Pasar al contenido principal

papa francisco

Mié 27 Abr 2022

Nueva Carta Apostólica sobre sanciones a religiosos que cometen delitos graves

El Papa Francisco modificó el Código de Derecho Canónico para indicar a los superiores de congregaciones religiosas cómo actuar en el caso de que uno de sus miembros cometa algún delito, como el de abusos a menores y personas vulnerables. El Santo Padre promulgó este 26 de abril el motu proprio “Recognitum Librum VI” que modifica el canon 695 §1 del Código de Derecho Canónico. El documento publicado en latín y traducido en lengua italiana recuerda que el 1 de junio de 2021, con la constitución apostólica Pascite gregem Dei se promulgó el Libro VI del Código de Derecho Canónico, De sanctionibus poenalibus in Ecclesia. En este libro, se explica que “se han tipificado de forma diferente algunos delitos”, mientras “otros nuevos se han introducido” y, además, “ha cambiado también la sucesión de los cánones”. Y se indica que esto requiere una modificación para garantizar la concordancia con los cánones de otros Libros del Código. Después de consultar al Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el Papa Francisco cambió el texto del canon 695 § 1 de la siguiente manera: “Un religioso debe ser destituido de un instituto por los delitos mencionados en los cánones 1395, 1397 y 1398, a menos que, en el caso de los delitos mencionados en los cánones 1395 §§2-3 y 1398 §1, el superior mayor considere que la dimisión no sea totalmente necesaria y que se pueda proveer de otro modo tanto a la corrección del religioso como a la reintegración de la justicia, o a la reparación del escándalo”. El canon 1395 se refiere a delitos de clérigos contra el sexto mandamiento e indica que, si el delito ha provocado escándalo y “se ha cometido públicamente, debe ser castigado con penas justas, sin excluir la expulsión del estado clerical cuando el caso lo requiera”. Además, menciona el caso del clérigo cuando “con violencia, amenazas o abuso de su autoridad, comete un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo u obliga a alguien a realizar o sufrir actos sexuales”. El canon 1397 subraya también los casos en que el clérigo “comete homicidio, o rapta o retiene a un ser humano con violencia o fraude, o lo mutila o lo hiere gravemente, debe ser castigado, según la gravedad del delito”, así como también quien ha procurado “el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae”. El canon 1398 se refiere al “delito contra el sexto mandamiento del Decálogo con un menor o con una persona que habitualmente tiene un uso imperfecto de la razón o a la que el derecho reconoce igual tutela”, así como también el caso en el que “obtiene, conserva, exhibe o divulga, de cualquier modo y por cualquier medio, imágenes pornográficas de menores o de personas que habitualmente tienen un uso imperfecto de la razón”. Antecedentes La Constitución Apostólica Pascite gregem dei (Apacentad la grey de Dios) fue firmada por el Santo Padre en la Solemnidad de Pentecostés, 23 de mayo de 2021 y difundida por el Vaticano el 1 de junio de 2021. En este texto, el Papa Francisco reformó el libro VI del Código de Derecho Canónico con la Constitución Apostólica Pascite gregem dei que abarca “algunos aspectos fundamentales del derecho penal, como por ejemplo el derecho a la defensa, la prescripción de la acción criminal y penal, una más clara determinación de las penas” para ofrecer “criterios objetivos a la hora de individuar la sanción más adecuada para aplicar en cada caso concreto”. Además, el Pontífice estableció que el nuevo libro entrara en vigor el 8 de diciembre de 2021 y que quedara abrogado el vigente Libro VI del Código de Derecho Canónico del año 1983. Asimismo, en la constitución apostólica, el Santo Padre destacó que “para responder adecuadamente a las exigencias de la Iglesia en todo el mundo, resultaba evidente la necesidad de revisar también la disciplina penal promulgada por San Juan Pablo II, el 25 de enero de 1983, con el Código de Derecho Canónico”. “Era necesario modificarla de modo que permitiera su empleo a los pastores como ágil instrumento saludable y correctivo, y que pudiese ser usado a tiempo y con caritas pastoralis, a fin de prevenir males mayores y de sanar las heridas causadas por la debilidad humana”, dijo el Papa Francisco. Por su parte, en 2007 el Papa Benedicto XVI “encomendó́ al Pontificio Consejo para los Textos Legislativos la tarea de emprender la revisión de la normativa penal contenida en el Código de 1983”. En esta línea, este Pontificio Consejo se dedicó a “analizar concretamente las nuevas exigencias, a identificar los límites y las carencias de la legislación vigente y a determinar posibles soluciones, claras y sencillas” y agregó que este estudio se ha realizado “en espíritu de colegialidad y de colaboración, solicitando la intervención de expertos y de pastores, y confrontando las posibles soluciones con las exigencias y la cultura de las diversas Iglesias locales”. Tras la redacción de un primer borrador del nuevo Libro VI del Código de Derecho Canónico, fue enviado a todas las conferencias episcopales, a los dicasterios de la Curia Romana, a los superiores mayores de los institutos religiosos, a las facultades de Derecho Canónico y a otras instituciones eclesiásticas, para recoger sus observaciones. Hasta el momento, de los 89 cánones que forman parte del Libro VI, se han modificado 64, se han cambiado de lugar 9 y se han dejado con la redacción y en la ubicación original 17. Entre las novedades del nuevo Libro VI se incluye el concepto de vigilancia, que no estaba en la redacción anterior. Se han recuperado algunas tipologías de delito presentes en el Código de 1917 y que no se incluyeron en el de 1983, como la corrupción en actos de oficio, la administración de sacramentos a personas que tienen prohibido recibirlos, o la ocultación de irregularidades. Asimismo, se le da una nueva dimensión al delito de abusos a menores al encuadrarlo en los delitos cometidos contra la dignidad de la persona en vez de en los delitos contra las obligaciones especiales del clero. Además, se han incorporado nuevos tipos de delito, como la violación del secreto pontificio, la omisión de la obligación de dar cumplimiento a una sentencia o decreto penal, o el abandono ilegítimo del ministerio. También se ha prestado especial atención a la tipificación de los delitos económicos, como la transferencia de bienes eclesiásticos sin las necesarias consultas, delitos patrimoniales cometidos por mala gestión, o la malversación. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Motu proprio “Recognitum Librum VI”[/icon] Fuente: Agencia católica ACIPRENSA

