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Lectio Dominical

Vie 29 Mayo 2020

Domingo de Pentecostés

Primera Lectura: Hch 2,1-11 Salmo: Sal 104(103),1ab+24ac. 29bc-30.31+34 (R. cf. 30) Segunda Lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 Evangelio: Jn 20,19-23 Introducción Los cincuenta días que ha conmemorado la Iglesia en la pascua, culminan con una fiesta de origen campesino, en la cultura judía, llamada Pentecostés; esta celebración, es adoptada por el cristianismo y va a simbolizar, la forma en que, el Señor, aviva las fuerzas de una comunidad eclesial que, camina inspirada por la fuerza y el poder del Espíritu Santo, el mismo que se hace presente en la fundación de las primeras comunidades cristianas. El mismo que hasta nuestros días, sigue prolongando la experiencia de un Dios que se queda con su pueblo y, en él vierte todo su amor de Padre, por medio de su Hijo y con la potencia trasformadora de amor que inflama el Espíritu Santo en sus dones, ministerios, carismas y acciones. Es de esta manera como en la liturgia de la palabra, en esta solemnidad que llena de alegría y esperanza a la comunidad: • En este pasaje lucano, en oración, se hace visible el relato del Pentecostés, no deja elementos sueltos, todo aquello que narra tiene coherencia y fundamento. • El salmista pone su confianza en el poder de su único Dios y Señor y, por ello, alaba a Dios con todas sus fuerzas, mente y ser. • San Pablo, por su parte, en su relato, hace énfasis en la unicidad que aporta la fuerza del Espíritu Santo en la comunidad. • San Juan, en este pasaje del evangelio, centra el foco de atención en la vida de una comunidad apostólica, la cual, recibe el soplo del Espíritu Santo de parte de su maestro y Señor. Razón por la cual los apóstoles se dispondrán a perdonar pecados y en esa liberación, recibirán el envío a evangelizar. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El relato lucano del Pentecostés es una exaltación de la acción del Espíritu Santo, en la conformación del ideal de la Iglesia desde su comprensión en las primeras comunidades cristianas. El pueblo reunido a la espera de la efusión del Espíritu Santo era diverso en su nivel cultural y múltiple, por ende, en la manera de hablar, pensar y vivir. De allí que Lucas señale la participación de doce nacionalidades diversas, dejando ver la complejidad que podía significar la comunicación de aquellos coprotagonistas de la acción. El mismo texto de los Hechos, presenta a los apóstoles reunidos en el cenáculo, aclarando que ellos estaban “sentados”, queriendo expresar, que el fuego del amor del cual quedará inflamada la comunidad, pondrá a los seguidores del Señor en acción, por ello, el relato tiene dos escenarios, al interior y al exterior del recinto en donde se da el gesto de la manifestación paráclita, en una escena rodeada de fuego y diversidad. La perícopa usa una forma de comparar algunos signos presentes en el relato, por ello subraya que el Espíritu Santo descendió -como- ráfagas de viento. Es así como la presencia en Jerusalén de “hombres piadosos”, que residían allí, provenientes de distintas partes del mundo, le dan al Pentecostés, un matiz universal y multicultural. Por ello, no en vano, Lucas alistará en el texto la presencia de partos, medos, elamitas, cretenses y árabes, al igual que nombrará residentes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, Cirene y Roma; todos ellos, le darán una fuerte connotación de la diversidad y, al tiempo, universalidad de la salvación que ha venido a traer Cristo. La catolicidad en la fiesta del Pentecostés, está reflejada en la muy rica y prolifera participación cultural que, el narrador, de los Hechos, plasma en la descripción que hace de aquellos que fueron testigos directos de la acción abrazadora del fuego del Espíritu Santo. Continuando con la mirada en los textos de esta liturgia, el salmo 104 está cargado de figuras y representaciones de Dios como luz o esplendor. Por ello, la presencia glorificada de Dios en el texto, es una evocación de la fuerza que emana un Dios que da vida y genera confianza con su eterno poder. Por esta razón, la aclamación del salmista, es una invitación a alabar la bondad y fuerza de ese Dios que se hace presente e ilumina la vida e historia de su pueblo. En la segunda lectura, la figura con la que el apóstol Pablo representa a la Iglesia en la primera carta a los Corintios, es la del cuerpo, de allí que concentre su reflexión sobre la manera en cómo se manifiesta la Iglesia unida en la diversidad de órganos que tiene el cuerpo. Pero, la evocación y similitud que quiere establecer, el apóstol, se centrará en la diversidad, conexión directa con el relato del Pentecostés. La representación de la unidad está escenificada en el bautismo, pues por medio de él, el Espíritu Santo, purifica y santifica a los miembros del cuerpo místico de Cristo, es decir, de la Iglesia. Por esto en el marco de la solemnidad del Pentecostés, el texto del evangelio de Juan, comienza con una precisión de carácter cronológico: “la tarde del primer día de la semana”, si se tiene en cuenta el momento en que surgen los relatos joánicos, se puede constatar, que ya hay una vasta experiencia por parte de las comunidades cristianas, que tenían la asamblea de los domingos como una evocación de la resurrección de Jesús. Pero, en el texto no todo es festivo, el miedo ha invadido el corazón de los apóstoles, que se encuentran encerrados por miedo a los judíos, por tal razón, la presencia del resucitado, como portador de paz, es un preludio del fuego que abrazará la vida e invadirá los corazones de los creyentes. Así, la presencia de Jesús en la comunidad como el portador de paz, “paz a ustedes”, se convierte en una manera clara de descubrir que la paz que porta Jesús no es la misma que los apóstoles reclamaban de su maestro (Lc 12, 51). Por tanto, la paz que porta el Señor, es la presencia viva y ardiente del Espíritu de amor del Padre. El Resucitado soplará sobre su comunidad como signo de vida y al tiempo envío misionero. Por esta razón, la figura de Jesús soplando en el texto, nos remonta al Génesis en donde Dios mismo, insufla sobre el hombre y de allí recibirá vida el ser humano. De esta manera, el soplo es la vivencia creadora de Dios, el mismo que encargará a su comunidad la concomitante tarea de perdonar y retener los pecados, como signo de liberación y sanación al tiempo, de esta forma, el texto del evangelio les recordará a los creyentes, su vocación de bautizados y portadores, por ende, de la fuerza y los dones del Espíritu Santo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Pentecostés es el cumplimiento de la promesa de amor del creador, que insufla vida sobre todo aquello que alienta vida; de la misma manera que el Hijo, en la figura de Cristo, porta la paz y sopla su Espíritu, renovando todo aquello que vibra con la fuerza del Creador. Por tanto, la Iglesia que se reúne en el primer día de la semana, está invitada a reavivar su fe bautismal por medio de: • Una contemplación de la figura del Espíritu Santo, que, para el cristiano, es el amor del Padre que se derrama por la humanidad, en el irresistible amor de Dios por su creatura más amada. • En Pentecostés, se celebra, la fuerza del Espíritu Santo presente en los ojos y oídos del creyente. • Si en el texto Veterotestamentario, en Pentecostés, Dios renovaba su alianza con el pueblo, en el Nuevo testamento, Dios renueva su pacto de amor con la Iglesia y la santifica con el fuego ardiente de su Santo Espíritu. Es así como en la celebración del Pentecostés se actualiza, el deseo de una Iglesia que vive por el bautismo de la fuerza del Espíritu Santo y que se hace don que santifica, protege e impulsa a anunciar con la Palabra y el testimonio la Buena Noticia del evangelio, el cual renueva y, al mismo tiempo, libera del pecado entendido este -como llevar la vida por mal camino-. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la celebración de la fiesta del envío de la Iglesia a evangelizar, con la fuerza del Espíritu Santo, se hace propicio renovar las promesas del bautismo como signo de unión con el deseo de Cristo de enviar a su Iglesia a contagiar con la fuerza de su Espíritu, a todos aquellos que quieran vivir del amor misericordioso del Padre; pues en esta celebración, la Iglesia de nuevo se siente animada e impulsada a proclamar el amor de Dios presente en el Hijo y derramado con su Espíritu de amor. Por ello, como lo menciona el papa Francisco en diversas ocasiones: “en medio del frenesí de la sociedad actual, es el Espíritu Santo quien pone orden en medio de los afanes de la vida”, por ello no se puede dejar pasar la ocasión para que la comunidad de fe, pida la gracia del amor que proviene del Padre para poder discernir en medio de las turbulencias de la vida, qué es lo que proviene de Dios y qué es aquello que aleja al creyente del reconocimiento del amor de Dios presente en la vida. Es así como Pentecostés es la oportunidad de renovar el llamado a la santidad, pues, el Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, tal y como lo menciona el papa Francisco diciendo en Gaudate et exsultate: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo”. Por ello, celebrar esta fiesta al cierre de la pascua, se convierte en una manera de recordar la vocación a la santidad, a la cual la Iglesia ha sido y seguirá siendo llamada. Recomendaciones prácticas: 1. Puede ambientarse el lugar con un candelabro de siete velas representando los siete dones del Espíritu Santo. 2. Puede ponerse esta frase en la cartelera comunitaria: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. 3. Tener presente que esta Solemnidad tiene formulario propio para la Misa de la Vigilia y la Misa del día, pp. 279-287 del Misal. Es conveniente seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con el “Reunidos en comunión” propio. 4. Misa Vespertina de la Vigilia: Esta Misa de la vigilia puede celebrarse de forma más extensa o más abreviada

