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Lectio Dominical

Jue 28 Jun 2018

El Señor escucha los sufrimientos y preocupaciones de la gente

Primera lectura: Sb 1,13-15;2,23-24 Salmo Sal 30 (29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Segunda lectura: 2Co 8,7.9.13-15 Evangelio: Mc 5, 21- 43 (forma larga) ó Mc 21-24.35b-43 (forma breve). Introducción La Palabra de Dios para este XIII Domingo del tiempo ordinario nos sugiere considerar estos tres temas. La resurrección de la hija de Jairo. La curación de la mujer hemorroísa. La generosidad en la colecta que sostiene a la comunidad ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Reflexionemos sobre la resurrección de la hija de Jairo; aproximándonos al camino de la Palabra desde la visión de los personajes que actúan en este episodio bíblico: Jesús, Jairo (jefe de la sinagoga), la hija enferma, los apóstoles, especialmente los tres: Pedro, Santiago y Juan, y la gente. Las actitudes de nuestro Señor Jesucristo son: escuchar los sufrimientos y preocupaciones de la gente; caminar, con quienes padecen las preocupaciones y sufrimientos de la gente; sanar las heridas y curar las enfermedades, convirtiendo la tristeza en gozo (sal 29) y transformando la muerte en vida (Sab 1, 13-15). Jesús, como en muchos episodios bíblicos, se hace el compañero de camino, está atento a las necesidades de las personas, fortalece la fe, inflama el corazón, llena de esperanza y sana a pesar de las contrariedades que se presentan en el camino de la vida. Observemos la actitud de Jairo, jefe de la sinagoga, que se postra a los pies de Jesús. Se podría relacionar este gesto de inclinación con el de la mujer que con su cabellera se postra ante Jesús para ungirle con perfume los pies. Llama la atención que un judío se postre ante el Señor como gesto de adoración y reconocimiento de la divinidad. En la solicitud de Jairo a Jesús, se adicionan tres gestos más de confianza y fe: invitar al Señor a su casa, poner las manos y la seguridad que con su presencia su hija recuperará la salud y será salva. De hecho, la sanación en términos latinos combina las dos significaciones, sanación física y salvación espiritual. Tanto Jairo, jefe de la sinagoga, como la mujer hemorroísa, se llenan de miedo frente a la preocupación de la enfermedad. Buscan, hablan, actúan, piden y confían en el Señor. A partir de esta experiencia de precariedad en la salud, se fortalecen en la fe y la espera en el Señor. Los apóstoles, como la multitud, caminan en medio de las incertidumbres de la vida. Aparecen como actores, que ignoran o desconocen lo que vaya a suceder. Se sorprenden frente a la manifestación del Dios de la vida, que vence la muerte con la Resurrección.

Vie 22 Jun 2018

Anunciar la Salvación es la gran misión del profeta

Primera lectura: Is 49,1-6 Salmo Sal 139(138),1-3.13-14ab.14c-15 (R. 14a) Segunda lectura: Hch 13,22-26 Evangelio: Lc 1,57-66.80 Introducción La liturgia de hoy nos orienta a identificar la misión de San Juan Bautista: será profeta del Altísimo, luz de las naciones, que dispone el camino para recibir la luz verdadera, Cristo. Anunciar la Salvación es la gran misión del profeta. Dios le da la fuerza y la gracia para cumplir la tarea encomendada, Dios no lo desampara “lo forma portentosamente”, y así tendrá la valentía para anunciar y denunciar. El precursor tiene una tarea especial: preparar el recibimiento del Mesías. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Este texto hace parte de los relatos de la infancia de Jesús. El evangelista Lucas quiere transmitir que Juan es un regalo de Dios a su madre y a su pueblo. En Israel el nacimiento de un niño es ocasión de celebración. Dios ha librado a Isabel de la esterilidad y a Zacarías le tiene una misión como profeta, en su inspirado cántico, todo esto en ambiente de alegría. Dios se manifiesta con su misericordia, en situaciones particulares: un hijo inesperado, de padres mayores; el nombre tampoco se esperaba, según la tradición el primogénito debía llamarse como su padre, Zacarías. (Para el mundo semítico el nombre es el resumen de lo que es la persona, su destino y su identidad humana y religiosa). Pero todo cambia, Padre y Madre se ponen de acuerdo para escoger un nombre como inspirado por Dios: Juan, “Dios es propicio”, “El Señor da gracia”. Ahí Zacarías recobra la voz porque ya está en sintonía con el Plan de Dios, ahí también hay un milagro inesperado. De todo esto tan inesperado en el nacimiento de Juan el Bautista, los vecinos se interrogan ¿qué será de este niño? La mano de Dios, llena de bondad y misericordia, se vio desde el nacimiento del precursor. Zacarías, de sacerdote incrédulo, ante tan inesperados acontecimientos también se convierte en profeta, manifestando en su cántico, en primer lugar, una alabanza de las maravillas del Señor: “Él ha visitado y redimido a su pueblo”. Esa acción que está en pasado, se manifestará en plenitud en Jesús, Salvador. Zacarías también canta el lugar que Juan tiene en el plan de Salvación, heraldo que anunciará la llegada del Salvador y preparará su camino, llevando al pueblo al arrepentimiento. Es importante la descripción del Mesías, se le llama: “sol que nace de lo alto”, con dos tareas especiales: iluminar a los que viven en tinieblas y guiar sus pasos por el camino de la paz.