Lun 25 Abr 2022

Monseñor Juan Carlos Barreto nuevo obispo de la Diócesis de Soacha

Monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, fue nombrado por el Papa Francisco como nuevo obispo de la sede vacante de Soacha, en el departamento de Cundinamarca, convirtiéndose en el tercer prelado desde que se fundó la diócesis en el 2003. Este jerarca sucederá a monseñor José Daniel Falla Robles, quien el primero de mayo de 2021, falleciera a causa de complicaciones por coronavirus. Biografía de monseñor JUAN CARLOS BARRETO BARRETO Nació en el Guamo (Tolima) el 26 de diciembre de 1968. Ordenado sacerdote el 30 de enero de 1993, para la Diócesis de El Espinal Cursó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Misionero del Espíritu Santo de la Ceja (Antioquia). En la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma obtuvo la licenciatura en Teología Espiritual. En la Fundación Universitaria Católica del Norte obtuvo la licenciatura en filosofía y educación religiosa yy la maestría en Paz, Desarrollo y Ciudadanía en la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Ha ocupado los siguientes cargos pastorales: Párroco en el Divino Niño y en la parroquia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, delegado diocesano para la Infancia Misionera; formador y rector (2009-2021) del Seminario Mayor La Providencia. El 30 de enero de 2013, el Papa Benedicto XVI lo nombró obispo de la Diócesis de Quibdó. El 9 de marzo de 2013 en la Catedral de Nuestra Señora del Rosario de El Espinal, recibió la ordenación episcopal. El 16 de marzo de este mismo año toma posesión de la sede en Quibdó. En julio de 2021, fue elegido por la CXI Asamblea Plenaria del Episcopado, como presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social - Caritas Colombia. El 25 de abril de 2022, el Papa Francisco lo nombra obispo de la Diócesis de Soacha.

Vie 22 Abr 2022

Francisco en el Día de la Tierra: "¡Es el momento de actuar, estamos al límite!"