Jue 21 Mayo 2020

Evangelizar es convertir todo cuanto carece de esperanza en vida

Primera Lectura: Hch 1,1-11 Salmo: Sal 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6) Segunda Lectura: Ef 1,17-23 / Evangelio: Mt 28,16-20 Introducción Los textos que la liturgia sugiere para esta solemnidad de la Ascensión del Señor, son una evocación de la experiencia que la comunidad apostólica vivió en la comprensión de la dimensión misionera presente en su experiencia con el resucitado. Por ello, tres ideas pueden ser consideradas centrales en la reflexión de la palabra de este Domingo. • La importancia de la figura de Teófilo, nombre que traduce, “el amigo de Dios”, pues a él se dedica el texto de los Hechos de los Apóstoles y a lo mejor, aquel personaje, puede ser una evocación del llamado que el cristiano experimenta en su vocación de permanecer en constante encuentro con el Señor. • San Pablo, el apóstol de los gentiles, en la carta a los Efesios, le recordará de nuevo a la comunidad el valor de tener a Cristo como centro de la vida comunitaria. • El llamado misionero de Jesús a su comunidad apostólica, presente en el texto del evangelio de Mateo, se recalcará en el envío misionero y la asignación de la tarea que, los seguidores de Cristo, tendrán en el cumplimiento de la vocación que tiene la Iglesia de evangelizar por mandato divino. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La redacción del libro de los Hechos de los apóstoles, es atribuida a un reconocido, sistemático y hombre que antes de escribir, respeta las fuentes y ante todo, organiza con rigor y método los acontecimientos que narrará en un evangelio que tiene dos partes. Lucas el médico sirio, compañero de Pablo, cultivado en el ambiente griego; es el responsable de la redacción del prólogo que se proclama en la primera lectura, en este domingo, y que, al mejor estilo del autor, presentará la forma que ha sido su método de redacción. Sin embargo, la idea que estará de fondo marcando el trasfondo de la reflexión, está centrada en la manera en que cronológicamente, Lucas resaltará el momento de la Ascensión como el acontecimiento fundante en la vivencia que los apóstoles tienen de amor por su Señor. De esta manera, el texto contendrá una acción que presentará a Jesús, instando y enviando a vivir, a la comunidad, bajo el impulso del Espíritu Santo y la experiencia de tener los pies en la tierra y la mirada en el cielo, es por ello que, el mismo evangelista lo planteará con la interrogación a los apóstoles en el momento de la Ascensión: -“Galileos ¿Por qué permanecen mirando al cielo?”-, el cuestionamiento es una evocación de los relatos en los que los mensajeros de Dios, se presentan como los portadores de una noticia que desacomoda a los receptores del mensaje. San Pablo, por su parte, en su carta a los Efesios, le recordará a la comunidad, el valor que tiene el recibir de parte de Dios, el Espíritu de sabiduría y de revelación, para poder hacer que en todo aquello cuanto se hace, la marca de Cristo esté presente. De esta forma Pablo, instó a los cristianos a mantener la presencia del resucitado presente en todas las obras, pues todo el que ama al Señor, con el don de la sabiduría, procederá prudentemente en sus obras y de esta manera podrá reflejar en su vida y con sus actos, la presencia del Dios vivo y presente en su vida. El texto del evangelio de Mateo en su capítulo final, se ha convertido en el pasaje titular en la comprensión de la dimensión misionera de la Iglesia. Las palabras del mandato misionero presente en esta perícopa, han transcendido la comprensión de la identidad de la comunidad creyente. La fuerza del envío de Jesús a sus discípulos debe seguir retumbando en el corazón de los seguidores del Señor. El imperativo categórico de “vayan al mundo entero”, es la carta de presentación de aquellos que, desde su testimonio de vida, muestran con sus gestos y actos, la presencia, viva y resucitada de Dios mismo en la vida. Pero al tiempo que Jesús ordena el envío misionero, hace también una promesa, y es aquella de permanecer y estar hasta el fin de los tiempos, con aquellos a los que ha enviado. Este recuerdo de la figura paternal de Dios, se prolongará en el alma y corazón de la comunidad eclesial hasta nuestros días. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La liturgia de la palabra de este domingo, es una evocación a la importancia que tiene en la vida del cristiano, la misión de evangelizar con la vida y las obras. Al estilo de Francisco de Asís que enviaba a sus hermanos a evangelizar, con la consigna clara de predicar el evangelio, evitando las palabras. Es así como, portar el evangelio es mostrar con la vida, la existencia de un Dios que es amor; por tanto, la tarea que la Iglesia vive es aquella que el mismo papa Francisco ha insistido desde el inicio de su pontificado que se centra en vivir el dinamismo de una Iglesia en salida, aquella que llega hasta las periferias geográficas, pero, ante todo, transforma, con su testimonio de amor, las periferias existenciales. Por tal razón, celebrar la solemnidad de la Ascensión del Señor es, recordar la misión que tiene la Iglesia de evangelizar con los pies en la tierra, es decir, con la conciencia clara de la manifestación de Dios por medio de los signos de los tiempos. Como creyentes, todos los cristianos, están llamados a dejar que sea Dios quien, con su Espíritu, transforme las situaciones deshumanizadoras de la sociedad. En medio de la desesperanza del mundo, el cristiano está llamado a ser un faro en la oscuridad, el cual ilumine con su luz la vida de tantos hombres y mujeres que, en el mundo, han perdido el rumbo, y se aferran a falsas esperanzas, quizá por la poca fuerza de testimonio que los creyentes deben darle a la sociedad. Los galileos mirando al cielo hoy, son todos aquellos que olvidan que la fe está llamada a verse reflejada en las obras de amor y misericordia por los otros, por el prójimo y en especial por los más necesitados de nuestras comunidades eclesiales. Por tanto, evangelizar es convertir todo cuanto carece de esperanza en vida, es renovar el compromiso de reflejar con el amor, que Dios está vivo y que su presencia, se encarna en los dolores, alegrías, tristezas y demás vicisitudes de la vida. La comunidad cristiana que se siente enviada por Jesús a evangelizar, sale de la comodidad de su fe y se compromete con las acciones que le ayudan a reconocer la presencia de Dios en la carne sufriente, pero, ante todo, en la fe esperanzadora del discípulo que, mirando al cielo con los pies en la tierra, regresa a Jerusalén, consciente de la cruz a la que no debe rechazar, porque ya hace parte de su existencia. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La comunidad de fe vive del envío que el Señor mismo les hace a sus apóstoles. Por tanto, dispuestos a acoger el don de la sabiduría, le suplicamos al Señor que la promesa que le hizo a sus seguidores haga parte de la esperanza que mantiene viva la vocación a la que él mismo llama a la Iglesia. Por esta razón, la comunidad eclesial permanentemente abre su corazón a la escucha del mensaje de liberación y renovación que ha dejado el resucitado. De este modo, acoger el don de Cristo ascendiendo al cielo, es un signo de comunión con la misión de la Iglesia, pero al tiempo, es compartir el destino y la prolongación de la acción de Dios presente en medio de la comunidad con su promesa de estar hasta el fin del mundo. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Sería oportuno hacer hoy el rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial, al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058. 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. Esta solemnidad tiene Misa de la Vigilia (en la tarde del sábado) y Misa del día. El Prefacio es propio de la solemnidad; y si se hace la Plegaria Eucarística II o III, en el memento (Acuérdate, Señor…) hay un recuerdo propio para esta Solemnidad de la Ascensión del Señor. 4. Conviene favorecer un momento de sagrado silencio después de la comunión para alabar a Dios en el corazón y darle gracias (Cfr. OGMR 45). 5. Recordar que en este día se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sería recomendable tener presente el mensaje el Papa. 6. Invitar a la comunidad a mantenerse en espíritu de oración en la novena de preparación para la solemnidad de Pentecostés. 7. Tener presente que el domingo, 31 de mayo, es la Solemnidad de Pentecostés. Sería muy importante preparar y celebrar la Vigilia de Pentecostés en un ambiente de oración, de encuentro eclesial de todos los grupos apostólicos de la parroquia, resaltando que con la fiesta del Espíritu Santo se concluye el tiempo pascual.

