sinsentido si cada uno de nosotros deja pasar la oportunidad de responder a esa pregunta bíblica que resuena de manera novedosa: “¿Dónde está tu hermano?”. Recordemos la indolente y provocadora respuesta de Caín ante la pregunta del mismo Dios por la muerte de Abel: “No sé. ¿Acaso, soy yo guardián de mi hermano?” (Gn 4, 9). Esta respuesta rompe, salta al vacío, visibiliza la ausencia de vínculos, defiende la desatención del otro. Además, sepulta a la familia y propicia un proceso de deshumanización que perdura hasta nuestros días. Esa pregunta y esa respuesta fratricidas nos ponen en una encrucijada: queremos o pretendemos ser apóstoles de la prevención pero no vivimos en nuestra cotidianidad la vocación originaria de ser hijos de un mismo Padre y, en consecuencia, no podemos reconocernos en nuestra condición de hermanos. Seamos sinceros, si no aceptamos vivir de acuerdo a esa doble condición, la de hijos y la de hermanos, no podemos recuperar la humanidad del otro. Ni comprenderlo ni sanarlo ni amarlo. Tampoco nacer de nuevo. Insistiré, a título de ejemplo, en cuatro desafíos, no exclusivos ni excluyentes, para ser apóstoles de la prevención. Sí, pero, serlo de manera coherente. 1. Es imperativo rescatar el principio cristiano de la fraternidad, recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). Estos son sus términos: “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” (artículo 1º). Ese comportamiento o nuevo trato es posible –siguen siendo palabras de la Declaración– porque “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” (primer considerando). Es hora, por tanto, de promover en red un nuevo trato digno entre los hombres, es decir, fraterno y solidario. 2. En medio de esta pandemia, otro de los desafíos que debemos enfrentar es recuperar el sentido trascendente de la dignidad creatural y filial, excluyente de la dialéctica del amo y del esclavo. La voz de todos los miembros de la Iglesia debe hacerse sentir con la finalidad de renovar la conciencia de que cada ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Imagen al haber salido de las manos de su Creador y estar llamado a la comunidad con Él. Semejanza por la cercanía originaria a su Dios, pero que crece o decrece con el tiempo, según estemos en mayor armonía con Él. La dignidad como don y tarea espera la respuesta humana. También la respuesta de los miembros de la Iglesia. 3. La trata de personas no tiene la última palabra. Otro desafío es asumir con valor nuestra condición profética para denunciar y erradicar la trata. Es momento de ser conscientes de que debemos ser guardianes de nuestro hermano o hermana y de mirar en el rostro dolido de cada otro a ese prójimo, mi próximo, que más que recibir quiere dar: donar su dolor y “darse a sí mismo”. 4. En la hora de ahora no dejemos de ser tocados por la víctima de trata y de reconocerla como dadora de amor. Comprometámonos, ese es otro desafío, para aceptar y acoger su presencia entre nosotros. Ella es un tú a quien podemos decirle: “Eres sacramento”. Generemos caminos esperanzadores para quienes logran liberarse de sus traficantes, dado que también los excluimos, los rechazamos, los señalamos y les obligamos a buscar otros “amos” para poder sobrevivir. Si el antídoto de los antídotos, la inmunidad última, la vacuna deseada y esperada para defendernos del virus de la esclavitud de este siglo XXI, es el amor fraterno; acojamos y hagamos vida las palabras de San Juan de la Cruz: “Adonde no hay amor, pon amor, y sacarás amor”.

Mar 18 Ago 2020

Rechazo de obispos colombianos por asesinatos de jóvenes

Ante los últimos acontecimientos de las masacres de 13 jóvenes, 5 en Cali y 8 en Samaniego (Nariño), los obispos del país han emitido un mensaje en el que rechazan estos hechos, oran por las víctimas y se solidarizan con las familias de los fallecidos. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]