"Cuando se desencadena la destrucción de la naturaleza es muy difícil detenerla", afirma el Santo Padre en un video mensaje enviado este viernes 22 de abril, fecha en que se celebra mundialmente el Día de la Tierra. El Pontífice recuerda que es "el momento de actuar" ya que "estamos al límite" y "seremos más resilientes si trabajamos juntos en lugar de hacerlo solos". En su video, el Papa Francisco señala que desde hace tiempo la humanidad está tomando más conciencia de que la naturaleza "merece ser protegida", aunque sea "por el hecho de que las interacciones humanas con la biodiversidad que Dios nos ha dado, deben hacerse con el máximo cuidado y con respeto". Crear un planeta ambientalmente seguro Asimismo, el Pontífice hace hincapié en la importancia de cuidar la biodiversidad y la naturaleza, algo que en esta pandemia hemos aprendido mucho más: “Esta pandemia nos ha mostrado lo que ocurre cuando el mundo se detiene, se pausa, aunque sea por unos meses. Y el impacto que esto tiene en la naturaleza y el cambio climático, con una fuerza tristemente positiva ¿no? En otras palabras, hace daño” Igualmente, el obispo de Roma indica que la llegada del Covid-19 "que nos afecta a todos aunque de forma múltiple y diversa", también nos muestra "que la naturaleza global necesita nuestras vidas en este planeta, a la vez que nos enseña más sobre lo que tenemos que hacer para crear un planeta justo, equitativo y ambientalmente seguro". Dos catástrofes globales: la pandemia y la crisis climática El Santo Padre recalca que este nuevo desafío global que supone la actual crisis sanitaria, nos enseña el valor de la interdependencia, "este compartir el planeta". Para el Papa, ambas catástrofes globales, la pandemia y la climática, "demuestran que no tenemos más tiempo para esperar. Que el tiempo apremia y que, como nos enseñó el Covid-19, sí tenemos los medios para afrontar el reto. Tenemos los medios. Ahora es el momento de actuar, estamos al límite". Antes de finalizar el video, el Pontífice cita un viejo dicho español: "Dios siempre perdona, los seres humanos perdonamos de vez en cuando, la naturaleza nunca". "Cuando se desencadena esta destrucción de la naturaleza es muy difícil detenerla", explica Francisco recordando con esperanza que aún estamos a tiempo y "seremos más resilientes si trabajamos juntos en lugar de hacerlo solos". “La adversidad que estamos viviendo con la pandemia, y que ya sentimos en el cambio climático, debe espolearnos, debe empujarnos a la innovación, a la invención, a buscar nuevos caminos. No se sale igual de una crisis, se sale mejor o peor. Este es el reto, y si no salimos mejor parados, vamos por el camino de la autodestrucción” Líderes del mundo: "¡Actúen con valentía!" El Papa concluye pidiendo a todos (incluido él mismo) que se unan para lanzar un llamamiento a los líderes del mundo con el fin de que "actúen con valentía, con justicia y para que digan siempre la verdad al pueblo, que la gente sepa cómo protegerse de la destrucción del planeta y cómo proteger el planeta de la destrucción que muy a menudo provocamos". Día Mundial de la Tierra Cada 22 de abril se conmemora el Día Mundial de la Tierra. Una fecha de encuentro, establecida por las Naciones Unidas, para reflexionar sobre el impacto del ser humano en el planeta. Un hecho apremiante teniendo en cuenta el actual contexto de la pandemia del coronavirus que representa un gran desafío para la salud pública y la economía global pero también para la diversidad biológica. Fuente: Agencia Vatican News