Jue 7 Mayo 2020

Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida

Primera Lectura: Hch 6,1-7 Salmo: Sal 33(32),1-2.4-5.18-19 (R. cf. 22) Segunda Lectura: 1P 2,4-9 Evangelio: Jn 14,1-12 Introducción En nuestro itinerario pascual, al contemplar la grandeza de la Resurrección de Cristo, nosotros como bautizados, nos vemos reflejados y proyectados como nuevas creaturas; veamos cómo la Palabra de Dios nos ilumina y nos desafía: • Así como los bautizados en Cristo crecen en número (signo elocuente de la acción fecunda del Espíritu), al mismo tiempo genera nuevas tareas que desafían la propia pastoral, exigiendo cuidado y atención hacia todos, especialmente hacia los más desfavorecidos (Conversión Pastoral). • Los bautizados, somos hombres y mujeres, que, por la fuerza renovadora de Cristo Resucitado, ofrecemos un culto también renovado por el Espíritu: nuestra vida ofrecida a Dios Padre por la salvación y el bien de nuestros hermanos (Fe bautismal y compromiso cristiano). • A través del bautismo nos hemos unido a Cristo Jesús (Rom. 6, 3-4), por tanto, gracias a este misterio de comunión pascual, las palabras y las obras del Señor se reflejan en nosotros, para que los hombres y mujeres de nuestro mundo, vean y experimenten que Dios está vivo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En estas lecturas pascuales, es significativo ver cómo la presencia y la acción del Resucitado obra maravillosamente en la vida de los Apóstoles, pues al ser impulsados por la fuerza del Evangelio, se lanzan a proclamar que Jesucristo es “el Camino, la Verdad y la Vida”, siendo capaces, así, de afrontar cualquier dificultad o persecución. De este modo “la Palabra iba cundiendo y en Jerusalén crecía el número de discípulos”, pero cuando una organización crece rápidamente, surgen todo tipo de problemas, la mayoría de ellos giran alrededor de cómo manejar y estructurar ese crecimiento. En la primitiva comunidad cristiana, encontramos, por un lado, a los judíos nacidos y criados en Palestina que hablaban el arameo; y, por otro, a los judíos griegos o helenistas que habían adoptado la cultura griega. La raíz del problema, que hoy se menciona, se encuentra, en que los judíos hebreos, a quienes se les había enseñado que era legítimo el rechazo y el desprecio hacia cualquier aspecto religioso-cultural no-judío, sin embargo, aunque habían abrazado la fe, todavía albergaban algún resentimiento contra los helenistas, tal vez creían que los judíos griegos no merecían o no tenían derecho a tanta atención como a ellos. De tal división surgieron murmuraciones, quejas y lamentaciones. ¿Porqué? Todo parece indicar que había cierto favoritismo. La mayoría de los alimentos que se distribuía a los necesitados, si no todo, era administrado por los judíos hebreos y los judíos griegos sentían que sus necesitados estaban siendo rechazados, y se evidenciaba cierto favoritismo hacia los que tenían necesidad entre ellos. Ante tal situación, los Apóstoles reconocen que no pueden estar presentes en todos los campos de acción de la tarea evangelizadora, en ello el ejercicio de la caridad. Debido a esto, eligen a siete colaboradores idóneos para que les ayudasen en el arte de servir (diakonein), atendiendo de manera imparcial a los necesitados (las viudas). En la segunda lectura, el Apóstol Pedro nos recuerda que todos, sin excluir a nadie, por el bautismo “somos una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios” y todos “entramos en la construcción del Templo del Espíritu”. La carta, escrita de manera exhortativa, posiblemente enmarcada en alguna celebración litúrgica pascual, nos señala los rasgos esenciales de nuestra fe bautismal. En los versículos propuestos para este Domingo; el Apóstol nos describe el nuevo culto, inaugurado por la Pascua de Cristo, que ya es no puramente externo, sino que exige la entrega total del bautizado; esto es, el cristiano ofrece “sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo”, esto es la vivencia continua de la Pascua de Cristo, que es pasar de la muerte a la vida, salir de las tinieblas para entrar en su luz maravillosa. El Evangelio se ubica dentro de los discursos de despedida que Jesús dirige a sus discípulos en el marco de la Última Cena. El capítulo 14 está precedido, por la siguiente situación: tras los anuncios que Jesús hace sobre la traición y negación, de parte de algunos de los discípulos, y su partida inmanente; un estado de angustia, confusión y tristeza caen en el corazón de los discípulos. Es por eso, que al comienzo del capítulo encontramos el llamado de Jesús a no angustiarse, sino a creer en Dios y en Él. Sus palabras, más que consoladoras son prometedoras, y es por eso que el Señor les invita creer, a esperar y confiar. Los versículos 2 y 3 van muy juntos; está la promesa de muchas moradas para los discípulos en la Casa del Padre; y al final, el anuncio de Jesús que volverá para llevarse consigo a los suyos a estas moradas. Se trata aquí de alentar; los discípulos deben estar seguros de que a la larga no serían separados de su Maestro, sino que se encontrarán allí donde también Él estuviese. Temáticamente se anuncia una nueva manera de comunión entre Cristo y los suyos, y el mismo Jesús es el camino que conduce hacia aquel lugar prometido (ver el anhelo del hombre por ver la Morada de Dios: Salmo 42,3). Los versículos siguientes (5-7), se distingue por un diálogo entre Jesús y los discípulos. En medio de la preocupación ante la partida del Señor, Tomás inicia el inquietante diálogo, preguntando sobre el camino hacia el lugar donde va su Maestro; a lo que el Señor le responde que Él es camino en la medida en que es la “verdad” que anuncia la revelación procedente de Dios, que lleva a la vida. La estructura del v.6 corresponde a la de otras “palabras revelatorias” en el Evangelio de san Juan (las palabras: “Yo Soy”). Los últimos versículos que el texto nos ofrece, son una continuación de las inquietudes de los discípulos, ahora el turno es para Felipe. Esto sirve de ocasión para desarrollar el tema de la “visión de Dios” en la “visión” de Jesús, tal certeza reside en la unidad de Padre e Hijo en su recíproco “estar-en-el-otro”. En el v.10 se muestra tal unidad, tanto en el hablar como en el obrar. Esta unidad de “palabras” y “obras” de Jesús se manifiesta también en Jn 15, 22.24, donde se expresa una estrecha relación de ambos elementos, como base de la fe. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Durante el tiempo de Pascua, vamos leyendo y meditando en los Hechos de los Apóstoles las distintas experiencias que vivieron la primitiva comunidad cristiana. Ellos, como modelo paradigmático, nos ayudarán a ver, juzgar y actuar sobre nuestras experiencias pastorales, impulsándonos a una conversión pastoral, tanto de los agentes, como de las mismas estructuras. Por tanto, las dificultades que vivieron los primeros cristianos (salvaguardando la diferencia espacio-temporal) son nuestras mismas dificultades, y los desafíos a los cuales ellos se enfrentaron, son los mismos que hoy nos interpelan. El texto de este domingo nos ayudará a iluminar cómo una mentalidad cerrada y “clericalista” nos llevará a la prevalencia de la institución sobre la persona, a la exclusión, y a “esterilización” de la fuerza de la caridad, desfigurando la belleza transformante de la Pascua. Sin embargo, en muchas ocasiones, los problemas y dificultades de la vida cotidiana, pueden llegar a interpelar y desafiar nuestra fe y nuestra esperanza, exigiendo certezas que iluminen y den una respuesta adecuada. En el evangelio encontramos ideas interesantes que el Señor da a los discípulos, cuando llega la ansiedad, la angustia y la incertidumbre: confianza en su palabra ante la dificultad que se atisba o se vive, esperanza en las promesas porque el Señor es fiel y veraz a su Palabra, comunión en el obrar porque el “Yo” reclama un “Tú” derivando en un “nosotros”, necesario en el progreso personal y comunitario; es por eso, que el misterio de la Trinidad, en la comunión y misión de las divinas personas, es la fuente y el fin de la renovación misionera de la Iglesia. No olvidemos que la Iglesia, en cuanto estructura humana, encuentra en Cristo, su fundamento absoluto (camino, verdad y vida), esto es, que, transformada por la Pascua, comunica la Vida verdadera que se encuentra en Cristo; para que, a través de la Palabra que se predica y avalada por la caridad, indique el Camino, que lleve a encontrar la auténtica Verdad que tanto inquieta y atrae el corazón del hombre de hoy. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Con sinceridad, descubrir que a nivel personal todavía encontramos resistencias, las cuales repercuten negativamente en el desarrollo de la pastoral y en el ejercicio de la caridad. Si Cristo Resucitado y el Espíritu Santo dan a cada bautizado la gracia que transforma, ¿qué es aquello que la está obstaculizando? Si la realidad de nuestro mundo nos está desafiando ¿cómo estamos respondiendo ante tal desafío? ¿será que nuestras estructuras eclesiales (diócesis, parroquia o grupos pastorales) tienden a encerrarse y a excluir? RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Se pueden resaltar y colocar en cartelera la frase. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” e insistir en las palabras: Jesús, Camino, Verdad, Vida, Iglesia, Comunidad. 2. Sería oportuno hacer hoy el rito para la bendición y la aspersión del agua, en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058. 3. Podría seguirse la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias III: «Jesús, camino hacia el Padre», Misal, p. 524, por hacer clara mención de Jesús como el camino, la verdad y la vida. 4. Puede usarse la fórmula de bendición solemne, durante el tiempo pascual, (Misal, p. 473). 5. Este domingo coincide en Colombia con el día de la Madre. Sería conveniente presentar el carácter maternal de la Iglesia, de esta manera se podrá enriquecer aún más, el mensaje renovador del tiempo pascual (ver Catecismo de la Iglesia, 2030-2051). 6. Tener presente que en esta semana de mayo: • El miércoles13, es la memoria libre de la Bienaventurada Virgen María de Fátima, oportunidad para evitar a la comunidad a continuar en el ambiente pascual en compañía de María, motivando el rezo del santo Rosario en familia. • El jueves 14, es la fiesta de san Matías, apóstol. • Este mismo día tendrá lugar el evento mundial convocado por el Papa Francisco: “Reconstruir el pacto educativo global”, “Necesitamos un pacto educativo global que nos eduque en la solidaridad universal, en un nuevo humanismo “. Oremos con fe y acompañemos al Papa. (https://bit.ly/2mHMu9E) • El viernes 15, es el día del Educador. Puede celebrarse la Misa votiva en honor a san Juan Bautista de la Salle, patrono de los educadores.