Vie 22 Jun 2018

La vida humana es un llamado de Dios

Así lo percibimos, como un don y una gracia. Sentirnos así, que nuestra existencia es un llamado de Dios nos da paz, nos da un sentido, nos entrega una misión y como lo dicen otras lecturas, el Señor se siente orgulloso de sus siervos. Vivir nuestra vida así, es construir paz. Tareas: Haz un momento de oración agradeciendo a Dios por la vida, teniendo presente tu concepción y el tiempo de gestación. Vivimos en tiempos donde se ataca la vida gestante. Oremos para que las mujeres al quedar en gestación acepten esa vida como un regalo de Dios. Cuando tengamos la oportunidad demos siempre un buen consejo en defensa de la vida. El señor te lo recompensará.

Jue 14 Jun 2018

Construyamos el reino de Dios desde las cosas más pequeñas

Nuestras acciones no son neutrales, un día tendremos el encuentro con el resucitado en su tribunal para recibir el premio o el castigo. Por ello, se nos invita a usar bien la vida para construir, sembrar, ser guiados siempre por la fe, mantener la confianza en Dios y construir el reino desde las cosas más pequeñas a las más grandes. Tareas: Haz un examen de conciencia. ¿Si hoy fuera tu encuentro con el resucitado qué recibirías?¿qué estás construyendo: vida eterna o condenación? Construye el reino de Dios desde lo más pequeño, usa buenas palabras, erradica la mentira de ti; no nos acostumbremos a decir mentiras. Comprometámonos como buenos cristianos con el país y con la familia.