Vie 22 Abr 2022

El Papa Francisco nombra arzobispo coadjutor de Cali

El Papa Francisco nombró arzobispo coadjutor de la arquidiócesis de Cali a monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, hasta ahora obispo auxiliar de esta Iglesia particular.Con esta designación adquiere el derecho de suceder a monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, actual arzobispo residencial de esta Jurisdicción, cuando la Santa Sede acepte su renuncia. Monseñor Monsalve Mejía cumplirá el 15 de marzo de 2023, los 75 años. Según lo estipula el canon 401 del Código de Derecho Canónico, todo obispo, al cumplir esta edad deberá presentar su renuncia protocolaria al Santo Padre. Biografía Mons. LUIS FERNANDO RODRÍGUEZ VELÁSQUEZ Nació en Medellín, el 08 de diciembre de 1959. En la Universidad Pontificia Bolivariana realizó los estudios de filosofía, teología y licenciatura en educación y ciencias religiosas. En la Pontificia Universidad del Laterano, en Roma, obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico y el doctorado en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Ordenado presbítero en 1984, para la Arquidiócesis de Medellín, ha sido párroco, vicerrector del Seminario Conciliar de Medellín, vicecanciller de la curia arquidiocesana, presidente de la Sala Tercera del Tribunal Eclesiástico Regional de Medellín, oficial del Pontificio Consejo para la Familia en el Vaticano, rector general de la Universidad Pontificia Bolivariana, durante los años 2004-2013, actualmente es el presidente de la Comisión Episcopal de Educación y Culturas del episcopado. Fue miembro del Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina - CEBITEPAL- y del equipo jurídico de reforma de los Estatutos. Siendo vicario general de la Arquidiócesis de Medellín, el 5 de julio de 2014, fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Cali, y ordenado el 22 de agosto de 2014. El 22 de abril, el Santo Padre Francisco lo nombró arzobispo coadjutor de la Arquidiócesis de Cali. Qué es un obispo coadjutor En el Derecho Canónico, coadjutor es el nombre que recibe un obispo que ha sido designado por la Santa Sede para que apoye la labor pastoral de un obispo residencial que, generalmente, está en proceso de retiro por cumplimiento de la edad canónica, enfermedad o alguna otra causa considerable. Coadjutor significa estar al lado de, en este caso el obispo elegido estará al lado del obispo residencial que está pronto a terminar su oficio pastoral. Por este motivo, al recibir la bula de su designación, el obispo coadjutor toma posesión no de la Sede, sino del oficio eclesiástico, y se convierte en sucesor legítimo del obispo residencial cuando la Santa Sede le acepta la renuncia. Funciones del coadjutor El obispo coadjutor asume la función fundamental de acompañar al obispo residencial, a quién sucederá en la etapa final de su ministerio, realizando con él en comunión de mente, espíritu y corazón la tarea de la transición, para que conozca la jurisdicción que se le confiará, sacerdotes, obras pastorales y demás. En la actividad pastoral diocesana, sigue siendo el obispo residencial el responsable, hasta cuando le sea confirmada su renuncia. Por tanto, el coadjutor tendrá solo las funciones que el residencial le confíe, como designarlo Vicario General y encomendarle ya en la etapa de transición algunas responsabilidades. "modus procedendi" El obispo coadjutor deberá tomar posesión con la bula respectiva enviada y firmada por el Papa ante el Colegio de Consultores de la Jurisdicción, en general se realiza una celebración eucarística de carácter público donde participa todo el pueblo de Dios, el presbiterio, comunidades y representantes de las distintas autoridades. Antes de su posesión deberá como es habitual en la Iglesia, hacer la profesión de fe y el juramento de fidelidad al Papa y a todas las disposiciones eclesiásticas. A partir de entonces, en la liturgia se elevarán plegarias, pidiendo por el obispo residencial y se invocará oraciones por el obispo coadjutor.

Jue 21 Abr 2022

El Papa Francisco nombra obispo para la Diócesis de Facatativá

El Papa Francisco ha nombrado este jueves 21 de abril, como nuevo obispo de la Diócesis de Facatativá, a monseñor Pedro Manuel Salamanca Mantilla, hasta el momento obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá. El 05 de junio de 2021, por decreto de la Congregación para los Obispos y por voluntad del Papa Francisco, monseñor Salamanca Mantilla, fue designado como administrador apostólico de la Diócesis de Facatativá. La diócesis de Facatativá fue instituida el 16 de marzo de 1962 por el Papa Juan XXIII, con la Bula Summi Pastoris. Actualmente cuenta con 50 parroquias y 56 sacerdotes. Biografía Mons. PEDRO MANUEL SALAMANCA MANTILLA Nació en Bucaramanga el 04 de junio de 1961. Curso sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Conciliar de Bogotá. En la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma obtuvo la licenciatura en Teología Dogmática. Del 2000 al 2004 adelantó sus estudios doctorales en el Instituto Católico de París. Su título de doctor en teología lo alcanzó en el año 2020 en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Fue ordenado sacerdote el 30 de noviembre de 1986, para la Arquidiócesis de Bogotá, ha sido párroco en Santo Toribio de Mogrovejo y San Norberto, formador del Seminario Conciliar de Bogotá y delegado arzobispal para la formación permanente del clero. El 12 de diciembre de 2015 fue ordenado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá. Desde su ordenación episcopal, fue el vicario de evangelización y director del centro estratégico de anuncio, formación en la fe y diálogo con la cultura.