Vie 1 Mayo 2020

Jesucristo, el buen pastor, ha resucitado. Él es el pastor y nosotros somos su grey que es la Iglesia

Primera Lectura: Hch 2, 14a.36-41 Salmo: Sal 23(22),1-3a. 3b-4.5.6 (R. 1) Segunda Lectura: 1P 2,20b-25 Evangelio: Jn 10,1-10 Introducción • En los Hechos de los Apóstoles, el apóstol San Pedro, luego de haber recibido el Espíritu Santo de Dios, declarando en medio de la comunidad que Jesús fue crucificado por ellos y que Dios lo constituyo Señor y Mesías, los llama a cada uno a que, escuchando el mensaje de la palabra, se conviertan y se bauticen para que reciban el don de Dios y el perdón de sus pecados. • En la segunda lectura el Apóstol Pedro, en su carta, da un mensaje de aliento a quienes están en el camino de la conversión, y habla de Cristo, quien muriendo por ellos fue ejemplo para ganar la vida eterna. • En el evangelio Jesús habla a sus discípulos y les dice que es necesario entrar por la puerta, porque aquel que no lo hace es ladrón y solo desea hacer estragos; en efecto Él les explica que se refiere a Él mismo como pastor y guía del rebaño, quien desea otorgarles en abundancia la vida eterna. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Este pasaje del evangelio, nos relata una parte de la parábola del buen pastor, allí Jesús habla a sus discípulos, les dice que quien no entra por la puerta, sino que salta la tapia, es un ladrón, porque quien entra por la puerta es el pastor de las ovejas, las ovejas conocen a su pastor, obedecen a su voz, atienden a su llamado, pero a la voz de un extraño las ovejas no obedecen porque no la conocen y huyen de quien les llama. Cuando les explica esto, las personas no entienden a qué se refiere Jesús, quien, al percatarse, explica que Él es la puerta, por la que entran las ovejas y, de igual forma, el Buen Pastor; Jesús les dice que Él está allí para otorgar la vida eterna en abundancia, que a diferencia de quien salta la puerta, para robar y matar, Él quiere conceder la paz, el amor, la misericordia y la esperanza. La palabra en la primera lectura, del libro de Hechos de los Apóstoles, continua con el discurso de Pedro, que se desenvuelve en tres partes, aquí pedro que ya ha hablado sobre la crucifixión y muerte de Jesús, conmueve el corazón de la asamblea oyente, la pregunta que le hacen entonces es: ¿Qué tenemos que hacer hermanos?, la respuesta de parte de Pedro es clara, conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesús, para que los pecados sean perdonados y el Espíritu Santo llegue también a ustedes; finalmente aceptan las palabras y se hacen bautizar. En el salmo de súplica e intercesión, el salmista reconoce a Dios como pastor, que cuida y protege del mismo modo como el pastor cuida de su rebaño, lo guía hacia el redil y lo lleva a verdes praderas; esta figura de Dios hace honor a su nombre y a su función como Padre; el Señor, siempre está cuidando a sus hijos, por eso no tienen miedo, ni de la oscuridad, ni de la maldad, porque el Señor siempre está con ellos, los protege. La palabra en la segunda lectura, en la carta del Apóstol san Pedro, invita a la comunidad a mantenerse firme en el sufrimiento causado por el seguimiento de Cristo, colocando el ejemplo de Cristo mismo que, habiendo padecido por cada uno de ellos, se mantuvo firme y con humildad soporto los dolores y los sufrimientos dando, así, ejemplo; el que no había cometido ningún pecado, recibió insultos, maltratos, amenazas e injurias, pero aun así se entregó por cada uno de nosotros, dice Pedro: “sus heridas nos ha curado”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Jesucristo, el buen pastor, ha resucitado. Él es el pastor y nosotros somos su grey que es la Iglesia. Somos llamados en medio de la efusión del gozo pascual a escuchar su voz; cada uno de nosotros es pensado y querido por Dios por eso nos llama por nuestro nombre, nos conduce, como canta el salmista, hacia verdes praderas, hacia fuentes tranquilas, nos guía por el sendero justo, el Señor no se olvida de ninguno de sus hijos, se acuerda hasta del más pequeño, porque en su mente está el protegernos y su clemencia es eterna. Él con su amor nos hace volver al camino verdadero del cual nos hemos extraviado por culpa de los extraños. El enemigo con su voz nos cautiva y nos seduce con falsas promesas de felicidad, nos hace desviar del camino recto porque nos promete distintas cosas que resultan ser efímeras, nos alejamos entonces del Señor, pero su cayado nos corrige, su voz nos traspasa el corazón, nos libra de las cañadas oscuras del pecado y nos convierte; ese cayado, que simboliza su poder como pastor supremo, es usado por Dios para alejar la maldad de sus ovejas, igual que el pastor usa el cayado para proteger las ovejas, así Jesús nos protege del maligno que, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. El señor nos salva del maligno para que demos testimonio de Él, como pastor y obispo de nuestras almas y así su Padre sea glorificado. Cristo resucitado nos ha liberado del abismo donde andábamos desca- rriados, ahora nos conduce hacia fuentes tranquilas porque, con su resu- rrección, ha restaurado la creación y ha curado nuestras heridas, heridas que fueron causadas por el pecado, pero que Él ha sanado con su pasión, muerte y resurrección. Reconozcamos en el resucitado la puerta del aprisco: Jesucristo, Señor y Mesías. Solo quien entra por la puerta se salvará, Cristo mismo nos hace participar de los buenos pastos que son su palabra y los sacramentos, solo quien se acerca a estos pastos tendrá vida en abundancia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Con el salmista clamamos al Señor que siga siendo nuestro Buen Pastor para que nos sostenga en el compromiso de ser discípulos misioneros en su Reino: “El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan…” (Sl 23,1-3). Igualmente, suplicamos al Señor, cuide de su rebaño que es la Iglesia: “Pastor Bueno, cuida con amor de tu rebaño y dígnate conducir a las praderas eternas las ovejas que redimiste por la sangre preciosa de tu Hijo” (Oración después de comunión, del cuarto domingo de pascua). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Este Cuarto Domingo de Pascua tiene un marcado acento pastoral, se podría colocar la imagen del «Buen Pastor» en un lugar visible del templo, con la frase “Yo soy el buen Pastor” u otra para el caso. 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. Pudiera seguirse el Prefacio de Pascua III: «Cristo vive e intercede siempre por nosotros», Misal, p. 377, por hacer referencia a Cristo que se ofrece por nosotros y nos defiende con su intercesión. 4. Se celebra hoy la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sacerdotales. Por esto, invitar a la comunidad a orar de manera más especial por las vocaciones al ministerio ordenado, así como por todos los ministros para que sean fieles al encargo recibido. Se podría tener en cuenta el mensaje del Santo Padre para esta ocasión. 5. En este día se celebra la Jornada Nacional de la Infancia Misionera.

