Vie 19 Jul 2019
Qué importante es saber recibir al Señor y buscar hacer amistad y familiaridad con Él
Primera lectura: Gn 18,1-10a
Salmo: Sal 15(14),2-3a.3bc-4ab.5 (R. cf. 1a)
Segunda lectura: Col 1,24-28
Evangelio: Lc 10,38-42
Introducción
Las lecturas de la Misa de hoy nos muestran que, al igual que Abraham, estamos invitados a acoger el paso del Señor; además san Pablo exhorta a los Colosenses a ser discípulos servidores del anuncio de Cristo y en el Evangelio se nos muestra como el discípulo de Cristo se debe caracterizar por la acogida de Cristo, la escucha atenta y el servicio del anuncio.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El Evangelio nos presenta a Jesús como un peregrino que en su viaje hacia Jerusalén necesita del reposo y para eso entra en casa de sus amigos en Betania, y allí es recibido por las dos hermanas de Lázaro, Marta y María, que lo acogen con alegría.
Con una enseñanza acerca de la primacía de la Palabra en la vida del discípulo se podría establecer una relación con la pregunta del jurista hace ocho días en el pasaje del Buen Samaritano, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Donde la escucha de la Palabra del Señor entra como el elemento fundamental, al igual que entra el amor practicado por el buen samaritano, en la parábola precedente.
El texto hay que entenderlo desde una forma de vivir el discipulado, en la acogida, en la escucha y en el servicio. Más aún, el texto invita al lector a jerarquizar las prioridades, puesto que lo que Marta está haciendo no está mal, sin embargo, hay cosas que merecen mayor atención; así la teología de Lucas nos enseña que ante la Palabra del Señor todo queda relativizado y que la escucha tiene el primer lugar. Todo servicio al Señor debe estar nutrido, fortalecido por su Palabra, de modo que, la Palabra es la fuente de todo servicio verdadero.
No se puede ocultar la tensión existente entre el servicio y el discipulado, o acaso una posible problemática de afanarse en servir sin escuchar la Palabra del Señor o como algunos han interpretado de que la iglesia se había cansado de predicar y nadie les hacía caso por el retardo de la parusía y era el momento de escucharle a Él. De la misma manera que no se puede ser discípulo suyo si antes él no nos ha acogido y nosotros le hemos escuchado, en la escucha de su Palabra está el origen de la verdadera diaconía de sus discípulos.
La relación con el pasaje precedente puede ser en otro sentido, así como el sacerdote y el levita pasaron de largo por ir a servir al templo y obviaron la presencia del Señor que estaba malherido y medio muerto olvidando su palabra de amor, así Marta preocupada por servir, se olvidó de lo más importante, la presencia y la Palabra del Señor. Además, así como se ensanchan los límites del prójimo (ya no es tan sólo el de mi pueblo y el de mi raza), ahora el amor es universal, para todos, también las mujeres tienen cabida en el discipulado de Jesús, todos pueden ser sus discípulos, hombres y mujeres. Más que todo, la escucha de Palabra de Jesús y su puesta en práctica son elemento indispensable para heredar la vida eterna.