Mié 20 Abr 2022

Francisco: hay que honrar a los ancianos, así se reconoce su dignidad

El Papa Francisco retomó en la Audiencia General de este miércoles 20 de abril la serie de catequesis sobre la vejez con el tema: “'Honra al padre y a la madre”: el amor de vivir la vida. Allí pidió “no descartar a los ancianos”. Durante su intervención observó que no siempre en las sociedades se presta atención a devolver a nuestros ancianos el amor recibido, con la ternura y el respeto debidos. Por eso, invitó a las familias a acercar a sus hijos a los abuelos y a no desatenderlos cuando sean huéspedes de una residencia de ancianos o de reposo. A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa Francisco: Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy, con la ayuda de la Palabra de Dios, abrimos un pasaje a través de la fragilidad de la edad anciana, marcada de forma especial por las experiencias del desconcierto y del desánimo, de la pérdida y del abandono, de la desilusión y la duda. Naturalmente, las experiencias de nuestra fragilidad, frente a las situaciones dramáticas – a veces trágicas – de la vida, pueden suceder en todo tiempo de la existencia. Sin embargo, en la edad anciana, estas pueden suscitar menos impresión e inducir en los otros una especie de hábito, incluso de molestia. Cuántas veces hemos oído o hemos pensado que los ancianos molestan o estos ancianos siempre molestan. No digan que no, porque es sí. Lo hemos dicho y lo hemos pensado. Las heridas más graves de la infancia y de la juventud provocan, justamente, un sentido de injusticia y de rebelión, una fuerza de reacción y de lucha. Sin embargo, las heridas, también graves, de la edad anciana están acompañadas, inevitablemente, por la sensación de que, sea como sea, la vida no se contradice, porque ya ha sido vivida. Y así los ancianos se alejan un poco también de nuestra experiencia, queremos alejarlos. En la común experiencia humana, el amor – como se dice – es descendiente: no vuelve sobre la vida que está detrás de las espaldas con la misma fuerza con la que se derrama sobre la vida que está todavía delante. La gratuidad del amor aparece también en esto: los padres lo saben desde siempre, los ancianos lo aprenden pronto. A pesar de eso, la revelación abre un camino para una restitución diferente del amor: es el camino de honrar a quien nos ha precedido. La vida de honrar a las personas que nos han precedido, y de aquí honrar a los ancianos. Este amor especial que se abre el camino en la forma del honor – ternura y respeto al mismo tiempo – destinada a la edad anciana está sellado por el mandamiento de Dios. «Honrar al padre y a la madre» es un compromiso solemne, el primero de la “segunda tabla” de los diez mandamientos. No se trata solamente del propio padre y de la propia madre. Se trata de la generación y de las generaciones que preceden, cuya despedida también puede ser lenta y prolongada, creando un tiempo y un espacio de convivencia de larga duración con las otras edades de la vida. En otras palabras, se trata de la vejez de la vida. Honor es una buena palabra para enmarcar este ámbito de restitución del amor que concierne a la edad anciana. Nosotros hemos recibido el amor de nuestros padres, de nuestros abuelos, y ahora nosotros sustituimos este amor a ellos, a los ancianos, a los abuelos. Nosotros hoy hemos descubierto el término “dignidad”, para indicar el valor del respeto y del cuidado de la vida de todos. Dignidad, equivale sustancialmente al honor. Honrar a los padres y madres, honorar a los ancianos es reconocer la dignidad que tienen. Pensemos bien en esta bonita declinación del amor que es el honor. El cuidado mismo del enfermo, el apoyo a quien no es autosuficiente, la garantía del sustento, les puede faltar el honor. El honor falla cuando el exceso de confianza, en vez de decantarse como delicadeza y afecto, ternura y respeto, se convierte en rudeza y prevaricación. Cuando la debilidad es reprochada, e incluso castigada, como si fuera una culpa. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en una apertura para la burla y la agresividad. Puede suceder incluso entre las paredes domésticas, en las residencias, como también en las oficinas o en los espacios abiertos de la ciudad. Animar en los jóvenes, también indirectamente, una actitud de suficiencia – e incluso de desprecio – en relación con la edad anciana, de sus debilidades y de su precariedad, produce cosas horribles. Abre el camino a excesos inimaginables. Los chicos que queman la manta de un “vagabundo”, lo hemos visto, porque lo ven como un desecho humano. Muchas veces vemos a los ancianos como un descarte, o los metemos nosotros en el descarte. Estos chicos que queman la manta de un vagabundo son la punta del iceberg, es decir del desprecio por una vida que, lejos de las atracciones y de las pulsiones de la juventud, aparece ya como una vida de descarte. Descarte es la palabra que va aquí, despreciar a los ancianos y descartarlos de la vida, ponerlos a parte, echarlos fuera. Este desprecio, que deshonra al anciano, en realidad nos deshonra a todos nosotros. Si yo deshonro al anciano, me deshonro a mi mismo. El pasaje del Libro del Eclesiástico, es justamente duro en relación con este deshonor, que clama venganza a los ojos de Dios. Existe un pasaje, en la historia de Noé, muy expresivo en relación con esto. No sé si lo tienen en mente. El viejo Noé, héroe del diluvio y todavía gran trabajador, yace descompuesto después de haber bebido algún vaso de más. El anciano ha bebido demasiado. Los hijos, por no hacerle despertar en la vergüenza, lo cubren con delicadeza, con la mirada baja, con gran respeto. Este texto es muy bonito y dice todo del honor debido al anciano. Cubrir las debilidades del anciano para que no tengan vergüenza. Es un texto que nos ayuda mucho. No obstante todas las providencias materiales que las sociedades más ricas y organizadas ponen a disposición de la vejez – de las cuales podemos ciertamente estar orgullosos -, la lucha por la restitución de esa forma especial de amor que es el honor, me parece todavía frágil e inmadura. Debemos hacer de todo para sostenerla y animarla, ofreciendo mejor apoyo social y cultural a aquellos que son sensibles a esta decisiva forma de “civilización del amor”. Y sobre esto me permito aconsejar a los padres, acercar a los hijos, los niños y los jóvenes a los ancianos. Acercarles siempre, y cuando el anciano está enfermo, un poco fuera de cabeza, acercarles siempre. Que sepan que esta es nuestra carne, que esto sea lo que ha hecho posible que nosotros estemos aquí. Por favor no alejéis a los ancianos, y si no hay otra posibilidad que enviarles a una residencia, por favor ir a verles y llevar a los niños a verles. Son el honor de nuestra civilización, los ancianos que han abierto las puertas. Y muchas veces, los hijos se olvidan de esto. Os digo una cosa personal, a mi me gustaba visitar las residencias de ancianos en Buenos Aires, iba a menudo, visitaba a cada uno. Y recuerdo una vez que pregunté a una señora cuántos hijos tenía. Me dijo que tenía cuatro, todos casados con hijos, y comenzó a hablarme de su familia. Le pregunté si ellos venían y dijo “sí, vienen siempre”. Cuando salí de la habitación, la enfermera que había escuchado me dijo: “Padre, ha dicho una mentira para cubrir a sus hijos. Desde hace seis meses no viene nadie”. Esto es descartar a los ancianos y pensar que son material de descarte. Por favor, es un pecado grave. Este es el primer mandamiento y el único que dice el premio: Honrarás a tu padre y a tu madre y tendrás vida eterna en la tierra. Este mandamiento de honrar a los ancianos nos da una bendición, que se expresa en este modo de tener una larga vida. Por favor, cuiden a los ancianos, y si pierden la cabeza, cuiden a los ancianos. Porque son la presencia de la historia, la presencia de la familia, y gracias a ellos yo estoy aquí y podemos decirlo todos nosotros. Gracias a ti, abuelo y abuela, yo estoy vivo. Por favor, no le dejéis solos. Y esto de cuidar a los ancianos no es una cuestión de cosméticos y de cirugía plástica. Más bien es una cuestión de honor, que debe transformar la educación de los jóvenes respecto a la vida y a sus fases. El amor por lo humano que nos es común, incluido el honor por la vida vivida, no es una cuestión para los ancianos. Más bien, es una ambición que iluminará a la juventud que hereda sus mejores cualidades. La sabiduría del Espíritu de Dios nos conceda abrir el horizonte de esta auténtica revolución cultural con la energía necesaria.