Vie 24 Abr 2020

La alegría pascual nos invita a reconocer al Señor vivo y resucitado

Primera Lectura:Hch 2,14.22-33 Salmo:Sal 16(15),1-2+5.7-8.9-10.11 (R. 11a) Segunda Lectura:1P 1,17-21 Evangelio:Lc 24,13-35 Introducción - En los Hechos de los Apóstoles, Pedro da testimonio de Cristo resucitado, citando al rey David, habla de uno que no será abandonado en el lugar de la muerte y que no experimentará la corrupción, la promesa que había hecho Dios a David de sentar en su trono a un descendiente suyo, se cumple en Cristo, a quien Dios resucitó y exaltó a su derecha. - La primera carta de Pedro, habla de la liberación por la cual Cristo, con su sangre preciosa, ha rescatado al hombre de la muerte, manifestando al mundo la gloria de Dios por medio de su resurrección y haciéndonos partícipes del amor de Dios. - El evangelista narra la aparición de Jesús a dos discípulos camino a Emaús y cómo pasa desapercibido a sus ojos; el camino a Emaús relata una de las apariciones que manifiestan la resurrección de Cristo, que afianzan la fe y la esperanza en la resurrección futura. 1 Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El evangelio de San Lucas, nos cuenta el episodio de los discípulos de Emaús; mientras van conversando Jesús en persona se acerca y camina con ellos, y simulando no saber nada de lo sucedido en Jerusalén, preguntade lo acontecido, ellos respondiendo hablan de Jesús quien, como gran profeta, fue entregado, condenado y crucificado; luego le hablan de las mujeres que yendo al sepulcro afirmaron haber visto una aparición de ángeles diciendo que está vivo y que encontraron su tumba vacía. Jesús, entonces, les narra todo lo concerniente a él en las Escrituras y, luego,haciendo ademán de seguir adelante, es invitado a quedarse con ellos; al aceptar, se sentó a la mesa con ellos partió el pan y dio gracias, entonces ellos lo reconocieron, pero el desapareció de su vista. Los discípulos regresaron a Jerusalén y contaron a los once lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. En consonancia con el evangelio, la primera lectura, del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos relata el discurso dado por Pedro el día de pentecostés que, hablando de Jesús, el nazareno, lo presentó como profeta de Dios;también dice que Cristo manifiesta, por signos y prodigios, el poder que el Padre le ha dado; en efecto, Pedro, da testimonio de la muerte en la cruz y de cómo Dios, resucitándolo de entre los muertos, lo ha puesto a suderecha; igualmente, afirma que, Cristo ascendiendo al cielo, ha enviado al Espíritu para continuar la manifestación de la gloria y el poder de Dios . Del mismo modo, el Salmo nos presenta la confianza y seguridad del hombre que en Dios no vacila. Se trata de una alabanza en la que el salmista pide a Dios refugio y protección, Dios se manifiesta como Padre, que guía y aconseja y que siempre está acompañando al hombre, este, entonces,tiene la plena certeza de que su confianza estando en Dios lo llevará a la vida eterna, en la cual podrá estar con él y gozar de una plena alegría. Por otra parte, en la segunda lectura el autor sagrado, en la carta del apóstol Pedro, habla de la liberación que Cristo da a los hombres, con su sacrificio en la cruz, que fue llevada a cabo a precio de su sangre, comola de un cordero sin mancha, y cómo Cristo, que dio su vida por nosotros, es manifestación del amor y el poder de Dios, para que todo el que crea en Él vida eterna. 2 Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En este tiempo de alegría pascual la liturgia de la palabra nos invita a reconocer al Señor vivo y resucitado; el Señor ha manifestado su gloria,resucitando a su Hijo de la muerte. La Tradición de la Iglesia por siglos nos ha enseñado que Cristo, el Hijo de Dios, fue rescatado del abismo de la muerte; también, los padres de la Iglesia, meditando el misterio dela resurrección, nos han enseñado que Jesucristo es imagen del amor de Dios al mundo y primicia de la gracia, por la cual el hombre es redimido, Cristo, entonces, es glorificado y ensalzado, y el hombre invitado a configurarse con él. En el evangelio Cristo se encuentra con los discípulos de Emaús, esta manifestación de la resurrección se caracteriza por un particular sentimiento de tristeza, que es reflejada en los discípulos, pero que, al encontrarse con Cristo, manifiesta, de cierto modo, un fuego interior, una llama, la llama de la fe y la esperanza. Cristo que camina junto a nosotros, como lo hizo con los discípulos de Emaús, también en cada Eucaristía, nos habla, nos instruye con su palabra, y nos hace participes del pan eucarístico, para que animados y fortalecidos podamos ser discípulos que tengamos la mirada fija en Dios, debemos ser discípulos que cultivemos nuestra fe y, parte de eso, lo logramos haciéndonos testigos; todos somos llamados a testimoniar nuestra fe; el compromiso como cristianos, que adquirimos desde nuestro bautismo, es el de acrecentar esa llama de la fe , esa luz que se nos enciende en el bautismo a través del signo de Cristo en el cirio pascual, debe conservarse ardiente en el transcurrir de nuestra vida; es fundamental en el crecimiento humano, el crecimiento, a la par, en la fe por medio de la Palabra y los sacramentos que el mismo Cristo ha dejado y que la Iglesia ha perpetuado para propiciar el encuentro con Dios, en su Hijo Jesucristo. Somos testigos de la vida eterna, testigos del amor de Cristo, pues nos ha dado una vida con su muerte y no ha dejado que seamos olvidados en el lugar de los muertos, debemos tener plena seguridad en Dios y, como Pedro, declarar con toda solemnidad que Jesús es el Señor y que podemos confiar en él plenamente porque él nos ha prometido su favor y nos ha demostrado, con su sacrificio, entregando su propia vida, cuánto nos ama, confiemos en que, de la misma forma que Dios rescató a Cristo del lugar de la muerte, también los que en él creemos y tenemos puesta nuestra fe, gozaremos al contemplar su rostro. Cristo, entonces, es el sendero que nos conduce al Padre, Él que nos ha dicho que es el camino, la verdad y la vida, nos ayuda en el caminar;Cristo nos lleva a la casa del Padre, somos, entonces, testigos de aquel que fue resucitado de entre los muertos, esta es nuestra fe y nuestra esperanza, vayamos gozosos y anunciemos a Cristo resucitado, manifestemos nuestra fe, seamos discípulos misioneros, hablemos de Cristo que, resucitado, nos ha hecho participes de la vida eterna, seamos como el profeta, que anunciando a tiempo y a destiempo, no se deja intimidar por la realidad de la sociedad o el momento histórico en el que se encuentra. El mundo moderno tan contaminado de las nuevas ideologías, necesita que se le anuncie a Cristo, necesita que se le proclame la fe para que tenga esperanza en Dios, necesita de personas comprometidas, tenemos que ser testigos de su palabra, de su enseñanza, en las buenas obras, que se manifieste Cristo en nuestras vidas, que nuestro obrar sea coherente con lo que profesamos, que las enseñanzas de Cristo sean reflejadas en el diario vivir, que en todo lo que hagamos no olvidemos el significado de llamarnos cristianos y así daremos razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. 3 Oratio y Contemplatio:¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Esta palabra que meditamos en este día nos hace reflexionar sobre el misterio de la muerte, pero sin olvidar la fe y esperanza que debe estar siempre puesta en Dios mismo, el que ha resucitado a Cristo de entre los muertos y nos ha otorgado la salvación, nos invita a vivir con estaconvicción plena, sabiendo que al ser cristianos comprometidos, al partir de este mundo, gozaremos de un estado de gracia y gloria, el Señor constantemente está llamando a nuestra puerta, nos pide que seamostestigos de su amor y de su misericordia, nos pide una conversión plena,nos pide que nos comprometamos con la tarea de gritar al mundo que suamor y su misericordia son eternas. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: - Para este tercer domingo pascual, la liturgia nos presenta un ambiente de esperanza en la resurrección, es conveniente suscitar en la asamblea un momento de reflexión interior en la vida eterna y en el hecho de ser testigos de Cristo resucitado. -Cuidar los signos propios de este Tiempo Pascual: manteles, luces, flores, ornamentos festivos. -Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial, al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058.Para que favorezca la meditación de la Palabra de Dios, conviene que haya breves momentos de silencio, antes de que inicie la Liturgia de la Palabra, después de la primera y, si hay, segunda lectura, y una vez terminada la homilía. La finalidad de estos silencios es que, con la ayuda del Espíritu Santo, la asamblea medite brevemente lo que escuchó, saboree la Palabra de Dios y se prepare la respuesta más conveniente (Cfr. OGMR 45 y 56). - Podría seguirse el Prefacio de Pascua I y la Plegaria Eucarística III. O la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias II: «Dios guía a su Iglesia por el camino de la salvación”, Misal, p. 519, por recordar que el Señor nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan. Tener presente que el próximo domingo, 3 de mayo, es: El día del Buen Pastor - La Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales - La Jornada Nacional de la Infancia Misionera - Día de la Reconciliación, en Colombia