Jue 14 Jun 2018

El Reino de Dios exige: humildad, confianza y discipulado

Primera lectura: Ez 17,22-24 Salmo Sal 92(91),2-3.13-14.15-16 (R. cf. Ez 17,24) Segunda lectura: 2Co 5,6-10 Evangelio: Mc 4,26-34 Introducción La Palabra de Dios nos presenta hoy la idea del Reino de Dios que exige la acogida humilde por parte del hombre. Este tema se vislumbra claramente en la primera lectura y en el Evangelio. En efecto, en ellos se presentan figuras agrícolas de la siembra, un cedro, para el caso de la primera, y un grano de mostaza, para el Evangelio. En dichos relatos se exalta la simplicidad y pequeñez de la semilla. La Palabra de Dios también ofrece el tema de la fe o de la confianza en Dios. En efecto, el Salmo 91, que es considerado, en la liturgia y en la devoción popular, como el salmo de la confianza divina, presenta al hombre que confía en Dios, protegido de todo mal y de todo peligro. Igualmente, la segunda lectura habla de la confianza en Dios y pide caminar “a la luz de la fe” (2Co 5,7). Otra idea, que emerge de la Palabra de Dios y que es indispensable en el seguimiento del Señor y condición para entrar en su Reino, es el del discipulado. Este tema está insinuado de forma muy modesta al final del Evangelio, en el último verso: “No les decía nada sin parábolas. Pero a sus propios discípulos les explicaba todo en privado” (Mc 4,34). Al respecto dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 546: «Es preciso hacerse discípulo de Cristo para “conocer los Misterios del Reino de los cielos” (Mt 13,11)». Los tres temas pueden presentarse en uno solo, pues, están indisolublemente unidos y se implican mutuamente, de esta manera tenemos que el Reino de Dios exige: humildad, confianza y discipulado. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la primera lectura vemos que el Señor escoge al humilde y rechaza al soberbio: “Yo el Señor, humilló al árbol elevado y exalto al árbol pequeño” (Ez 17,24). Recordemos que hace ocho días la primera lectura, tomada del Génesis, nos refería la caída de nuestros primeros padres, es decir, el pecado original, que consistió en dejarse tentar por el demonio y caer en la soberbia de desobedecer a Dios, de usurparle su puesto (“ser como Dios”). Ahora la Palabra, una vez más, habla de la necesidad de la humildad para poder entrar en la amistad con Dios, pues sólo el humilde obedece porque ama y se siente esencialmente dependiente de su Creador. El salmo 91 es una oración especial de confianza en el Señor invocando su protección contra todos los males y peligros. Es muy especial la siguiente oración del verso 2: “Refugio mío, Dios mío, confío en ti”. La humildad requiere la confianza, el humilde se confía a Dios, el arrogante sólo confía en sí mismo, cree no necesitar de Dios y humilla a los demás. Por lo tanto, sólo el humilde ora de verdad y es escuchado por Dios, en cambio el soberbio, aunque se dirija a Dios no es escuchado porque en su interior no quiere seguirlo sino auto justificarse y manipular a Dios a su acomodo. En la segunda lectura el apóstol san Pablo anima a la comunidad de creyentes a vivir no de lo que se ve, sino de la fe: “En todo momento tenemos confianza… Y caminamos a la luz de la fe y no de lo que vemos” (2Co 5,6-7). La confianza y la esperanza son concedidas a las personas de oración sincera, que se saben limitadas, inclinadas a aferrarse a sí mismas o a lo terreno, y que por lo tanto no se cansan de suplicar a Dios su fuerza para vivir de Él, de la fe, y no del engaño de poner la confianza en sí mismo, en los demás o en lo terreno. En el Evangelio Jesús resalta la fuerza interior imparable que tiene en sí el Reino de Dios, lo compara con la semilla de mostaza que “es la más pequeña de las semillas, pero, una vez sembrada, crece, se hace la mayor de todas las hortalizas” (Mc 4, 31-32). Así es el verdadero discípulo que por su humildad y confianza total en Dios es acogido en la amistad con el Señor y es depositario de los misterios del Reino, pues, “Dios se enfrenta con los soberbios, pero da su gracia a los humildes” (Sant 4,6; 1Pe 5,5). El mismo Jesús lo dijo en otra ocasión: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha aparecido bien” (Mt 11,25-26).

Mié 6 Jun 2018

Cristo vence al mal y nos libra del pecado

Hoy la Palabra de Dios hoy nos habla con claridad sobre la realidad del pecado presente en todo ser humano, por tanto, el tema principal es el hombre nace herido por el pecado. El Evangelio muestra a Cristo, el más fuerte, que vence al fuerte, es decir al demonio. Cristo venció con su obediencia (cf. AG 24; CEC 402), “haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2, 8). Otras dos ideas temáticas que son esenciales y conexas con el tema principal son las siguientes: El hombre está inclinado al mal. La salvación consiste en obedecer a Cristo, pues “el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35). ​¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la primera lectura encontramos el pasaje del Génesis 3,15 que «ha sido llamado “Protoevangelio”, por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta» (CEC 410). En el Salmo encontramos una invitación a confiar plenamente en Dios, a invocarlo con todo el corazón, a confiar sólo en su Palabra. San Pablo en su segunda carta a los Corintios nos anima a poner toda la esperanza en los bienes eternos y no en las cosas terrenas, que son pasajeras y se acaban. “Nosotros hemos puesto la esperanza, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2Cor 4,18). En el Evangelio Jesús es considerado por sus parientes como un loco y los maestros de la Ley dicen que está poseído por el demonio; frente a éstos últimos Jesús responde con una dura condenación: “el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; será considerado culpable para siempre” (Mc 3,29). Luego Jesús puntualiza que quien obedece o cumple la voluntad de Dios Padre, “ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3,35).