Dom 17 Abr 2022

Urbi et Orbi: ¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! "¡La paz es posible!"

Dirigiéndose al mundo entero en su tradicional Mensaje de Pascua, Francisco recordó la guerra en Ucrania, a los países atormentados por largos conflictos y violencia y afectados por tensiones sociales y dramáticas crisis humanitarias. "Que Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que han visto empeorar sus condiciones sociales". “Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! Jesús, el Crucificado, ha resucitado”. Fue el saludo del Papa Francisco a los fieles del mundo entero y a los presentes congregados en una soleada plaza de San Pedro, que participaron hoy en la Misa de Resurrección. Francisco presidió la celebración ante unos 100 mil fieles presentes, tras una pausa de dos años debido a la pandemia, en una coloreada plaza de San Pedro decorada con cientos de arreglos florales y adornos. Finalizada la Santa Misa, dirigió el Mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad de Roma y al mundo entero) e impartió su Bendición Apostólica desde el Balcón central de la Basílica Vaticana. «¡La paz esté con ustedes!» El Obispo de Roma, remitiéndose al Evangelio de Juan, repitió las palabras pronunciadas por Jesús al presentarse ante “las miradas incrédulas” de los discípulos que lloraban por él y evidenció: “También nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra. Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. También nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas” También a nosotros, afirmó Francisco, “nos cuesta creer que Jesús verdaderamente haya resucitado, que verdaderamente haya vencido a la muerte. ¿Será tal vez una ilusión, un fruto de nuestra imaginación? No, no es una ilusión”. “¡Cristo ha resucitado!”, afirmó. “Hoy más que nunca tenemos necesidad de Él, al final de una Cuaresma que parece no querer terminar. Parecía que había llegado el momento de salir juntos del túnel, tomados de la mano, reuniendo fuerzas y recursos. Y en cambio, estamos demostrando que tenemos todavía en nosotros el espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y piensa en cómo eliminarlo” La paz se logra con las armas del amor de Jesús Para creer en la victoria del amor y en la reconciliación, necesitamos a Jesús Resucitado, añadió el Papa. “Sólo Él puede hacerlo. Sólo Él tiene hoy el derecho de anunciarnos la paz. Sólo Jesús, porque lleva las heridas, nuestras heridas”. Y explicó: “Las heridas en el Cuerpo de Jesús resucitado son el signo de la lucha que Él combatió y venció por nosotros con las armas del amor, para que nosotros pudiéramos tener paz, estar en paz, vivir en paz. Mirando sus llagas gloriosas, nuestros ojos incrédulos se abren, nuestros corazones endurecidos se liberan y dejan entrar el anuncio pascual: «¡La paz esté con ustedes!»” Que se elija la paz de Cristo “¡Dejemos entrar la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países!” exhortó el Santo Padre, dirigiendo, como de costumbre, su mirada a todas las realidades del mundo necesitadas de esta paz de Jesús. En primer lugar, Francisco recordó a la “martirizada Ucrania”, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la “guerra cruel e insensata”, dirigiendo un fuerte llamamiento a los responsables de las naciones para que escuchen el grito de paz de la gente: “Que se elija la paz. Que se dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles. Que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente, que escuchen esa inquietante pregunta que se hicieron los científicos hace casi sesenta años: «¿Vamos a poner fin a la raza humana; o deberá renunciar la humanidad a la guerra?»” “Llevo en el corazón a las numerosas víctimas ucranianas” aseguró el Santo Padre, “los millones de refugiados y desplazados internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas”. Y mencionando el sufrimiento de los niños ucranianos que “se quedaron huérfanos y huyen de la guerra” el Papa recordó también de manera especial a muchos otros que mueren de hambre o por falta de atención médica, son víctimas de abusos y violencia, “y aquellos a los que se les ha negado el derecho a nacer”. Los signos esperanzadores no obstante la guerra A pesar del dolor de la guerra, Francisco evidenció que no faltan “signos esperanzadores, como las puertas abiertas de tantas familias y comunidades que acogen a migrantes y refugiados en toda Europa”. “Que estos numerosos actos de caridad sean una bendición para nuestras sociedades, a menudo degradadas por tanto egoísmo e individualismo, y ayuden a hacerlas acogedoras para todos.” No olvidar otras situaciones de sufrimiento El Papa pidió que haya paz en Oriente Medio, “lacerado desde hace años por divisiones y conflictos”, en particular, entre israelíes y palestinos, en el Líbano, Siria e Irak. Pidió también paz para Libia y Yemen, Myanmar y Afganistán. Paz para todo el continente africano, especialmente en la zona del Sahel, en Etiopía y en la República Democrática del Congo. Y que no falten la oración y la solidaridad para los habitantes de la parte oriental de Sudáfrica afectados por graves inundaciones. Dirigiendo su mirada al continente americano, el Pontífice pidió que “Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar, en algunos casos, sus condiciones sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico”. También recordó a Canadá, pidiendo al Señor Resucitado que “acompañe el camino de reconciliación que está siguiendo la Iglesia Católica canadiense con los pueblos indígenas”. Finalmente, recordó que “toda guerra trae consigo consecuencias que afectan a la humanidad entera: desde los lutos y el drama de los refugiados, a la crisis económica y alimentaria de la que ya se están viendo señales”. Sin embargo, subrayó el Papa, ante los signos persistentes de la guerra, Cristo, “vencedor del pecado, del miedo y de la muerte”, nos exhorta a no rendirnos frente al mal y a la violencia” y exhortó: “¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!” [icon class='fa fa-download fa-2x'] BENDICIÓN Urbi et orbi[/icon] Fuente: Vatican News

Vie 15 Abr 2022

Papa Francisco, Vía Crucis: "Donde haya odio, florezca la concordia"