Vie 17 Abr 2020

La confianza en el Señor resucitado disipa las tinieblas del aislamiento y la duda

Primera Lectura: Hch 2,42-47 Salmo: Sal 118(117),2-4.13-15ab.22-24 (R. cf. 1) Segunda Lectura: 1P 1,3-9 Evangelio: Jn 20,19-31 Introducción Al celebrar el domingo de la misericordia, evocamos la memoria de san Juan Pablo II que, con su testimonio de fe le enseñó a la Iglesia a mantener los ojos fijos en la misericordia de Jesús resucitado. Mirarnos en la misericordia de Dios es aprender a ser misericordiosos como el Padre “la humanidad no encontrará ni tranquilidad ni paz hasta que se vuelva con plena confianza a mi Misericordia...” (Jesús a Santa María Faustina, vidente y apóstol de la Divina Misericordia). Iluminados por la Palabra fijamos nuestra atención en tres ideas • La paz es un regalo que nos da Cristo resucitado. • La confianza en el Señor resucitado disipa las tinieblas del aislamiento y la duda. La confianza es la esperanza firme que se tiene en una persona, la capacidad para soportar las dudas. La confianza sólo puede depositarse en la relación interpersonal, no puede confiarse en el azar. • La misericordia es tema privilegiado del magisterio del Papa Francisco que nos enseña: “La misericordia de Dios es tan grande, tan grande. Recordemos la historia de la pobre viuda que fue a confesarse con el cura de Ars (su marido se había suicidado; había saltado del puente al río. Y lloraba. Y dijo: “Yo soy una pecadora, pobrecilla. ¡Pero, pobre mi marido! ¡Está en el infierno! Se suicidó y el suicidio es un pecado mortal. Está en el infierno”. Y el cura de Ars dijo: “Deténgase, señora, porque entre el puente y el río está la misericordia de Dios”. Hasta el final, hasta el final, está la misericordia de Dios” (Homilía 18.03.2019). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El evangelista narra que la presencia del Señor Resucitado les trajo la paz y una paz que tiene el valor del sacrificio que, lo evidencia al mostrarles las llagas y el costado (Cfr. 20,19-20). Esta acción de Jesús permitió que los presentes tuvieran la certeza de la presencia real del resucitado y se alejaran llenos de confianza de la posibilidad de pensar que, la resurrección era una invención humana, les mostró sus llagas. Así, ellos se dieron cuenta que no era una visión, era Él, el Señor, y se llenaron de alegría. El Papa Francisco reflexionando este enseña “Ocho días después, Jesús entró de nuevo en el Cenáculo y mostró las llagas a Tomás, para que las tocase como él quería, para que creyese y se convirtiese en testigo de la Resurrección. También a nosotros, hoy, en este domingo que san Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, el Señor nos muestra, por medio del Evangelio, sus llagas. Son llagas de misericordia. Es verdad: las llagas de Jesús son llagas de misericordia”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Jesús nos invita a contemplar sus llagas, a estar cerca de ellas, es el Señor que desea, en medio de nuestra sociedad ensombrecida, sanar nuestras llagas de injusticia, de guerra, indiferencia, odio, venganza, polarización. Para lograrlo hay que encontrarse con el resucitado, experimentar gozo y alegría, sentirnos misericordiados; en otras palabras: sin reconciliación es muy difícil ser misericordiosos El Papa Francisco citando a San Bernardo, en su comentario al Cantar de los Cantares (Disc. 61,3-5; Opera omnia 2,150-151), sostiene que el santo se detiene justamente en el misterio de las llagas del Señor, usando expresiones fuertes, atrevidas, que nos hace bien recordar hoy. Dice él que «las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios». Lo cruento de la tarde del calvario se transformó por gracia de Dios en paz, confianza, misericordia. Este es el camino que debemos transitar para superar los momentos de extremismos que nos agobian, sumergirnos en la misericordia de Dios dejarnos transformar en signos creíbles de su Cruz y Resurrección. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Debemos pedirle al Señor que nos dé un corazón misericordioso como el suyo. Capaz de perdonar, incansable en la búsqueda de la reconciliación. La síntesis de la liturgia de este domingo de la misericordia es que “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico de misericordia» (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr. Jn 14,9). “Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios” (MV 1). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Se sugiere llevar en alto el Evangeliario y Leccionario, en la procesión de entrada, como la Palabra Escrita que testifica la Acción del Espíritu Santo y de los Apóstoles que pusieron por escrito la experiencia de la Resurrección. 2. Conviene hacer un momento de sagrado silencio en el acto penitencial y después de la invitación a orar: “Oremos” (Cfr. OGMR 45). 3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial, al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058. 4. Tener presente que el Prefacio es el de Pascua I: «El Misterio Pascual», con la parte propia: «en este día». Convendría seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con las partes propias que contiene. 5. Para la bendición final de la Misa se puede usar la fórmula solemne de la Vigilia Pascual, Misal, p. 219. Para despedir al pueblo se agrega el doble Aleluya. 6. Con las segundas Vísperas de este domingo termina la Octava de pascua. 7. Por ser un día en el que se privilegia la Misericordia, en la tarde de este día, se podría invitar a la comunidad a una hora santa y rezar la coronilla de la misericordia. 8. Promover con antelación una acción caritativa 9. Invitar a los niños y jóvenes a visitar los hogares del adulto mayor. 10. Recordar que esta semana, el sábado 25 de abril, es la fiesta de San Marcos Evangelista.