Mié 6 Jun 2018

Busquemos siempre la unidad

Mantener el camino de la no división es un poco complicado. El Señor Jesús lo plantea en los términos de espiritualidad y lo compara con la familia, nosotros podemos compararlo con la patria. Para ello necesitamos exigencia de libertad, asumir la responsabilidad, ser capaces de asumir los errores y no excusarlos en otras personas. Nosotros estamos construyendo como Iglesia y como la nación un nuevo ambiente. Tenemos que buscar siempre la unidad. Tareas: Bajemos al ritmo político y construyamos nación juntos. No descalifiquemos con nuestras expresiones a nadie. El otro es igualmente digno y necesario de respeto y por lo tanto hay que acogerlo como hermano. Oremos por Colombia, oremos por las elecciones que se avecinan.

Vie 1 Jun 2018

El cuerpo de Cristo, alimento que fortalece y su sangre bebida que purifica

Primera lectura: Éx 24,3-8 Salmo Sal 116(115),12-13.15-16. 17-18 (R. 13) Segunda lectura: Hb 9,11-15 Evangelio: Mc 14,12-16.22-26 Introducción Al meditar y orar con las lecturas de la liturgia de la Palabra de la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, destaco las siguientes ideas temáticas: El tema central de este domingo está en la alianza, la del Sinaí y la nueva realizada por Cristo. La alianza del Sinaí señala el nacimiento del pueblo de Dios, la nueva alianza, da origen al nuevo pueblo de Dios que es la Iglesia. Un segundo, es el valor redentor de la Sangre de la alianza, que se presenta en toda liturgia de la Palabra. Los textos bíblicos evocan los ritos del Antiguo Testamento en los que se derrama sangre como signo de la alianza que Dios estableció con su pueblo. El significado de esta alianza es ahora llevado a plenitud por el Señor Jesús, que hoy repite en la eucaristía “esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos” Mc. 14,24. Una tercera línea de reflexión es la institución de la Eucaristía. En el ciclo B de la liturgia dominical leemos en el evangelio, el relato que nos recuerda los gestos y palabras que el Señor realizó antes de morir, dejando el mandato de realizar esta nueva cena pascual, en memoria suya. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Éxodo en el capítulo 24, describe la conclusión de la alianza realizada en el Sinaí. Este relato reviste gran importancia para el pueblo llamado “pueblo de la alianza”, porque precisamente señala el nacimiento del pueblo de Dios. En el texto se recuerda como el Señor se hace el Dios de Israel e Israel se convierte en el pueblo del Señor, en esta nueva relación el rito que acompaña y sella la alianza se enmarca en el sacrificio de comunión (v. 5) y el rito de la aspersión con la sangre (v.v. 6-8). El sacrificio de comunión evoca la restauración de las relaciones amistosas entre Dios y el pueblo. Mediante la alianza se rehace y se restaura la paz y armonía rotas por el pecado. El rito de la aspersión con la sangre sobre el altar y sobre el pueblo, simbolizan la comunión que la alianza establece entre el Señor y las tribus de Israel. El Salmo 115, constituye una acción de gracias, dirigida al Señor que libera de la aflicción y la muerte. El orante se dispone, por tanto, a ofrecer un sacrificio de acción de gracias en el que se bebe el cáliz ritual. El capítulo 9 de la carta a los Hebreos, explica el sacrificio de Cristo a partir de elementos comparativos del AT, pero con un cambio radical de su significado, vale la pena destacar el (v. 12) “Y penetró en el santuario una vez para siempre, no presentando sangre de machos cabríos, no de novillos, sino su propia sangre. De ese modo consiguió una liberación definitiva”. Cristo vuelve al Padre y entra a su presencia de una vez para siempre, esta entrada la realizó a través de un sacrifico y de su gloriosa resurrección. Con su cuerpo renovado por la resurrección, consiguió la liberación eterna, de este modo se inaugura la “alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna” (v. 15) El Evangelio de Marcos, en el capítulo 14, presenta el relato de la última cena de Jesús. La víspera de su pasión y muerte, Jesús interpreta a los discípulos el sentido de su muerte. “Esto es mi cuerpo... esta es mi sangre... de la alianza”. Jesús se mueve en un clima estrechamente sacrificial. Del mismo modo que en los sacrificios era derramada la sangre sobre el altar, así Cristo derrama la suya en el altar de la cruz. La sangre de los sacrificios que tiene carácter expiatorio, hoy adquiere plenitud, es para el perdón de los pecados de todos los hombres. Con el sacrificio de Cristo se inaugura la “nueva alianza”.