En un ambiente de profundo recogimiento, el Santo Padre presidió el pío ejercicio del Vía Crucis en el Coliseo de Roma. En una Semana Santa especial, de “vuelta a la normalidad”, el evento regresó a su lugar tradicional, luego de la emergencia sanitaria del Coronavirus. Un “abrazo de paz” en tiempos de guerra. Casi dos años después de aquel 19 de abril de 2019, este Viernes Santo, 15 de abril de 2022, el Vía Crucis volvió a celebrarse en el Coliseo de Roma. En 2020 y 2021, años signados por la pandemia del COVID-19, la célebre cita del segundo día del Triduo Pascual debió trasladarse a la Plaza de San Pedro y realizarse sin presencia de fieles a causa de las medidas restrictivas. Cerca de 10.000 fieles y peregrinos -según la Questura de Roma- se congregaron en el Coliseo para acompañar al Papa Francisco en el conmovedor momento de oración y otros tantos se conectaron a la transmisión en directo a través de los medios y las redes sociales. En el Año de la Familia “Amoris Laetitia” las meditaciones fueron confiadas por el Santo Padre a familias que han vivido experiencias distintas, estas narran escenas de la vida cotidiana, con sus dificultades, alegrías, esperanzas. Teniendo en cuenta la dolorosa situación en Ucrania, las reflexiones también cuentan las dificultades de los inmigrantes en los países de acogida. Los textos fueron escritos por un joven matrimonio (estación I), una familia en misión (estación II), una pareja de ancianos sin hijos (estación III), una familia numerosa (estación IV), una familia con un hijo discapacitado (estación V), una familia que dirige un hogar- familia (estación VI), una familia con un padre enfermo (VII), una pareja de abuelos (VIII), una familia adoptiva (IX), una viuda con hijos (X), una familia con un hijo consagrado (XI), una familia que ha perdido una hija (XII), una familia ucraniana y otra rusa (XIII) y una familia de emigrantes (XIV). “El dolor nos ha cambiado” En la VI estación, preparada por una familia que coordina un centro de acogida, se da cuenta que su casa “es grande, no solo en términos de espacio, sino sobre todo por la riqueza humana que allí habita”. Nunca, desde el comienzo del matrimonio -relatan- fuimos solo dos. Confiesan que su vocación de acoger el dolor “fue y sigue siendo aún ahora -con 42 años de matrimonio, tres hijos naturales, nueve nietos y cinco hijos adoptivos no autosuficientes y con graves dificultades psíquicas- todo lo contrario a triste”. No merecemos -dicen- que la vida nos bendiga tanto. “Para el que cree que no es humano dejar solo al que sufre, el Espíritu Santo mueve en el interior la voluntad de actuar y de no permanecer indiferentes, ajenos”, indican. El dolor los ha hecho volver a lo esencial, “ordena las prioridades de la vida y devuelve la sencillez de la dignidad humana en cuanto tal”. Para esta pareja, “en la ‘vía dolorosa’ de tantos flagelos y crucificados, junto a ellos, bajo el peso de sus cruces, descubrimos que el verdadero rey es aquel que se entrega y se da como alimento, en alma y cuerpo”. Oración en silencio por la paz en el mundo En la meditación de las XIII Estación del Vía Crucis se realizó una pausa de silencio orante por la paz en el mundo: "Ante la muerte, el silencio es más elocuente que las palabras. Hagamos, pues, una pausa en el silencio orante y recemos cada en nuestro corazón por la paz en el mundo". “Tómanos de la mano como un Padre” Al final, el Papa Francisco pronunció una potente oración, que compartimos a continuación: Padre misericordioso, que haces salir el sol sobre buenos y malos, no abandones la obra de tus manos, por la que no dudaste en entregar a tu único Hijo, que nació de la Virgen, fue crucificado bajo Poncio Pilato, murió y fue sepultado en las entrañas de la tierra, resucitó de entre los muertos al tercer día, se apareció a María Magdalena, a Pedro, a los demás apóstoles y discípulos, y siempre está vivo en la santa Iglesia, que es su Cuerpo viviente en el mundo. Mantén encendida en nuestras familias la lámpara del Evangelio, que ilumina alegrías y dolores, cansancios y esperanzas; que cada casa refleje el rostro de la Iglesia, cuya ley suprema es el amor. Por la efusión de tu Espíritu, ayúdanos a despojarnos del hombre viejo, corrompido por pasiones engañosas, y revístenos del hombre nuevo, creado según la justicia y la santidad. Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos alejemos de Ti; convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz; haz que los adversarios se den la mano, para que gusten del perdón recíproco; desarma la mano alzada del hermano contra el hermano, para que donde haya odio florezca la concordia. Haz que no nos comportemos como enemigos de la cruz de Cristo, para que participemos en la gloria de su resurrección. Él, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Fuente: Vatican News