Sáb 11 Abr 2020

El sepulcro vacío es el escenario del “ver y creer” de los apóstoles y de la comunidad eclesial

Primera Lectura: Hch 10, 34a.37-43 Salmo: Sal 118(117),1-2. 15c+16a+17.22-23 (R. 24) Segunda Lectura: Col 3,1-4 o 1Co 5,6b-8 Evangelio: Jn 20,1-9 o Mt 28,1-10 Introducción El tema central de la liturgia de este solemnísimo domingo de Pascua es la Resurrección del Señor. Esta realidad toca lo íntimo de la creación entera y se constituye en el elemento fundamental de la fe. A la luz de la liturgia de este domingo podemos meditar tres ideas: • El sepulcro vacío es el escenario del “ver y creer” de los apóstoles y de la comunidad eclesial. • La Resurrección del Señor se constituye en el contenido que dinamiza la predicación y suscita una vida de testimonio en la comunidad. • En la experiencia de Pablo, el acontecimiento de la Resurrección transforma la vida y el apóstol de los gentiles lo expresa en la imagen de la “masa nueva” y todo en virtud que, Cristo “nuestra Pascua ha sido inmolado”. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Es evidente que el sepulcro vacío no es por sí mismo prueba de la resurrección del Señor. La presencia de la Magdalena y de Pedro en el sepulcro les permitió inferir a ella, que “se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto”, y a Pedro constatar que las “vendas que le habían colocado al sepultarlo estaban allí”; pero la presencia de Juan va más allá y el evangelista destaca dos acciones “vio y creyó”. Las enseñanzas de Jesús se hacían realidad, la fuerza de su Palabra proclamada le permitió al apóstol “ver” pero con profundidad, fijar su mirada en los signos y ser capaz de desvelar lo que en profundidad se desvelaba ante él: Ha resucitado y esa verdad se hace objeto de la fe personal y comunitaria. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que, el sepulcro vacío no es en sí una prueba directa de la resurrección, sin embargo, es un signo que permitió a los discípulos reconocer el hecho de la resurrección y constatar que el estado del sepulcro vacío, que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (Jn 11,44; CIC 640). El amor del apóstol por el Señor le permitió entender que la Palabra de Dios es verdadera. Enseña el Papa Francisco “En Él también nosotros estamos resucitados, pasando de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad del amor. Por lo tanto, dejémonos alcanzar por el mensaje consolador de la Pascua, y envolvernos por su gloriosa luz que disipa las tinieblas del miedo y de la tristeza, porque Jesús resucitado camina junto a nosotros. Él se manifiesta a todos los que lo invocan y lo aman. Antes de nada, en la oración, pero también en las alegrías sencillas vividas con fe y agradecimiento. Podemos sentirlo presente también compartiendo momentos de cordialidad, de acogida, de amistad, de contemplación de la naturaleza” (Ángelus, 22.04.2019). En síntesis, Jesús Resucitado aviva la alegría de la fe y nos invita al anuncio. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La vivencia de la resurrección del Señor nos permite entender que la alegría y el gozo que produce el encuentro con Cristo resucitado (EG 1), suscita en la vida de las personas la fuerza del anuncio, y el contenido de esa proclamación es Cristo resucitado. Una de las principales tareas para quienes creemos y esperamos en Cristo, es orar y pedir la gracia de llenarnos de la Palabra del resucitado que nos permite “ver y creer” para proclamar la verdad de la fe y ser testigos creíbles de su amor. En el reciente documento sobre la Palabra, el Papa Francisco afirma que, “La relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad. Si el Señor no nos introduce es imposible comprender en profundidad la Sagrada Escritura, pero lo contrario también es cierto: Sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables. San Jerónimo escribió con verdad: «La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo» (Aperuit Illis 1, del 30.09.2019). Otra tarea que va unida a la oración y a la Palabra, es estar dispuesto a la transformación que ofrece el resucitado. El mundo, en la multiplicidad de los escenarios necesita una transformación ética que exige la experiencia y la cercanía con el espíritu del Señor Resucitado, es descubrirse en su identidad de bautizado y enviado a ser luz en medio de los hermanos. Este proceso de transformación toca las raíces mismas del hombre: la sinceridad y la verdad. En síntesis, una persona que vive en la dinámica del Resucitado siente la alegría de anunciar, de salir al encuentro de los hermanos y contarles con su testimonio la nueva vida que, impregnada de luz, se arriesga a disipar las tinieblas de la división, el pecado, la injusticia social. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Encarnar la misión de anunciar la alegría de la Resurrección lleva consigo sacrificio, momentos difíciles, porque el anuncio de la Palabra interpela, cuestiona y exhorta. Afirma el Papa Francisco “La Sagrada Escritura realiza su acción profética sobre todo en quien la escucha. Causa dulzura y amargura. Vienen a la mente las palabras del profeta Ezequiel cuando, invitado por el Señor a comerse el libro, manifiesta: «Me supo en la boca dulce como la miel» (3,3). También el evangelista Juan en la isla de Patmos evoca la misma experiencia de Ezequiel de comer el libro, pero agrega algo más específico: «En mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor» (Ap 10,10; Aperuit Illis 12). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Al llegar a este día, el cansancio de la semana se hace sentir y se corre el riesgo de restar importancia a la celebración del domingo de resurrección. 2. Preparar con delicadeza de detalles: el altar, la dignidad y centralidad del cirio pascual, colocar en un lugar sobresaliente la imagen del resucitado. 3. En la celebración de la misa de hoy se pueden usar algunos elemen- tos pastorales de incalculable valor, contenidos en la Vigilia Pascual, especialmente en las asambleas que no han participado en la Noche Santa. (cf. Misal Romano tercera y cuarte edición, p. 197. Domingo de Pascua, segunda forma). En efecto, dice que se pude realizar procesión de entrada con el Cirio Pascual, usando las expresiones propias de “Luz de Cristo”; renovación de los compromisos bautismales con cirios encendidos; terminado el credo se puede hacer la aspersión con el agua que se bendijo en la Vigilia Pascual. 4. Motivar de manera especial a la comunidad para que cante o recite con entusiasmo el Gloria, así como el responsorio del Sal 118(117): «Este es el día…». 5. Recordar que el Prefacio es el de Pascua I: «El Misterio Pascual», Misal, p. 375, con la parte propia: «en este día». Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con las partes propias que contiene. 6. La Bendición final de la Misa es solemne, como en la Vigilia Pascual, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua. 7. Con las Vísperas de este día termina el Sagrado Triduo Pascual. 8. Los ocho primeros días del Tiempo Pascual, incluyendo el domingo segundo de Pascua, constituyen la Octava de Pascua; estos días tienen la celebración como las solemnidades del Señor (cf. Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, n. 24). 9. Evangelizar la piedad popular: • “Vía Lucis”: Sería muy conveniente que en estos días de la octava de pascua se realice este ejercicio de piedad, para poner de relieve la presencia del resucitado en medio de la comunidad. • El “encuentro de la Madre del Señor con el Resucitado”: En la mayoría de las comunidades se realiza esta procesión y convendría darle su importancia, para significar que la Virgen fue la primera que participó plenamente de la Resurrección del Hijo (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 142): 10. Organizar un ágape para los movimientos apostólicos, un detalle para los miembros de la comunidad, hacer sentir la alegría del sentido espiritual de la Pascua.

Sáb 11 Abr 2020

No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado

Primera lectura: Gn 1,1 - 2,2 Salmo respuesta: Sal 104(103),1-2a.5-6.10+12.13-14ab.24+35c (R. cf. 30) o Sal 33(32),4-5.6-7.12-13.20+22 (R. 5a) Segunda lectura: Gn 22,1-18 Salmo respuesta: Sal 16(15), 5+8.9-10.11 (R. 1) Tercera lectura: Éx 14,15 - 15,1 (nunca se puede omitir) Salmo respuesta: Sal Éx 15,1-2ab.2cd.3-4. 5-6.17-18 (R. 1a) Cuarta lectura: Is 54,5-14 Salmo respuesta: Sal 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Quinta lectura: Is 55,1-11 Salmo respuesta: Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3) Sexta lectura: Ba 3,9-15.32 - 4,4 Salmo respuesta: Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68c) Séptima lectura: Ez 36,16-17a.18-28 Salmo respuesta: Sal 42(41),3. 5bcd; 43(42),3.4 o, cuando se celebra el Bautismo, Sal 51(50), 12-13.14-15.18-19 (R.12a) o Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R.3) Epístola: Rm 6,3-11 Salmo respuesta: Sal 118 (117),1-2.15c+16a+17.22-23 Evangelio: Mt 28,1-10 Introducción Las lecturas de la Vigilia Pascual tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo. “todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”, “y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura”. • El primer grupo de lecturas (Moisés) abarca la creación, el sacrificio de Abraham y el paso del Mar Rojo: la actuación salvadora de Dios para con su pueblo Israel. • Los profetas hacen un llamamiento al amor renovador, a los signos de la alianza, a la fe, y prometen la salvación definitiva. • Los salmos cantan y meditan los temas anteriores, destacando sobre todo el cántico de Moisés en el Mar Rojo y el cántico bautismal de Isaías. • El Evangelio de Mateo nos recoge el anuncio de la resurrección con fuerza y con alegría. No «en la madrugada del sábado», sino «pasado el sábado», en las primeras luces del domingo, es cuando empieza a comunicarse la gran noticia. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. Tanto el A.T. como el N.T., o sea, toda la Biblia, habla de Cristo e ilumina la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (salmos y oraciones). Las diversas lecturas de la Vigilia Pascual nos ayudan a orientarnos en la línea que Dios quiere, apuntando a la nueva vida del Resucitado y a nuestro Bautismo: La admiración agradecida por la creación cósmica y de la familia humana por parte de Dios, obra de su sabiduría, de su poder y de su amor, que ahora nos concede conocer y seguir al nuevo Adán, Cristo Jesús, cabeza de la nueva humanidad. La fidelidad de un hombre creyente como Abrahán, que tendríamos que copiar nosotros incluso cuando nos parece que Dios nos pone a prueba y se nos acumulan las dificultades y los contratiempos. El deseo de que también para nosotros suceda el “paso del Mar Rojo” y la liberación, porque nuestra vida es un continuo éxodo, y con la ayuda de Dios, podemos ir renovando siempre más nuestra libertad interior, venciendo a todos los “faraones” que se nos puedan cruzar en nuestro camino de seguimiento de Cristo, pasando en esa noche pascual y bautismal de la esfera del pecado a la de la gracia. La voz de los profetas, en sus cuatro lecturas –“los reuniré, les daré́ un corazón nuevo, les purificaré, serán mi pueblo, los amaré con misericordia eterna”-, nos anima a confiar en la misericordia y el amor de Dios, que nos es siempre fiel a pesar de nuestros fallos; que nos ofrece su Alianza, renovada ahora en Cristo Jesús; que nos lleva a corrientes de agua fresca para que saciemos nuestra sed de felicidad; que nos hace conocer la verdadera sabiduría, la que proviene de su Palabra; y que nos promete un corazón nuevo y un espíritu nuevo. El apóstol Pablo nos invita a refrescar la gracia que Dios nos hizo el día de nuestro Bautismo, haciéndonos sus hijos; nosotros, esta noche, renovamos nuestras promesas bautismales, con la renuncia al mal y la profesión de fe en Dios. Pero, sobre todo, lo que más nos interpela es el evangelio de la resurrección de Cristo; si somos cristianos es porque Cristo ha resucitado y ha inaugurado un nuevo orden de cosas y nos anima continuamente con su gracia a seguir su camino. No seguimos a un libro, o a una doctrina, sino a una Persona Viviente, Jesús, Cabeza de la nueva humanidad, que ha sido resucitado por la fuerza del Espíritu. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado Esto es lo que les dice el ángel a las mujeres. Y después, Jesús se lo vuelve a repetir: “¡No tengan miedo!” Es éste uno de los grandes mensajes de esta noche. Este es el gran mensaje de Pascua, hoy: “¡No tengan miedo!” ¡Y cuánto bien nos hace escuchar este mensaje! porque en el sepulcro, todo es novedad, todo se transforma, cambia el mundo entero. Las mujeres y los discípulos experimentan la renovación que empieza. Porque Jesús, el crucificado, no ha quedado aprisionado por las cadenas de la muerte, una piedra de sepulcro no ha podido retener la fuerza infinita de amor que se manifestó sin reservas en la cruz. Aquel camino fiel de Jesús, aquella entrega constante de su vida hacia los pobres, aquel combate contra todo mal que ahogara al hombre, aquel amor, ¿cómo podría haber quedado encerrado, muerto allí por siempre? No, no quedó encerrado. La fuerza del amor de Jesús, la fuerza del amor de Dios, vence a la muerte y cambia el mundo. Y por eso el ángel puede decir, y Jesús puede repetir después: “¡No tengan miedo! “ El gran mensaje. Porque, ¿qué es el miedo? El miedo es, al fin y al cabo, pensar que el mal y la muerte pueden vencer sobre el amor, sobre la fraternidad, sobre la justicia, sobre la generosidad. El miedo es pensar que Jesús ha fracasado. El miedo es no ser capaces de creer que Jesús ha resucitado y que, con su resurrección, podemos caminar en paz su mismo camino. El miedo es no creer que, ocurra lo que ocurra, y aunque a veces no lo parezca, el amor vence siempre, el amor -el amor de verdad, el que vivió Jesús- es siempre mucho más valioso, más lleno de vida que cualquiera de los éxitos que a veces lamentablemente valoramos tanto. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia” Cada domingo decimos “esta es nuestra fe”. Esta es la fe que expresábamos cuando, al empezar la celebración de esta noche santa, veníamos hacia aquí, hacia la iglesia, guiados, en medio de la noche, por la claridad de Jesucristo vivo. Esta es la fe que se nos ha proclamado en las lecturas que acabamos de escuchar: la fe que empieza a encenderse con las primeras luces de la creación, la fe de Abrahán, la fe del pueblo liberado de la esclavitud por el Dios que ama a los pobres y a los débiles, la fe de los profetas, la fe del apóstol Pablo. Esta es la fe que fue proclamada en nuestro bautismo y que ahora, (con el bautismo de estos niños y) con la renovación de nuestras promesas bautismales volveremos a hacer presente. Esta es la fe que, como culminación de la celebración de esta noche santa de Pascua, se tornará acción de gracias al Padre por su inmenso amor, y se convertirá en pan y vino que es el cuerpo y la sangre del Señor, alimento que él mismo nos da para estar con nosotros por siempre. Esta es nuestra fe, la que cada domingo, cuando celebramos la Eucaristía, recordamos y reafirmamos. La fe de la confianza, la fe contra el miedo, la fe que nos dice que sí, que el camino de Jesucristo es nuestro camino, el único camino verdaderamente humano, el único camino de vida. Vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea Estas palabras cobran mucho sentido esta noche. Hemos vivido en este año el mes misionero extraordinario y se nos ha dicho reiteradamente que la Iglesia tiene necesidad de anunciar con más audacia y valentía la Palabra del Señor “la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG 15). Que esta noche nos impulse para ir a Galilea, para llegar donde aquellos que no conocen a Jesucristo, para encontrarnos con aquellos que se enfriaron en la vida de la fe y no encuentran el camino correcto para seguir al resucitado. Para llegar a todas las culturas de hoy con un anuncio nuevo, novedoso, que tenga la capacidad y la fuerza de desencadenar caminos de iniciación a la vida de la fe. Jesús, hoy, esta noche santa de Pascua, nos dice a cada uno de nosotros: ¡”No tengan miedo!” vamos con los nuestros, a nuestro trabajo, a nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestra ciudad, allí donde se construye nuestra vida, allí donde son felices y allí donde sufren. Allí, allí me verán. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Decorar el templo para la noche de Pascua: Cirios, flores, telones y todos los elementos que se consideren necesarios, destacando siempre lo esencial. 2. Preparar muy bien las moniciones que van a introducir los cuatro momentos de la Vigilia Pascual. 3. Reunirse con antelación con todas las personas que van a servir en la celebración para que no falte ningún detalle. Se debe cuidar la preparación de cada una de las lecturas de este día. 4. Conviene leer las rúbricas de la celebración, tanto las contenidas en Ordo como en el Misal, para ver todas las opciones celebrativas. 5. Preocuparse por preparar muy bien el canto del Pregón Pascual y todos los cantos de la celebración. 6. El mejor sitio para colocar el cirio pascual es cerca del lugar de la Palabra, pues desde allí se entona el Pregón pascual, que tiene como finalidad, entre otras cosas, cantar todo el simbolismo de este cirio. 7. Es necesario recordar que las luces de la iglesia se encienden al cantar por tercera vez “Luz de Cristo”, de tal manera que no se concibe que el Pregón Pascual y la liturgia de la Palabra se realice en tinieblas. 8. La noche de Pascua es el momento más indicado para los sacramentos de iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal, personal si es el caso de adultos, y de familia si es el caso de niños. El signo de la inmersión, quiere ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida. Si no hay bautismos dentro de la celebración, conviene resaltar la renovación de los compromisos bautismales y la bendición y aspersión del agua. 9. La celebración eucarística es la culminación de toda la Noche Pascual. Es la Eucaristía central de todo el año, más importante que la Navidad o la del Jueves Santo. Cristo el Señor ha resucitado, y nos hace partícipes de su Carne y de su Sangre, como memorial de su Pascua. 10. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima noche”, Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene. 11. La Bendición final de la Misa es solemne, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua. 12. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la oración del Sábado Santo, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas. Se añaden los cánticos y el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para Sábado Santo, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2067 ss.